vista d
éndose frágil y delgado, un fantasma en su órbita frenética. No me había dirigido una palabra d
precipitó hacia adelante, sus manos
o est
una conmoción cerebral leve y una
a fija en la puerta, y cuando se abrió y Brenda emergió, pálida y delicada con un vendaje en la muñeca, su mundo se redujo a e
le. Era una sensación familiar, pero por prime
l pasillo por un largo momento antes de darme la vuelta y salir del hospital, toma
cada taza de porcelana, parte de un juego que Daniel me había regalado para mi cumpleaños, se me resbaló de las
sonrisas burlonas de Brenda, sino los pedazos rotos de un recu
ndo de rodillas entre
gustaba mi café, quien me besaba la punta de la nariz solo para hacerme sonreír. Una vez que me corté el dedo, solo un pequeño rasguño con un cuchillo de cocina, lo trató
brotó, goteando sobre el suelo blanco. Miré las gotas rojas, un marcado contraste con el mármol limpio y frío
que pensé que sentía por Alejandro? No. Era un espejismo.
de la tristeza: una determinación feroz y fría.
i mano en una toalla de papel. Luego fui a mi oficina y abrí los papeles de divorcio q
mi aboga
uedes enviarlos para q
ijo ella suavemente-. O dar autorización
ndro, mi corazón un tamborileo constante y uniforme en
Helena? Es
autorices a
terru
ora
la voz suave y emp
s ayudarme con esta almoha
nca, jamás, había escuchado de Alejan
ame arreglarla
para mí, la ternura ilimitada para ella. Fue la
de Brenda volvió, m
h, dile que dej
voz de Alejandro regresó, todavía
tu abogada que se encargue
lg
erminar nuestro matrimonio sin pensarlo dos ve
nsajero. Extendí los papeles sobre la mesa del comedor d
Solís. No De la Garza. L
ert
Nuevo León. Primera clase. El vuelo era para pasado mañana. Nec
a extraña sensación de liberación llenando los espacios vacíos en los armario
Parecía cansado pero contento. Vio mis maleta
-preguntó, un toque
cariciar mi mejilla, un gesto raro y displi
r lo de Brenda.
aire. Me miró, realmente me miró, por primera
ndro -dije, mi voz tan tranquila como un

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