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Historia

Capítulo 7 UN DESCUBRIMIENTO QUE AMENAZA CON DESTRUIR A ARTURO

Palabras:2192    |    Actualizado en: 03/10/2021

a apetito; aquella mujer me dio mucho que pensar, pero, la verdad, el dinero me hacía mucha falta, ya que no podía permitir

causa del alcohol y no me sentía capaz de andar de un lado para otro buscando indicios que me llevaran a resolver el caso. Esa mujer

timos años. Una noticia me llamó la atención: una prostituta de veintidós años, Victoria Canales Martín, había aparecido asesinada en una carretera secundaria de un pueblo cercano. Le habían desfigurado el rostro y quemado las yemas de los dedos, por lo que el descubrimiento de su identidad había sido todo un reto para los forenses. La chica provenía de una familia bien situada y era estudiante de derecho, a decir de muchos una buena estudiante y una buena chica. Nadie sabía que se dedicaba a la prostitución de lu

g y se pasó seis meses en coma, al borde de la muerte. Pronto el mundo deportivo le olvidó en aquella cama de hospital y vegetó acompañado por los pocos amigos verdaderos que le quedaron, entre ellos me contaba yo; y cuando ya nadie apostaba por él se despertó, pidiendo un plato de callos, su comida favorita y un vaso de vino. Sin duda ese era el verdadero Morlaco, nada de él se había perdido en el camino. La vida comenzaba para él y fue un palo muy duro empezar desde cero, ya completamente olvidado por todos y con todas las puertas de los gimnasios cerradas en sus propias narices, habiéndolo sido todo. Decían que el coma le había acabado de fundir el cerebro y que no lo querían cerca de los nuevos púgiles; fueron crueles, sin duda guiados por alguna mano negra que no deseab

ía que preocuparme por nada ni por nadie al menos hasta la mañana siguiente. Envuelto en el perfume de la más maravillosa de las mujeres que había conocid

al presagio que por la necesidad de coger su dinero. La luz del sol me aclaró las ideas y me hi

al otro lado del auricular. Desde un primer momento supe que n

encuentra la señor

na señora Delgado –

ve ahí? Ella misma me dio

es. Habrá querido gastarle una br

nta por las buenas en mi casa, me embruja y todo ello para nada. ¿Cuál era el fin de todo aquello? Debí de haberlo sospechado cuando le pregunté por su nombre y ella titubeó antes de decírmelo, ya que estaba haciendo un esfuerzo por

n la misma facilidad y rapidez que se bebía una botella de aguardiente. Decía codearse con la clase alta de la ciudad, la flor y nata de la aristocracia y los nuevos ricos. Chorli en otros tiempos ejerció como abogado, incluso casi llegó a ser juez; pero un día se sorprendió al comprender que lo suyo no eran los libros, ni las togas ni los conflictos: amaba la libertad y quería vagar libre, de un

ercando interesados en escucharle. Era un hombre que tenía un don muy especial para la palabra hablada, porque de la escrita huía como de la peste; así se podría decir que el mundo perdió a un g

entiendes de la vida! Nunca hay que mezclar el alcohol c

mportaría si hablásemos un momento a so

que no se los voy a negar a un buen amigo. Vaya

. Nos sentamos uno frente al otro, separándonos una mesa repleta de vasos y platos sucios, algunos con comida reseca que daba un mal

e inquirió mirá

ida y con mucho dinero. Decía llamarse Miranda Delgado, aunque no lo creo, po

has hecho podría haber unas cincuenta mujeres o más –tomó un sorbo de anís para hacer un

a en oro blanco con

mpió con curiosidad, dando muestras de conoc

acto. ¿L

pre la lleva encima, para presumir de ostentación. Pero creo que es mejor qu

s es? –le preg

iós. Ya tienes lo que querías, ¿n

ra el mismo, pero el mío era peor. Laura de von

epetí incrédulo-. ¿La mu

erte en la boca del lobo y te van a devorar. Ten mucho cuidado, amigo.

guir filosofando sobre el vivir y la libertad, olv

había ocultado para conseguir más fama y más dinero. Y ahora su esposa me visitaba bajo un falso nombre... No acudía a su marido

de Pablo pudiesen entrar allí, en aquella habitación. Por eso cerré firmemente la puerta y la ventana una vez que llegué de mi visita al Chorli, como si de esa manera los pudiese espantar. Sabí

urrió, algo que me hizo despertar de mi largo sopor y me decidí a actuar una vez más, d

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