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Historia

Capítulo 3 El Duque de mis sueños.

Palabras:2979    |    Actualizado en: 02/10/2021

a, en los depósitos de café, el cuartel de trabajadores, para tratar de descubrir sus regalos, y creyeron

ría del hogar. —Se

ponerse de pie y saluda

Lina, y luego lo hizo con su hermano menor Jorge, después se inclinó an

erdad mi cielo? —se dirigió a su esposo, quién la

Milagros es tan bel

rano —comentó Luisa Fernanda, ace

iña, observando con su mirada

do sus regalos —mencionó Luisa

se dirigió a la cocina, ahí estaba Jairo. Milagros se s

a, sin embargo, su padre frunció el ceño, a Gonzalo no le gustaba

trae un tazón de papas —

ó Luisa—, necesito que Jairo y

salió de la hacienda. Los pequeños sabían de los lugares donde solían esconderse los hermanos Duque, los

a abrazó con ternura—, es

ondió ella temblando—. Regresem

n sus vivaces y castaños ojos a la niña de

, el señor Duque junto a su hermano Jorge salieron en búsqueda de los

uel se ha comunicado con

reocupación de no saber nada de l

formó—, dice Miguel que después de aquella decepción a

rido va a comandar una misión importante con el ejército —comentó sintiendo un es

a hacienda. Lina María se llevó la mano al pecho cuando una de las ventanas se abrió de

*

el sector, los pequeños no tenían donde

por el torrencial aguacero trataron de cubrirse bajo un árbol, pero el viento soplaba muy fuerte y la lluvia consigo. Carlos div

, con hambre, y miedo, golpearon la puerta de la casa, que estaba adornada con un par de campanitas, hechas con botellas de plástico. Una señora más o menos con tre

eña mesita de madera rustica; sin embargo, en una esquina en el suelo de la casa reposaba un pequeño nacimiento, no era ni la mit

abitación y les daba ropa limpia de sus hijos, no era de la calidad a la que

s perdimos —resopló él. La señora se quedó pensa

queños asintieron con la cabeza, mientras secaban sus cuerpos con una franela y se cambiaban de ropa—. Sus padres deben estar muy pr

amos juntos que es lo imp

buena señora les servía en unos jarrito

en su casa, pero un plato de frijoles con pesuña de chancho no les va a faltar, ellos tenían tanta hambre que cualquie

tado de caminar y por la falta de recursos económicos no podía comprarse una silla de ruedas, ento

la… ¿Quién vino? —p

s pequeños, al parecer son hi

Nos van a acusar d

estionó a Pablo—. Pobrecitos si estaban

emas de los que ya tene

hebuena, es época de compartir,

tanto pararme de aquí, y poder

mos a venir a estar con vos —expresó

*

tarea de localizar a los niños. Luisa Fernanda y Miguel, y su familia oraban suplicantes por los pequeños. La señora Du

por si de pronto algún vehículo con noticias de Carlos y Joaquín, llegaba a la hacienda. Milagros lloraba asustada abrazada a

*

mujer les puso a cantar villancicos, les habló sobre el nacimiento de Jesús y el verdadero significado de la navidad, cerca de la media noche, llev

s dos hermanos se abrazaron entre ellos con fuerza, se desearon feliz navidad, sin importarles regalos, ni la fastuosa cena que estaba preparada en la hacienda, ellos estaban contentos de tenerse u

os carritos, mientras Carlos, observaba sorprendido, él había armado todo ese problema por un piano, y sus amigos se conformaban con esos sencillos objetos que quizás no durarían

uede hacer otro… ¿Verd

n júbilo al ver que sus enseñan

emocionado. Carlos, no tenía palabras, en ese moment

*

lágrimas en los ojos, el alma le regresó al cuerpo, hizo lo mismo con Carlos, mientras Luz Aída, q

as malcriadeces de este mocoso.

os niños, menos a mi hijo —interrumpió

arlos soltó u

o habrá un Duque de esta familia que se libre de la maldición.

s frases de esa mujer,

enda, la hizo sacar de su propiedad, mientras ella se

ó Carlos a Joaquín, ap

da bicicleta y para sorpresa de Carlos, su padre le entrego un órgano eléctrico con el pedestal incluido; ambos niños se miraron a los ojos y sacaron los carritos con material reciclado y se los mostraron a sus padres; sin embargo ellos estaban muy lejos de sospechar lo que sus hijos planeaban,

to, recuerdas que vos y yo prometimos que ap

aron en su mano la delicada flor de la orqu

lgún momento tengo que dar la vida por vos hermano lo haré. Te voy a amar siempre, agradezco

ra lo que sea, yo voy a estar a tu lado, nunca te voy a abandonar

se encontraban, pinchó su dedo en uno de los espinos y Joaquín hizo lo mismo, ambo

lo que he recibido hermano

onces regresaron a la casa, decididos a hablar con sus padres. Los dos pidieron vender la bicicleta y el

les dio en dinero el valor de la bicicleta y el piano, y los acompañó a comprar la silla de ruedas para Pablo y obsequios para el resto de su familia, entonces esa misma tarde se la entregaron a aquel

e regalo y un lazo encima, lo que en realidad importó ese día fue el juramento que hicieron de cuidarse y protegerse, de estar uno para el otro a pesar de las circunstancias, a

r, y luego el fallecimiento de Luisa Fernanda fue el detonante para que la amargura se posara en el alma de uno de sus pequeños, mientras que la culpa no dejaba en paz al otro, nadie supo, ni entendió cuál fue la verdadera causa del distanciamiento entre los dos hermanos, lo que sí

*

nd- Estado

des

de la pequeña al escuchar aquel relato, s

mirada, hablando con la hermosa mujer de

acudí ante vos, tienes un corazón muy noble, además eres valiente, y decidid

iña cambió y su mira

—. ¿Qué debo hacer? ¿Cóm

econocerás su mirada, tú sabrá

la mujer que se le aparecía con frecuencia, entonces grabó en su memoria esos oj

ó Diana angustiada— te hemos

muy bonita mamá, cuando yo sea grande debo rescat

lo que consideraron conveniente llevarla a un especialista, sin embargo María Paz afirmaba que nada de lo que decía era producto de su imaginación, y que aquella mujer que llegaba a visitarla era real, sin embargo no tuvo como

I

*

sfrutado de este relato. No olvid

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