vista d
ladrillo a ladrillo silencioso. Caminé hacia mis maletas, revisando las etiqu
ilencios heridos. Esta calma fría y distante era un lenguaje que no entendía. Un sentimiento de vacío comenzó a florecer en su pecho, una extraña oquedad donde solía estar mi constante e inq
ansada, como si tratara con una niña petulante. Entró en la cocina y se sirvi
rentarlo, apoyánd
mi tono ligero, conversacional
ndose. Pensó que esta era una nueva táctica, un
do ámbar en su vaso-. Mira, Helena, sé que he estado... ausente. La gala es
, como siempre hacía. En el pasado, me habría aferrado a esa pequeña
gala, Alejandro -
íbula s
aca. Nos vamos en una ho
me agarró del brazo y me arrastró hacia l
rte. -No era
a la finca de sus pad
risis que solo él podía resolver. Detuvo el coche bruscamente-. Bájate -dijo, sus
, por segunda vez en tres días. La humillación ya ni siquiera me afectaba.
"Fiesta en el club esta noche. Alejandro quiere que estés allí". Sabía que Alejandro no había enviado el m
uladores. Brenda también me vio, y una pequeña sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. Mientras pasaba por su mesa, deliberadamente
s. Brenda me miró, sus o
eando falsa simpatía-.
ido frío filtrándose a través de la tela. No
ote? -pregun
segundo, desconcertada por mi falta
r esto. Alejandro
er su oficina, hablando a la cámara. Estaba sonriendo,
uvo un juego de llaves de un auto deportivo nuevo, el modelo exacto del que Brenda había estado h
renda, guardando su teléfono-. Rec
su lado, intervi
do. Lo has tenido comiendo de
la humillación pública, todo era solo ru
sus risas-, ustedes dos son
tuvieron y
s fijos en los de Brenda-, y tú eres manipula
ví hac
le algo a Aleja
conspirador, pero lo suficientemente a
ije que se vay

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