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steban. Incluso sacrifiqué mi propia reputación para encubrir uno de sus ro
no que también había orquestado el "estrés" que me llevó a perder a nuestro bebé. Ahora, estaba robando mi obra ma
do de su amante. En otra fiesta, después de que ella me dijera que él se sintió "aliviado" de que yo hubiera perdido a nuest
o una persona. Yo solo era una herramienta para ser usada y desechada. El amo
ía, un poderoso Don que una vez había elogiado mi trabajo. Tomé mi teléfono y envié
ítu
ía
n recuerdo: el chirrido del metal, el mundo girando en un caleidoscopio de vidrios rotos. Despe
ráneo. El olor estéril a antiséptico me picaba en la nariz, un c
lido que podía calmar cualquier miedo, era u
mi disco duro. Se los presentaré a los Montero la p
cos de la Metrópoli". Toda mi carrera,
teléfono. La reconocí al instante: Noé, la mano
tono con un desdén que me heló la sangre-. Además, le voy a proponer matrimonio en la gala de mañana p
zó a filtrarse en mis huesos. Iba a atraparme. Usar una propu
a Rojas? Ella te salvó el pellejo. Creó un diseño completamente nuevo de la noche a la mañana y le
ido un prestigioso premi
ban-. Esto es por una alianza c
z-. Los accidentes, la presión constante... convencerte de que el bebé era una
cableado defectuoso que casi incendia nuestra casa, el estrés interminable y ago
definido mi mundo, comenzó a agriarse. No era solo una relació
de un mar tormentoso, el hombre más poderoso y temido de la ciudad, se había detenido a elogiar un pequeño e innovador diseño mío. Don Leonardo Garza. Me
máscara perfecta de preocupación. Se sentó en el borde d
te -murmuró-. Me d
egunté, mi voz u
tió, sus ojos ofreciendo una compasión qu
hombre que había amado con todo lo qu
y afilada. No sería su víctima. No sería un
n, pero mi propósito era claro. Busqué un número que había guardado hace
única y dese
do de robar mi trabajo para dárselo a
renético contra mis costillas, y envié mi plegari

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