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años era una mentira por una conv
no había perdido la memoria. Todo fue una estafa elaborada para robarme el trabajo de mi vid
ientras ella me humillaba en público, me quemaba el brazo c
ucha helada cuando
s unos médicos me sacaban sangre y me r
destruyó mi carrera "u
irtiéndome en una prisionera en su
idó quié
clamé mi identidad secreta como la le
ue harían que su imperio s
ítu
vista d
años era una mentira por una conv
taba entornada, solo una rendija, pero sus voces co
hará nada? -Esa era Carina Mont
surraba promesas al oído cada noche, sonaba segura, despectiva
ocante comenzó a acum
ror -presionó Carina, su tono se agudizó-. Grupo Ferrer está
ego se lance, ella será irrelevante. Me aseguraré de que el comunicado de pren
At
in señal de celular. No se enterará de nada sobre nuestra boda o el lanzamien
do por el frío glacial de la traición. El calor de la ta
atravesó el pecho. Fue como si un puño de hielo me hubie
a golpeó la pared fría del pasillo con un golpe sordo, e
as lágrimas contenidas empañaba el
el control, un borrón de metal negro girando hacia el borde del acantilado. No lo pensé. Simple
a en el mundo de los videojuegos independientes, la desarrolladora anónima conocida solo como "PixelVixen". La cirugía me había dejado
e su vida, ni siquiera de su propio nombre. Todo lo que conocía, dijo, er
o ayudaba con la fisioterapia y le contaba
el despiadado director general de Grupo Ferrer, un titán de la industria de los videojuegos
ado. Dijo que yo era su única co
nada como si fuera una reliquia sagrada, encontrando a los mejores
una cuchara, limpiándome la frente con un paño fresco, sus ojos
. Una vez voló a París por un día solo para traer una marca específ
en la mano que brillaba con la luz de mil promesas. Me dijo que no podía imaginar un futur
mo un trozo de vidrio en mis en
alquiera. C
rsidad. La que robó mi proyecto final, una versión rudimentaria de un moto
ón. Apreté los ojos, tra
desde el estudio, goteando satisfacción-. Es una pena que su mu
, desprovisto de cualquier emoción-. El accidente solo era p
la lesión que terminó m
erfiera -advirtió Carina-. Si
ificación con un nombre diferente. Después de la boda, le diré que necesitamos casarnos r
o era solo un reemplazo. Era un peón. Un
esión sincera, el peso del anillo en su palma, su voz c
ación meticulosamente elaborada para mantenerme dócil mientras él robaba lo
n montón en el suelo de mármol. Un único sollozo ahogado escapó de mis l
ravés del maquillaje que tan cuidadosamente me había aplicado esa mañana. Luego,
cos. Saqué un pequeño cuaderno de cuero del cajón de mi mesita de noche. Un cu
llena de mi escritura en cursiva, d
er los cerezos en flor en Japó
ruirme un estudio perso
sería en una playa al atardecer, so
través de mis lágrimas. Las palabras que una vez habían
primera página. Luego la siguiente, y la siguiente, rasgando nu
hacia el suelo, mi celular vibró en la c
ideojuegos te necesita. ¿Estás
Un respetado editor independiente que
onido áspero, feo. ¿Regreso? Mi muñeca todavía era un
ueo. "Seis semanas más, Atenea. El injerto de nervio final está
sem
rostro, fría y afilada como el filo
o por la pantalla, el temblor en
ibí. "Dame

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