img La última cazadora  /  Capítulo 3 Capitulo 2 | 100.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 3 Capitulo 2

Palabras:2432    |    Actualizado en: 12/07/2021

vez no me si

me siento débi

me siento dema

solo aplauso m

ner al margen mis emociones, mi corazón se va a salir del pecho por la rapidez de sus palpitaciones. Es una

ando toda mi valentía y curiosidad, y me giró para observar a la persona que fue la causante de que mi

al principio y que me observaban con el mayor odio posible. Es como si la habita

ca? Lo má

una ilusión, o solo es mi mente jugando en mi contra? Tal vez mi desgaste em

ro ent

inar con lentitud. Las cadenas ya no están, y al acercarme a una de las sillas de los trono puedo ver

viví los pasados tres m

ilus

e me explique qué es lo que pasa. La única respuesta que obtengo, nada.

r mi nariz. Doy varios pasos al frente, hacia donde se suponía que yo estaba an

e no debería

e no deseaba

acer que recuerde aquella n

nte y lo recojo. ¿Cómo

suelte el collar dorado que se desliza por mis dedos, c

legar, su aura se encuentra bloqueada, no puedo sen

al ver a la pers

es

men

maldit

ro que todo desaparezca, que esta mierda de pesadilla termine. Rascó

, — mi bebé. — Aquella mujer de cabello negro da un paso al frente

n mi voz temblorosa, desean

cabe, quiero term

soy y

hice, no sabía que quería lograr con aquel acto. Tal vez solo deseaba que todo de

s ojos

do dejar que esto me afecte, no es nada, está mu

erte decidió no llevarte. N

Ni

a para interrumpirla. — Estás m

fantasma de

n mi pasado, borrando toda muestra de lo que a

sobresaltara. — Soy tu madre y

tanto. Ahora te gustaría explicarme qué mierda pa

nervios mientras muerde su labio infer

ue me dejó confund

n murmullo. — Eso es ca

edarías sola, eres mi hija, mi niña. No me importó bajar la cabeza y arrodillarme ante los nuevos reyes de lo sobrenatural.

s a mis costados, — porque si yo hubiera sido

adamente cuando lo estás, que a veces llegas a lastimarte y a sacar sangre. — Trago saliva y con ello su orgullo para decir las s

e al menos hubiera muerto con dignidad, los cazadores más que ser una organización que mantenía un equilibrio entre el mundo sob

cua

de la base. — Mamá me estiró una daga que había anhelado desde que era una niña y

quedar frente a frente con la mujer que me dio la vida

aquella daga que me ha entregado m

ngo y lo afilado de la hoja. No pude evitar sonre

de la mujer que ha dado la vida por mí. — Es la daga de pa

ltima vez la daga, antes de ent

lor negro me miraron

blé entre dientes mientras enterraba más la daga y la retorcí

ebé? — Dijo con tanta di

rió cuando l

te el cuerpo cayó al suelo, dejando ver el charco

odía. Por un momento mi cuerpo había sentido tanta energía, me sentía

te a mi. Un hombre vestido completamente de negro, en un fi

rastró su voz con una frialdad aterradora, que

— Dije con esfuerzos, no sabía de dónde hab

nergía como si hubieran a

ue tragara saliva ruidosamente. En mi panorama aparecieron los zapatos de aquel homb

mi cabeza se hizo presente. Tan agudo y doloros

le me encontraba de pié

ún así finges ser fuerte, dime ¿Así log

dente aún para mí. Sus ojos negros eran lo más llamativo de aquel hombre, son tan oscuros y fríos que podría perderme en ellos. Su cabello era levemente largo, pero

edor cayendo al suelo me hici

rodeaba mi cuello tomando el lugar

on cinis

se hacía más fuerte. Las uñas de aquel hombre crecieron con dema

punto en el que no seamos iguales. Ap

jaste muchos puntos en blanco al

esliza por mi cuello dejand

sa. — Eso significa tu nombre ¿No es cierto? Por eso le

o frente a mí supiera el significado de mis palabras. Un silenc

er, fuego

engaño en

la m

mal en la vida, pero po

cl

í, a tan solo unos cuantos centímetros de di

desboco ante

roso que había llegado a sentir en algún momento, el po

abía posicionado frente a mi, que no retiraba su vista de mi rostro. Y q

amente, dejándome observar como las u

cuatro tronos y sentarse. Cuatro hombres con gran impon

zón del porque solo estamos nosotros cuatro en un habitación, sin guardias, ni público y con

n si tuvieras toda la ayuda del mund

erdo — Los cuatro hombres me miraron con confusión

z que te veo. — Sus uñas golpearon

que llamó la atención del demonio. — Kanan, eres estupido

erd

ón. — sonreí levemente al ver que logré dar en su punto débil — Tu herman

l ver la furia en su rostro. Los otros tres hombres se pusieron de pie, al ver el

monio me tomó por el cuello y me ahorcó. Con el golpe me quedé sin ai

mato, de una forma dolorosa y lenta. —

ada. Mi vista se empezó a nublar

ando!. — Fue lo último que esc

Anterior
Siguiente
Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY