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Historia

Capítulo 3 dos

Palabras:4898    |    Actualizado en: 02/11/2021

tulo

os adiós, él levanta ambos pulgares y sonríe exageradamente. Me agra

e atemorizante. Sus ojos azules siguen mi trayectoria, cada pequeño movimiento es observado hasta que me siento en la incómoda silla fre

iendo, con la boca seca — ¿cómo estás? —pregunta en un mero afán por

mi dormitorio, las paredes están oxidadas, hay una pequeña ventana por donde entra un aire cálido y con olo

eck, ¿lo recuerdas? — no me

nríe tratando de tranquilizarme, su sonrisa es aún más terrorífica, como cuando peleas con algu

veas en él, depende del resultado te haré un pequeño grupo de preguntas relacionadas para estar más seguros — asiento, él voltea el cartón para que vea la tinta, pero no veo

ebería jugar con esto, me estoy jugando mi futuro . Cuando los abro decido que sea lo que sea que

por otro. Esta tiene color y s

que se despides o así—El psicólogo se remueve en la silla y saca uno un p

es aquí

—Es …— me pongo un poco rojo, de seguro —en la parte de arriba parece un… pene —cambia a la siguiente, gracias a dios —Dos mujeres que hablan, o pelean —la si

esta? —tambié

ro y en la parte de abajo… son flores —¡Flores!

s —me remuevo en el asiento, e

imales del fo

e a un lado, luego saca un folio color negro y comie

metas en la vida? —m

ahora solo quiero entrar al herba

oso? —pienso

ho, la

stresantes? — me aguanto las ga

actuaría con cal

as personas? —Esta la tengo más clara, pe

cesita lo ayudo…pero usted sabe qu

ente y sé que lo entenderás algún día. Esta es la última pregunta —deja ese

e, ¿qué harías? — la respuesta es demasiado fácil para, me escondería hasta que el hom

reguntas sobre mi salud en general, y una enfermera pasa a sacarme un litro de sangre para "estudios". Cuando salgo lo primero que veo es que Edee se ha quedado

grita y lo tomo

ón y se limpia la saliva qu

mono —¿cómo te fue? — estoy a punto de contestar cuando el hombre de la lista

nso en que Jina tiene razón, de algo me sirve ser el sobrino del general, ya que cada mes recibo una pequeña suma de dinero que se desliza por debajo de la puerta. El dinero aquí no lo maneja cualquiera, al menos ningún estudiante, ya que no se no

blandas, un pan con mermelada de mora, un pequeño trozo de panela

quedando sólo con la camisilla. Me lanzo a las palomitas de maíz que están más blandas de lo que pensaba, y aparte también están simples y grasosas. El pan se desmenuza en los dedo

eño tallo verde del grosor de un dedo se alza un par de centímetros y se enrosca como el cabello de Marian. Doy un respingo cuando veo que el tallo se mueve, retrocedo unos pasos y caigo de culo cuando me enredo en el pequeño tapete que hay al pie de mi cama. ¡El pequeño tallo se mueve! Movimientos diminutos y casi imperceptibles, pero al fin y al cabo movimientos. Me pongo de nuevo de pie y

uié

un hombre, pero no

demonios

tándole el paso, pero de un rápido movimiento se cuela sin que yo pueda evitarlo. Cierro de nuevo la puerta no sin antes revisar los pas

y raras? — pregunta

puerta del baño mientras me

se encoge de hom

s hubieran preg

aire en un gesto que no entiendo —después de los

port

arece abstraído —¿crees que te haya tocado en

lulas— cruza las manos detrás de

os negros en los míos —parece que perteneceremos al noventa po

rd— me mira de nuevo y

cuántas veces te lo

ta más

tienes ahí arriba— volteo los ojos y suspiro. No va a cambiar —¿qué pasa co

mplicadas— digo co

l hombro de forma amistosa — es broma— sonrió y me lanzo una palomita a la boca desviando la mirada hacia el baño

e no me da tiempo de reaccionar, camina y cuand

entre abierta. Confío en él, claro, pero le prometí a Grace que nadie vería l

nariz tirando hacia arriba. Cuando ya no puedo respirar me obligo a abrir la boca y aspirar, le suelto la mano y le aprieto un pezón, da un peq

uego, nos empujamos y reímos de vez en cuando. Diez minutos después nos exte

ahí? — Men

de pelear conmigo para averiguarlo por ti

de tu nueva amiga? — me siento

bre es Rosa—

? No me

mundo en la nave— le a

buscan las chicas más fáciles, siendo

por qué no se lo he dicho si él ya lo sospecha, es más, ambos sabemos que el otro sabe, yo sé que él lo sabe, y él sabe que yo

yo no esté, es delicado y se rompe fácil— camina hasta la salida y se gira antes de salir —que rápido creces, ayer te hacías la paja tú solito— desaparece antes de que el zapato

