te. Su pasado era una incógnita, un atado de acertijos, un caleidoscopio de rostros esperando en el desván de su mente. En ese parque, que parecía haberla convocado a una cita,
de esas cosas? Pero más que ninguna otra cosa, le quemaba pensar: ¿
riendo-. Te imaginarás porqué tiene el mismo nombre
on esa brujer
lgo que todos queremos en algún momento: olvidar. Y si lo piensas, esa es como la
esante, aunque yo quiero
a Beatriz co
de la vida: ¿tú conoces o sabe
¿Qué te dijo
s, amiga?
alguien más apropiado q
tantos s
creerías. Además, exis-ten especialistas en de
ía. Dio unos pasos y se detuvo. Le mencionó que tenían un amigo en común, que vivía en la capil
ranquila que esta vez no te de-jaré sola
os-tro risueño de un hombre joven de cabello castaño claro. Sus dedos largos y delgados hurgaban en un fichero de madera, anotaban cosas en un cua-derno cuadriculado. Quiso recordar más, pero algo tiraba de su cabeza, algo que la hizo sollozar. No comprendía aquella distancia entre la imagen
la ne-bulosa de su pasado-. Desde la tierra, llamando a B
me atravesó
go, si no es mucha
tó suspirando-. Dime ¿qué
a", de Ot
qué t
: "Efí-mera movió sus alas temblorosas, se frotó las extremidades, con las que palpó sus antenas. Dio unos pasos y se elevó para pintar
entamente en el revés de las hojas y la miraban con cu-riosas, algunas con tristeza, otr
ía en que la crisálida rompía su capu-llo y dejaba salir toda su belleza. Para llegar a ese día, debí
ella, soy Efímera -
inta si solo viviéra-mos un día, pero para vivir
ea, porque para vivir este día,
paso para llegar a la Iglesia. Me parece

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