img La jaula de su mentira perfecta  /  Capítulo 1 | 3.33%
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Historia
La jaula de su mentira perfecta

La jaula de su mentira perfecta

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:2321    |    Actualizado en: 07/11/2025

al lado de otra mujer. Esa fue la noche en que descubrí que nuestro matrimonio era

ndome hasta hacerme sangrar solo para mantener intacta su preciada alianza comercial. El trabajo de mi vida, mi fotografía, fue robado

scudo, un sacrificio en e

corazón, finalmente lo entendí. Si querían u

truir al hombre que me rompió. Pero nunca esperé que me siguiera hasta el

ítu

ía

anco para correr al lado de otra mujer. Esa fue la noche en que la fantasía que había construido para mí se hizo añicos, y la fría y dura verdad de mi matrimonio quedó al descubierto. Pero la hist

era fotógrafa. Perseguía tormentas en el Bajío, capturaba la vida cruda y sin filtros en los barrios de Iztapalapa y dormía en tiendas de campaña bajo l

iar estéril que iba a casarme con Alejandro Garza, el heredero del imperio c

-dije, apartando mi

edos perfectamente cuidados tamb

a familia. La alianza asegurará nuestro l

a ser intercambiado -respondí bru

e sobre mi brazo. Sus ojos, grandes e inocent

a en lo que esto signif

amente manipuladora. Siempre había resentido mi libe

igo saliendo furiosa y la orden final y

omiso es el viern

en una zanja lodosa en el Desierto de los Leones, con la cámara pegada al ojo, capturando la etérea danza de la niebla a través de

finalmente regresé a mi Jeep, estaba cubierta de lodo, mi cabello e

ó. Dos hombres de rostro sombrío en trajes negros que si

adre crepitó a través del altavoz del coche, afil

olanco. Mi familia estaba junto a una mesa privada, sus rostros una mezcla de vergüenza y rabia. Da

lo vi. Alej

a, impecable. Parecía tallado en mármol, un monumento a la disciplina y el

zó a balbucear

profundas disculpas.

fijos en mí. Viajaron desde mis botas cubiertas de lodo hasta mi rostro desafiante y man

a, su presencia llenaba el espacio. Caminó hacia mí,

ré para un sermón, para el frío desdé

e intocable de las finanzas de la Ciudad de México, estaba arrodillado a los pie

cto sorprendentemente cálido. Mi piel hormigueó donde hizo contacto. Inspeccionó la ampolla que

os grises soste

tos zapatos son un instrument

mandíbula se aflojó. Limpió la piel en carne viva de mi talón con una toallita antiséptica, sus movimientos preci

u mirada nunca ab

. Lo dijeron como si fuera algo malo. -Hizo una pausa, un fantasma de sonrisa jugando en sus labios-. Yo, por mi parte, n

opezó. Era una frase. Una frase perfectamente elaborada y devastadorament

ramada, este heredero estoico, acababa de ver la versión más desa

mi pecho, un sentimiento que más tarde reco

able, acababa de aceptar orbitar una montaña. Pensé que estaba eligi

ronometrado al segundo. 6:00 AM entrenamiento, 7:00 AM noticias financieras, 7:30 AM desayuno (

stas de nuestro penthouse. Puse punk rock a todo volumen al amanecer. Llené su cocina

Un destello de molestia. Una

sus barras de proteína con falsificaciones llenas de brillantina. Incluso, en un momento de pura desesperación

alma. Serenidad. Simplemente miraba

se encargu

na pizca de emoción. Era enloquecedor.

bía mandado a construir para mí. Frustrada por su falta de respuesta, prendí un pequeño fuego controlado en un bote de basur

paparon todo, y terminé sentada en la parte traser

do. Parecía... agotado. Habló en voz baja con los ofic

amino a casa, fi

mi voz temblando-. ¿No sientes nada

s grises ilegibl

nte, Sofía. No resuelve nada. No

o tal! -grité-. ¡Grí

erdicio de energía -re

él. Por un momento, se quedó quieto, y luego, para mi sorpresa, respondió. Su mano subió para acunar la parte post

Incluso su beso se

justo en frente de él. Me reí demasiado fuerte de los chistes de Leo, le toqué el brazo, de

lí, esperando pacientemente, su rostr

nalmente en el elevador-. ¡Un

rándome-. Los robots no están pro

, horro

e es esto para

El silencio fu

e había dado mi corazón a este hombre, y él l

idad" programada una vez a la semana. Estaba en su calendario, entre "Revisar informes

bata, mi voz un ronr

dro. Hora de tus d

egundo, la primera grieta real en su compostur

l. Fue rudo, exigente, un castigo y una posesión a la vez. Respondí con igual fuego, mis manos enre

abía ganado. Sentí un temblor recorrerl

s, sonó s

uno que nunca había escuchado a

i nunca hubiera existido. Se apartó de mí, su rostro de

se descompuso. Fue la mayor emoción que jamás había visto en su r

mullo bajo y urgente. No pude entender las palabras, pero e

desaparecido, reemplazada por una energía cruda y fren

voz plana y fría, todos los rastr

vas? -pregunté, mi corazón

estaba poniendo la chaqueta, su at

Ni siquiera miró hacia atrás. El coche chirrió al alejarse del bordillo, dejándome a

olución fría y dura se instaló en mis entrañas. No ib

r dónde guarda

-

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