O
ños a
fermedad. Y aunque a simple vista parezco una chica normal; con mi gran estatura de uno setenta y cinco, mi hermosa cabellera castaño dorada con pequeños destellos de r
a sube, se vuelven rojos como la sangre, y que cubro con lentillas para que las personas no me miren como un bicho r
molestaba, y nos marchábamos, alegando que eran unos farsantes. ¿Mi enfermedad? Todavía no sé cuál es, tampoco quiero saberlo; pues creo que tengo algo muy malo, mi dolor de cabez
evo días sintiéndome observada; antes y durante mi viaje, noto también a mis padres nerviosos. Y si a eso le agregamos que dormí con ellos en la cama por
he, después de llegar y subir, me acostaron en el medio de los dos, y se mantuvieron a
l baño conmigo y mirar asustada para todas partes. Inclus
guntas eso? -Pero no d
sos -respondo sin dejar de observar l
fin-. En este poblado l
noto que si insisto, su ansiedad será solo peor. Salí del baño, seguida de ella como una sombra. Mientras m
da. -¿Qué quieres decir? No me lo pa
cirme. - Solo estaban mirándote para v
as hacia las calles, y mamá se pegaba a mí como nunca antes. La gente aquí es ciertamente peculiar; sus ojos, osc
s decir? -Qu
-respondió sin decir más-. Termina,
vestirme hermosa? -No entendía por
recordó de pronto-. Te compramos un he
tampoco la habitación. Todos los hoteles tienen uno. Salgo al ver la mirada impaci
o de novia, mamá
tido parecía salido de un cuento, con detalles intrincados de encaje, pequeñas perlas en las mangas
iña pura, nunca has sido mancillada por las manos de un hombre. Quisimos regalar
ce un comentario. ¿Me lo pru
or qué un detalle tan sencillo como un vestido de cumpleaños podría merecer tanta atenci
o es. Me lo pongo, justo a tiempo para ver asomar a mi papá. Se queda mirándome fijamen
de todos estos años, valió la pena-
No pregunto al ver a mamá con los ojos llenos de lágrimas, y que es abrazada y besada por
cabello negro y ojos azules, los amo con todo mi ser, porque ha