o a la planta —tienes

espaldas, cierro la puerta del baño ta

ocar a mi cuarto? — le digo a Marian m

mbros. Está hermosa, trae un vestido rojo que le baja hasta las rodillas y un

grar un poco. Saca un pañuelo blanco de los pliegues de su ves

ía, lo único que le pedía al cielo era que no te fueras

deseos— mi voz suena r

enrojece. La sangre se ha detenido y cuando Ma

labrota. Se encoje de hombros restándole importancia

nariz esta tan roja como una manzana. Parece

l agua frí

ro qu

que el agua fría me caiga directo en la nariz por un largo rato. Estúpidos reflejos, se supone que para eso me entrenaron todo mi vida, y ahora me golpeo a mi mismo con la puesta de baño. Patético. He de

arian ya ha sacado mi nuevo mono del

de una tela suave y ajustado al cuerpo, de manga

tras tomo el mono. Ella me da la espalda cuando comienzo a

aremos

suben casi hasta las rodillas. Marian se voltea y comien

ajustado, pero es lo suficientemente flexible como para levantar las manos y tener buena movilidad

…..……

vento. No hay sillas, así que las personas se amontonan frente a la tarima. Una marea de monos negros mezclados con ropas medianamente decentes debido a la ocasión, se mueve como las hojas al viento. En la tarima hay diez

s de la tarima. Me saluda con un gesto de la cabeza, y aunque me mira la nariz con desconcierto se

u primo es demasiado descuidado, seguro deja que te roben— Marian parece demasiado contenta sujetando nuestras manos. Ella y Edee siempr

nemos ventaja al vivir en el arca principal, ya que nuestros familiares pueden asistir a la ceremonia mientras que los demás chicos tienen que via

adres, los de Edward y los de cientos de niños más, incluidos los de Jina y Pol. Nunca volvieron. Edward nunca le perdonó a su padre que lo hubiera abandonado, desde entonces odia que le recuerden que ambos se llaman de la misma manera, tal vez le hace recordar que lo último que le dijo fue un "te odio". Las últimas palabras de

, con sus ojos azules escudriñando la multitud. Cuando sus ojos reconocen mi cabello por encima de todos, Edee y yo, que seguimos sujetando a Marian, la levantamos para que él

segundos y luego el psicólogo se pone de pie, camina

os un minuto de silencio por nuestros compañeros que perecieron en la caída de nuestra vecina Luna hace doce años justamente hoy— t

o cada año— Edee y yo lo imitamos mientras lo dice —una persona hace mejor lo que sabe hacer que lo que le gusta hacer, porque una persona que sabe lo que hace lo hace bien— es la frase más estúpida que he

ultados de la prueba de aptitud y los trabajos ya están asignados— miro a Edde,

señan en Emma son: el trabajo en el herbario, el hospital y la cocina. Si a alguno de nuestra nave le asignan otro empl

ser una chica de cabello rojizo, sale de entre la multitud y camina torpe h

ación y justo ser de primera— la chica se pone

ueda sin aliento y se dirige a la representante de esa sección que se pone de pie, camina hacia una mesa, toma un paquete que contiene el uniforme se

ete tr

escu

hosp

herb

gr

co

miento, electricidad, construcció

iforme y la llave, luego pasa a dar la mano, cuando pasa por Grace ella se le queda mirando, será uno de sus nuevos aprendices. No cual

más que mi cabello blanco. Se ve segura y feliz, con una hermosa sonrisa que se borra cuando la asignan a la granja. Baja con su uniforme y la llave sin darle la mano a nadie, sale por la puerta, y yo me quedo mirando por

Estúpido. —seguridad — Marian aprieta mi mano tan fuerte que me hace daño. Edee se queda un segundo petrificado y cundo vuel

drá que

orme en el suelo y cargar a Marian que comienza a llorar en su hombro bajando el tono p

es apoyar mi mano en su hombro y no llorar. Después de tanto tiempo juntos nunca habíamos meditado la posibilidad de separarnos, y ahor

a inhalar por la nariz y exhalar por la boca. Siento mi cuerpo más pesado de lo normal cuando subo por las escaleras. Soy consciente de las miradas de curiosidad de los chicos de las otras arcas, el

mi nuevo casillero se agitan ante mi cara me obligo a tomarlas, luego me vuelvo para ver a el representante de la sección y me encuentro con un hombre de color, con dos metros de altura y una cara de pocos amigos que me ofrece la bolsa. Le doy la mano mientras finjo un poco de fortaleza que no tengo, luego camino hasta las sillas y le doy l

no es lugar para ti— respondo lo único en

No la d

é de eso, no

ome

enario y cuando llego hasta Edee y Marian veo que ella ha llorado tanto que tiene los ojo

r de nuestro futuro es que

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