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Historia

Capítulo 4 QUEMADA

Palabras:1779    |    Actualizado en: 09/11/2021

sita semanal y le enviaban cartas y fotografías casi a diario, pues sabían que la muerte del ingeniero fue un accidente y Moki pagaba lo preciso, sus hijos y mujer confiaban en ello, ansia

junto a él, Diego lucía alfeñique, aun si estaban sentados uno frente al otr

a la policía tras asesinar al médico cirujano, hacía cuatro años, se negó a hablar siquiera con su abogado y su única declaraci

nmovió al asesino lo suficiente para que siquiera contara su versión del crimen, tuvo que v

Diego, traía el cabello suelto sobr

prisión de San Quin

el turno

ivir en Lacarosta, no cre

lte es bueno

en la celda, Diego, en el día e

con una sonrisa fingida—, aún fal

libertad condicional, se podría solicitar con base en

nenito precioso. —El abogado relajó su gesto y extrajo del bolsillo interior de su saco, un papel doblado y de éste, una fotografía—. Cumplió c

l, muchos niños, gritos, dulces y globos, le llevaron muchos obsequi

se parece t

to es

planes que teníamos? —El visitante asintió— Todavía sueño con eso, todo está aquí en mi cabeza —ind

si tú te ayuda

o mejor pa

iego, y le revelaré todo. —El reo sonrió co

fiesta, cómo vestía

familia: Moki y sus hijos, en especial Yato, a quien le confió lo más valioso y amado en el mundo para él, pese a que sólo lo conocía a través de fo

ellos resultó herido con una navaja, así que Diego permaneció en la enfermería incluso después del úl

as el médico guardaba sus pertenencias e instruía a Diego sobre las atenciones posteriores para el enfermo, notó

sucede

doctor? —Al escucharlo, el anciano le

azón, hue

a! —interrumpió

dado olor, como si hubiera una parrillada aquí mismo. —Haley tragó saliva, pareció esconder la mir

ejé escrito mi procedimiento al médico -de la noche-, Diana

ional se retiraron. Haley sudada y soltaba respiraciones largas entre los dien

ió; enseguida, el preso desandó hasta la gaveta— Pen

etos y tú, los míos. —El preso soltó una risilla y l

un vaso con agua—. Al tercer error que cometes, te lanza del último piso y si no te r

estructura se deterioró y paulatinamente quedaba en el olvido. A lo largo de esos años no hubo quejas de internos ni personal, así que el gobierno consider

onfesó luego de tomarse la medicina, dejó el vaso en

me imagino que ya te lo dijo Johnson —continuó Diego cuando Haley confirmó—. Un tipo llamado Chris lidera a los del Bloque A, t

onseguiría

o. —Se sentó en el banquillo y asom

mpañía, supe que t

dole la razón—. Insiste en b

, es como si te amara en secreto. —sugirió con

spués de que tú y yo fuimos amigos -o eso creo- dos años en la prisión de San Quintín, que seguimos callando nuestros secretos y te rechacé como cien veces, aún no puedes creer que no me gusten los homb

se levantó para adelantarse a la puerta—. Mueve el culo, Diana, ya quiero ir a comer al

on un ademán que Hal

do entraron al pasillo en que se dividían las celdas del Bloque B, donde estaban los

o Diego quedó pálido en un instante, mirand

o pase, frente a esa gran puerta doble de fierro, estaba una sombra oscura casi antropomorfa, quieta, etérea. Freddy se destra

se escapó? —supuso y s

o era un hombre! —espetó, encogién

állate

a celda de Moki, quien se enderezó en cuanto el latino fue echado dentro. Al instante, Freddy acu

aún tenso, con los ojos tan abiert

Diego? —preg

i una cosa muy rara, tenía brazos larguísimos y parecía

ombre se levantó y se asomó entre las rejas hacia el primer piso y los laterales, pero no vio n

°*

ta

orma coloquial latino

utivo d

ose a la raz

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