img El secreto de su voz  /  Capítulo 3 PRIMERA PARTE: Los Secretos de Harrison | 5.56%
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Historia

Capítulo 3 PRIMERA PARTE: Los Secretos de Harrison

Palabras:2778    |    Actualizado en: 04/08/2021

ítu

ía por qué no lo he olvidado. Desde su partida no supe nada de él

o. Se aproximaba el invierno, las calles estaban frías. Me coloqué mis guantes y saqué

que hacía y cerré mis ojos mien

sonas ahí. Miré cómo el humo salía de sus tazas de café. Respiré p

o el menú. Un chico se dirigió a atenderm

r al Locaut después de tan

preguntó qué iba a pedir, yo guardé s

te caliente para lleva

el envase. En cuestión de un par de minutos lo trajo

una semana después de que él se marchase, con

r. Ca-miné hasta la salida examinando todo su nuevo aspecto,

rían el siguiente día en la noche, así

dinero del pueblo, un estatus que le hace creer que tiene el dominio de todo. La miré de reojo y ella

rás habíamos sido inseparables, pero tod

quedándome a esperar a Lisa, tal vez si me hub

ntes era la niña linda del pueblo, ahora soy una amenaza, una golfa mentirosa e

odio aquel

lejó mientras caminaba. Me detuve y vi que era el auto de Mathius Copelman, el líder del equipo de baloncesto, siempre pensé que no e

—inquirió él con voz burlona y se rieron sus amigos. C

bien —lo secundó Facundo Larrá, tocán

e subir más

ta mentira acabe!››

utos insoportables, se

ara tomar el más largo. Mientras caminaba miles de recuerdos se

i impotencia de ver cómo toda una vida perfecta se destruyó en una noche

dolor era casi igual al que sentía cada día en mi corazón desde aquella noche del incendio a mis doce años; la sangre se vertía a lo

e lo había dejado en aquel lugar en donde me corté. Pero no iba a decaer, me faltab

cómo unos chicos se drogaban. Por efecto involuntario me detuve, ellos

al saber que descubrí su secreto. Descubrir algo de alguien en este pueblo, es un p

aban más. Sabía que venían detrás de mí, así que no miré hacia ellos. Tratarían de alcanzarme par

callejón y salí por otra calle. Me detuve a

é despis

o había rastro de ellos. Me agaché y traté de

har la mirada. Me levanté poco a poco y caminé has

r con más fuerza, en un instante sentí una fuerte punzada en la cabeza y simple

n las escaleras de la entrada, miré mi r

noche. La venda que me había hecho estaba llena de sangre. Abrí la puerta, entré a casa y me devolví a cerrarla con seguro. Me quité la chaqueta y la lancé al suelo, caminé has

sofá con las luces apagadas, cerré mis o

, me frotaba mis ojos y luego me arreglé el cabello. Coloqué mi mano en la manecilla y abrí, pero no vi a nadie, eché la mirada a los lados y la c

i nombre, pero no tenía ningún remiten

aceleró. Eran las mismas palabras que Sebastián m

idado y había u

tanto para abrirlo. Estaba esc

reí al

sobre, pero luego de leer las primeras líneas e

ida

reproducciones que pronto te llegaran. De

or si no puedo llegar a tiempo,

nicio del sobre. Ahora de seguro est

que estoy haciendo?››. Me co

a sería la respuesta. Han pasado ocho meses desde que me fui. Fue u

oy jug

í como sé que creíste que era una

cartero, le pedí qu

mano derecha. Miré la mano izquierda y no

manzana del estante de abajo. Cerré la puerta del refrigerador con mi pie. Sostuve l

nifica todo esto, y po

rta pensé que no eran solo esas do

que hoy sería u

ndo poco a poco. No te desesperes ni

tro dispuesto hacerte una burla, ha pasado el tiempo y quiero recompensar cad

tián volverá!›› sonre

to decepcionarte, sé cuánto me quieres v

ucho po

re quisiste saber quién era en reali

er todo de él, éramos transparentes el uno con

conozco? o ¿por qué querría sa

mi habitación. Al reverso de la

PIAP en 20 min

ebastián

”. Teníamos once años cuando le colocamos ese nombre a una cabaña abandonada en el bosque. Ir

duché lo más rápido que pude. Después de

camiseta. Traté de secarme el cabello con u

qué muy

ntrara rápido. Abrí la puerta, salí y cerré. Caminé hasta el auto con mucha prisa, sin caer en las carreras. Abrí la puerta e intro

e daba golpes al volante de la emoción. Después

e años y estaba sentada en las escaleras con un bate de béisbol y una pelota. Vi cómo el auto

sa del frente. Lisa estaba tan emocionada por su fiesta y por el chico nuevo, que quiso hablarle. Esa misma tarde me tomó por el brazo y me arrastró hasta s

s de conocerlo, solo quería ju-gar.

bordillo esperándola. Él abrió la puerta y ella enseguid

y comenzaron hablar con Lisa, yo estaba detr

quería

s nuevos vecinos, Nita—dijo

sonrió y pid

sobre sus trabajos y lo mucho que admiraban

nca, Lisa tenía un vestido. Yo tenía puesta una gor

aba ese equipo. Enseguida me agradó. Comenzamos

. Querían que ella escuchara sus discursos aburridos. Ese día cuando nos fuimos, yo sabía que ella e

é un gorro que tenía en el auto y el

cabaña de P.I.A.P. Estaba un poco distinta, t

aba que entrara. Abrí la puerta lentamente. La casa estaba pintada por d

mé mientras observaba

aire distinto. Con la punta de mis dedos tocaba las paredes

¡Ya llegué! —repet

die re

nota. “No estoy, pero lo estaré” y al lado había un s

acia tu izquierda. Ve hasta al

un televisor, un DVD co

ierta, así que no hacía falta encender las

colocada fr

hacia l

etuve a

a y solitaria en medio de un bos-que

recía que había sido unas cuantas semanas atrás. Lo toqué con mi mano izquierda de arriba h

roma. Comienza a cami

Era un pasillo pequeño, que

luces. Está cla

r algo de miedo. El p

o de los chicos del colegio? ¿Qué había

enc

lo sentí muy a menudo. Es

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