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Historia

Capítulo 5

Palabras:1112    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:06

daba sobre mí. La voz del doctor era un zum

auma fue demasiado severo. Y el tumor... está reaccionando mal al estr

o grabado de piedad, me dio

, querida. Evita más

roma cruel. Mi esposo ni siquiera había apa

urrucada en los brazos de Carlos en una playa bañada por el sol. Su brazo la envolvía protectoramente, su rostro una máscara de tierna preocupación

anta. Apreté los ojos, las lágrimas finalmente corrían por mis sienes, mojando mi cabello. Mi bebé. Mi precioso bebé mil

cipal, el aroma familiar y reconfortante de mi hogar había sido reemplazado por un perfume floral empalagoso y dulce. Mis ojo

leve ceño fruncido en sus labios. Sus ojos se posaron en mi fa

hando la alfombra de s

". No tenía idea de lo que esa sangre representaba. De todos modos, no le importaría. Me recordé

lodía alegre. Carmen. Llevaba mis pantuflas de seda. Caminó

u té favorito. -Señaló la tetera. La mía. La que l

emoción, como si estuviera dando el pronóstico del tiempo-. Necesita un

sintió c

tis, como empleada doméstica. Solo hasta

hirvió. Pero no podía gritar. No podía enfurecerme. La cabeza me latía. Simplemente me

ó, su voz baja

. Carmen ya ha pasado por sufici

a-. ¿Comprensiva con la mujer que mató a mi hijo? ¿La mujer

ar mi falda, una expresión de

sentido. Necesitas des

plicar, un grito teatra

ano! ¡Me co

cada. Oí sus murmullos frenéticos, el delicado gemido de Carmen. Regresó,

rostro surcado de lágrimas,

Solo intentaba ayudar, lav

rlos, su voz suave, gentil-

da y de encaje de la cesta de la ropa sucia -la ropa interior d

propia sangre, ahora lavaba con ternura la ropa íntima de otra mujer. Solía hacerme sentir asquerosa por existir, por ser humana, por t

funda, construida sobre su vulnerabilidad fabricada y su complejo de salvador. Finalmente había encontrado a alguien

e un golpe. Esto

se apoderó de mí. Saqué los papeles del divorcio, ya fi

, Carlos.

máscara de rabia. Con un violento movimiento de su brazo, env

s siendo dramática, Alej

ó y corrió hacia él, trata

, cariño

oz finalmente quebrándose-. ¡Sanguijuela manipul

de balbucear una negación. Pero no esperé. Me di l

nunca más! -rugió Carlos, su voz espesa de furia-.

lo que pareció una eternidad, sonreí genuinamente. U

je, mi voz c

rás el caos, la traici

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