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Historia
Desde el Cajero hasta el Imperio de la Reina Tecnológica

Desde el Cajero hasta el Imperio de la Reina Tecnológica

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1789    |    Actualizado en: 17/12/2025

, Ángel. Estábamos a solo diez mil pesos de nuest

cesitaba un millón de pesos para una cirugía que le salvaría la vid

ocupado y me colgó. Lo encontré allí, no en urgencias, sino en un ala privada, m

cajero automático personal durante más de una década. Cuando lo confronté, filtró mis fo

llada y herida en la call

vidó de qu

a mi madre, la directora

z firme-. Estoy lista

ítu

to". Un futuro que ahora dependía de una cifra única e imposible: dos millones de pesos. Era un objetivo al que nos habíamos estado acer

voz de mi madre, nítida e inflexible, inte

able pero firme de que mi reloj biológico so

y tres años, mi vida. No te estás hacien

z, un dolor de cabeza familiar

Ángel y yo estamos trabajando p

sus

urante más de una década. ¿Cuándo vas

Siempre la tenía. Pero no p

inalmente había ll

segundo hijo. Nuestro objetivo era una casa, una vida juntos. Dijiste que nos casaríamos cuando alcanzáramos los do

intenso cuando estaba "trabajando" en sus aplicaciones, el próximo gran éxito que nunca terminaba de despegar. El silen

a asentido

lo. En cuanto lleguemos a los dos millones, t

Casi le había creído. Incluso empezó a hablar del tipo de boda que tendríamos, pequeña e íntima, jus

tiempo y mi dinero, fue acusado de infringir los derechos de autor. Un desarrollador rival afirmó que había robado su código, sus mecánicas de

podría esperar ganar con sus proyectos fallidos. Más incluso que nuestros meticulosamente ah

ho con la voz ahogada, los ojos desorbitados po

trabajaba". Así que yo me hice cargo. Siempre había sido la estable, la confiable, la que se aseguraba de que la renta

a honorarios de abogados, "negociaciones de acuerdo" que requerían efectivo y el malestar general de un artista "arruinado". Vi có

es nocturnas. Tomé turnos extra en el Cielito Querido Café de la esquina, el olor a granos tostados un recordatorio constante de las horas que estaba cambiando por di

seño. El almuerzo era a menudo un lujo olvidado, reemplazado por galletas saladas y café tibio. Las tardes eran una carrera frenética a la cafetería, sirviendo lattes con una

ibrante, había adquirido un tono pálido. Empecé a llevar una pequeña botella de antiácidos en mi bolso, un compañero constante para el estrés que me carcomía el estómago. Mi cuerpo se s

un sonido agudo e inoportuno

le había oído antes-. Es mi tía. Ella... se desmayó. Un derrame cere

e afirmaba que estaban distanciados o que era "complicado", pero s

ente se aceleró, imaginando camas de hospital, luces i

Un millón! No lo tengo. Mis honorarios de abogado... e

ntos noventa mil. Todo, y más. Mi casa, nuestro futuro, disolv

mente firme a pesar del temblor en mis

ación de mi banco, transfiriendo la mayor parte de nuestros ahorros. La pantalla

endo a ceniza. La casa de mis sueños

cargada de emoción, y por un momento fugaz, sentí una oleada de orgullo

ncéntrate en tu tía. Estaré allí ta

, una clínica privada famosa por sus t

ora -dijo-. Te ma

do. Voy e

del día. Había empezado a llover, una llovizna fría e incesante que reflejaba la desolació

istorsionadas mientras salía a toda prisa, mi mente

, mi codo raspándose contra el concreto. La tela barata de mis jeans se rasgó en la rodilla. Me quedé allí un momento, la lluvia fr

burlándose de mí. Novecientos noventa mil pesos. Mi esperanza, mi futuro, mi cuerpo adolorido y roto en una banqueta mojada. Respiré hondo, saqué

al tercer

o está tu tía? -pregunté, tratando d

reguntas eso? -su voz era clara, tranquila y completamente d

ldazo de agua helada, emp

é, mi voz apen

golpeando mi piel como pequeños fragmento

Mintió s

la línea

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