Camp
endo cada fotografía nuestra, cada regalo que me había dado, cada baratija sentimental
Emilio me detuvo, su mano cer
cayendo sobre la bolsa abultada. Su ceño
ndo -mentí, evi
jó visi
e Giselle. -Me quitó la bolsa y la dejó a un lado, como si mi
su mano descansando suav
, y por un momento traicionero, mis ojos ardieron con lágrimas no derramada
quien abrazaba. E
eatral desde arrib
instante, su rostr
ió las escalera
as hasta sangrar. Oí cómo la encontraba, sus sollozos falsos, sus murmull
iré
té escaleras arri
o del rellano, con
ez? ¿A d
-mentí. Era la única
se pro
Déjame acomo
o, goteando falsa magnanimidad-. De hecho, tengo una cita de segu
io d
puedo co
Con Giselle allí para distraerlo, podría escabullirme. Tenía que ir al co
l coche, sonó el teléfono de Emilio. Una crisis en la disquera
comenzando a acelera
u mirada cambiando
sa después de su cita. No vayas a
isa lenta y escalofriante se extendió por el rostro de Giselle. Se leva
sado-. Toda radiante y embarazada. Solo te embarazó porque pensó que yo nu
ado por su larga convalecencia,
a sus juegos. Me di
izarra-. Me va a dar ese bebé, ¿sabes? Me lo prometió. N
etrás de mí, luego un dolor agudo y cegador
se volv
abrumador. Me palpitaba la cabeza y un sabor espeso y metálico llenaba mi boca. El páni
ndome con una mirada de diversión distante. Hizo un gesto
primario me atenazó. Vi un instrumento largo
. Fue una agonía brutal y desgarradora que arrancó un grito de mi gargant
l sudor y las lágrimas se mezclaban en mi rostro. Me mordí el labio, el sabo
se detuvo. La habitación quedó en silencio, e
nera de acero inoxidable en la
n siseo triunfante-. Ah
iñonera había una pequeña y ho
lor tan profundo me invadi
del mío-. Si le dices a Emilio, si le dices a alguien, encontraré las cenizas
do vueltas. El odio en mi corazón era algo vivo, u
ta y delib
un sonido
na c
ebé. Mi bebé. Había planeado dejarlo i
vacío, a la pequeña alma per
doce días, mi visa estaría lista
, serí