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Historia
El comprador

El comprador

Autor: Rossetica
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Capítulo 1 La propuesta

Palabras:2205    |    Actualizado en: 14/11/2025

la necesidad de hacerte preguntas tales c

caída, pero... Y, ¿si en vez de lev

o, sigue existiendo

saliera de mi casa en los próximos dos días, a menos que pagara los atrasos de la hipoteca y ese era, uno de

tes de que mi padre enfermara y sin ningún familia

o, porque la única queja que tenía de ellos era esta, que se hubiesen ido dejándome sola y en medio de la cal

que pasara y de lo que estaba segura no tenían idea que sucedería...

rsona contra la que chocó mi madre y que la hizo perder la vida y dejar a alguien más e

un bar de mal ambiente pero buena paga, para

e puede serlo todavía más, que no te estaba mostrando más que un ens

ba. Serlo puede ser una bendición par

o cuerpo, sin embargo esa maldición me llevaba

belleza y al final de todos, estaba yo, la dueña de toda la perfeccio

ida en negativo. O quizá era la

ea de a dón

casa, no tenía sitio al que dirigirme.

mierda, no hueles más

n espacio en su casa, pero no podía aceptar. Y el que ella lo supiera y me lo propusiera de todos

nto le estaría complicando la vida. Cuando viniese la primera situación con su marido, yo me sentiría culpable y en el fondo lo seri

bas sabíamos que eso no sería posible y se me encogía el corazón de ternura. La adoraba y siempre habíamos estado al lado de las ot

eño del maldito sitio de mala

y denunciar sus atropellos con Patri. Ella tendría más problemas de los que ya tiene y yo serí

pesimista por mi parte, era ba

as nos tomabamos de las manos y nos mirabamos cómplices y tristes haciendo pu

hizo abrir los

exótica en fiestas privadas de su casa, cosa que me sabía a asco pero que

ricia sola con ese tipo que podría matarla en cualquier momento. Además de ser la ú

- me soltó las manos y cubrió

osotras nos queríamos y habíamos pasado por tantas

había obligado a vivir tantas pesadillas que ya no soñab

sa en los labios -yo lo voy a solucionar - le mentía y

hombre. Como odiaba no poder abrirle lo suficiente lo

ombros antes de irse, dejándo

ota escrita en una fina tarjeta que olía a millonario - aquel hombre le d

ento para que se marchara le liberé sin saber que hacer con aquel hombre de oj

lada. Y no dejaba a la vista ningún indicio de inter

ujer por nada. Y no estaba en el momento de mi vida perfecto, como p

el chico había dejado. Era negra, con una caligrafía impecable a bolígrafo por detr

ara mí cuando pude ver en la letra de aquel hombre de aspecto tan poderoso, una invitación para que lo viera al siguiente

lestó mucho. De pronto me sentí invadida, vigilada, acosada por alguien que si quería acercars

í analizar más el hecho de que me diera una orden

peculiar desconocido del que solo se me ocurrió pensar que quizás me había visto en el club alguna noche, a

llegar a la mesa donde el que parecía ser su jefe, lo acompañaba y me esperaba. Ni siquiera había reparado en aquel señor. Contra mi voluntad debo admi

y caminé hacia el dueño de la tarjeta que aún daba

intimidada por su parquedad -haciéndome sentir como si tuviera aspecto de prostituta y solo tuviera que llamar a darle mi precio por

y odio, que me resultó intrigante su tono. Y aquella mandíbula dura y boca gruesa me gritaban promesas de pasión, era enloquecedor ver

casi jadeo al sentir lo duro que era por detrás de aquel traje negro

ara separarla de su torso y la alejé de pronto. Sentí que podía provocarme un infarto solo de la reacción

raños, por más que sean como él.

eta seguía en mi mano aún extendida hacia él. Me intrigaba el porqué de su acerca

ta. Sé, que no la va a rechazar. No puede y yo

le dije - no voy a aceptar nada que venga de un extraño. Aléjese de mí y tome- saqué de mi bolsillo el único dinero que había traído para pagar los cafés - a

o, y le aseguro que esto no es nad

ño y sacando con fuerza mi muñeca de e

ó la tarjeta nuevamente, la extendió hacia mí y me respondió con

a mi oficin

ado, por su actitud que gritaba por todos lados, que tení

s narices y cuando por fin ví su nombre en la tarjeta, s

nombre y era también, el comprad

o yo, aún n

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