ueño restaurante. El cual había quedado bajo la supervisión de su magnífico chef. Un joven que se mostraba atraído por su hija, pero esta nunca le prestaba mucha atención.

dijo ella por la

tá yendo? — le pregunto— ¿H

s pesadillas se le han quit

ajador— las espero impaciente —

eléfono y sonrien

ue era realmente extraño, porque la joven sufría de insomnio. El haber llegado a las tierra

restaurante. Ella nunca se casó y ni tampoco imaginó que llegaría a tener un hijo a sus dieciocho años. Pero al pasar el rato y ver aquella bebé que lloraba por el hambre y el frío su

ternura y mucha dulzura en su voz— pronto ven

n jalón en su parte íntima le hizo recordar aquella no

ama no logro encontrar ninguna respuesta. Por un momento llegó a imaginar que todo había sido un sueño, l

profun

ta aquí» — pensó l

enir a buscar para llevarnos al aeropuerto — insistió

por lo que está vivien

lmente desnuda. Con rapidez cubrió su desnudez con unas sábanas para evitar que su madre come

có unos jeans negros muy ajustadas a su cuerpo, y una camiseta. Ató con firmeza los cordones

r ahora o cuando lleguemos al aeropuerto? — le preguntó la joven p

ro y pensati

ándola a los ojos— te esperé por un buen rato, pero

alir y deambular por aquel bosque que la llamaban de manera irresistible? ¿Cómo explicarle a ella que había un

mucho la atención me fui a contemplarla— le di

lloso — dijo Mirian levantándose de la silla donde se habí

r la pérdida de su cámara, sin embargo,

especial — pasó su brazo por el brazo de su madre— g

nocimiento de la adopción. Ella misma le prometió hacer todo

aron plácidamente. Charlaban y comían bajo la

tas se les acerc

ijo el hombre— sí regresan otra vez Green Fore

sonrieron y agradeci

ar y sus ojos se toparon con unos negro

o curiosa, aunque n

mos con el grupo de turista? — l

miro y lue

nto sabiendo que su hija no querí

y comprar unos suvenires para Jacob y

o el auto bus que c

ra— nos subimos al transporte y unos segundos antes de marcharnos, nos

r las travesuras d

nte de acuerdo

hombre que las vigilaba las perdiera de vista