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Historia
Vendida a la Bratva: La Traición de Mi Esposo

Vendida a la Bratva: La Traición de Mi Esposo

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1192    |    Actualizado en: Hoy, a las 19:02

y nuev

ue mi esposo, Damián, entregó mi vida a un cártel riva

riciando el vientre de seis meses de embarazo de ella en mi propio funeral. No pa

iado. En lugar de eso, protegió a Lucía. Creyó sus mentiras de

pilla familiar hasta que mi espalda quedó hecha jirones. Luego, me arrastró al techo y me arro

sabía que era ella quien vendía secretos a Los Valdés.

teniendo el collar de diamantes de los De la Garza, rogán

detrás de mí: el sicario que recibió una bala por mí

mantes, lueg

ey -susurré-. E

ítu

y nuev

sde que mi esposo entregó mi vida a un cártel riv

e la hacienda de los De la Garza para encontrarlo acariciand

es contra el pavimento mojado. Me paré al borde de la multitud de luto, un fa

naturalmente. No había

gida a la perfección. Y Damián Ferrer, el hombre al que había jurado amar hasta mi último aliento, parecía so

sticos, debería estar pudriéndome en una zan

so. Arde más que el mezcal de Los Val

lo cortara una cuchilla. El silencio que descendió sobre el ce

do, se abrieron de par en par. La sangre se le fue del rostro tan rápido

e a su estómago, protegiendo el bulto que no debería exi

No fue un saludo. Fue

era áspera, destrozada por meses d

miné hacia la Suburban blindada que me esperaba, dej

Damián se sentó frente a mí, mirándom

s de que pudiera hacer contacto. Se e

jo finalmente, con la voz ronca-

s en la penumbra. Diez dedos. Con cicatrices,

o desprovisto de calidez-. No revisaste

nada.

r mi santuario. Ahora, el aire estaba cargad

ma de

d separado. Estaba de pie junto a la chimenea, con las manos acunando su estómago

z temblando-. Nosotro

irada a s

ica una cantidad significat

Protegiéndola. Siempre protegiéndola-. Encontramos consuelo el uno

peté-. Tiene seis meses. Yo

observando cómo la com

cto del duelo. Es pro

diez grados. Damián miró a Lucía. Ella palidec

mismo -le dije a ella-.

escritorio y lev

ndo? -preguntó Da

Tienes una opción, Damián. El heredero o

scapar un so

¡No puedo

ó a su lado

para! Es

on una ternura que no me había mostrado en años-. Has

el momento en que pisé suelo mexicano. Los golpeé sobre la mesa de

gí-. Separació

ió. La conmoción se evaporó, reemplazada por esa frial

cía jadeando en el sofá,

e, los rasgó por la mi

n retumbar peligroso-. Y eres la seño

nfeti de pap

opiedad, Sofía

Lucía, tomándo

pital. No salgas d

la puerta cerrándose c

a ella.

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