trabajo —Maritza no ha dejado de parlotear desde que ha amane
ez. El teléfono de Maritza suena, indicando que ha entrado
más vale que vayas a trabajar. Al escuchar eso no puedo evitar encoger
to de que me van a can
lo y todo por esos celos que no puedes co
l grifo del lavamanos y me dispongo a cepillarme los dientes, al terminar
★★★
i, quien pasa por mi lado como si nada. Le hago seña a otro, pero ninguno repara en mí así que decido caminar unas cuadras y talvez así tenga suerte de encontrar un taxi.
to —dice
ta, casi me m
ue te lleve
radecería
nces
acomodándome en el auto—.
es muy pequeña —dice es
ende mi compañero. Siempre me ha tirado los perros desde que en
no sin antes darle las gracias y entro a la empresa como alma que lleva el diablo. Tomo el asc
tenía que realizar y a organizar las nuevas c
de Maritza me hace saltar del susto deja
ono agachándome a recoger los
estabas tan concentrada qu
ando estos papeles que debería haberle
n problemas. Cuando llegué, lo primero q
lema —le digo sentándom
—alega—. Mejor ve a llevar esos papeles
cina, al llegar respiro profundo, coloco una cara de indi
an ventana que deja ver toda la ciudad. Su postura luce enco
ntos de las nuevas publicidad —digo con calma.
rendo por su actitud. Hago lo que me pide y dejo los documentos encima de su
metros amándome de valor qu
usted
rlo? —pregunta girando un
a leve sonrisa aparece en sus labios, alg
que le grite
ndo mis brazos—. Está mejor cu
do —dice girando y q
argado. Es prepotente, orgulloso, mandón y un idiota sin
el olor de su perfume choca con mi nariz— ¿Alguna vez le han dicho que es muy mala educada? —su
nunca me l
ona más desordenada, terca, obsti
quea una ceja y me mira como si tuviera loca
gala, que tuve que salir antes de tiempo y sin olvidar el hecho ridículo del que me hici
engo muchas cosas que hacer —digo dando la vuelta. Camino a grande
enfrentarlo. Siento sus pasos acercarse y mi corazón empezó a saltar—. Adriana, estoy esperan
. No tengo explicación
magnitud debe tener un porqué —dice—. No fue
ue estuviera tan bueno —d
bios con los suyos. ¡Ay, Dios! Mi r
sentir como sus manos se posan e
rozan desde mi mejilla hasta mis labios y yo sol
o es capricho —susu
eres si nunca
sta, pero en cambio recibo sus labios en un beso suave y apasiona
isma pasión que él. El beso se vuelve más apasionado y cuando
ezando una lucha por poder con la mía. Gimo ante las sensaciones que estoy sintiendo y mi cuerpo empieza a calentarse d
cia algún lugar que ahora mismo no me interesa saber cuál, pero me c
is piernas llevándose arrastra mi falda. Siento como sus dedos empiezan a adentrarse a mis lugares prohibidos y es aquí donde mi capacidad de pensar llega de repente haciéndome empujarlo y lo separo de mí. Su mi
a toda prisa de su oficina dejándolo con una cara de confusión y en esp