ntido que me h
e no vas
s a verm
ltima vez
re es ve
mes, mentecatos… Abismales. Llora la alegría, ante mí se derrumban los invencibles y se mancillan los puros de espíri
a noche ir a bailar…
o otra vez. A veces visitaba a Victoria durante de su turno de guardia y la esperaba en la sala de emergencia, las noches cuand
e
bre devoto había fallecido de forma trágica, defendiendo lo que él consideraba justo. ¿Qué significaba la justicia en este mundo? Todo era el plan de Dios… Siempre era así. Nada podía sacarlo de aqu
UE
V
astrar a otros, los rechazaría diciendo que era un babalao brujo y se irían asustados… Todos se iban al pronunciar las palabras
gía los ojos del sol co
si
tás
po
e la
ara
hablar
tar solo y Eduardo era muy carismático. L
as corrieron por la barbilla cubierta de vello de Eduardo—
sonrojó—… Se
a carcajada y le
ya no seas un
qué lo
e encogió
osas buenas de la vida. So
de una vida
da de sacrificio, sole
buen hombre, me e
ió el resto del agua mientras buscaba la
para el niño
o hic
o que hiciste. Aunque algunos d
nció el ceño
estas es
sacerdotes son pendejos engreídos, mi tí
cristiano era el sobrino del líde
a, no llevaba el pendiente
exigente, no es correcto tildarlo de loco, creo que el término clínico sería desquiciado; su fantasía sexual era que me conv
n tan di
esó Eduardo, sacó un paquete de cigarrillos bras
zapatos remendados y pantalones negros. Todo el bruj
o me c
ó con los labios alre
nes c
es en m
apá no
rió mi mamá solo piensa en jugar a l
rrillo, lo cogió, no olía
ia sabe
Y no la culpo por ello—le quitó e
ué vi
los sentidos, había una nota en tinta roja: «Junta del Tabernáculo». El peso de la carta revelaba un conte
Jona
por dejar una carga tan pesada sobre tus hombros… Es un oficio espeluznant
que elijas. Recuerda a Dios… Él siempre estará para ti cuando lo necesites. Espero verte pronto, aunque… primero, prométeme, que
pude dejar algo en este mundo… a ti… Nunca descubrí el amor de u
o no te hubiera elegido sino creyera que eres capaz de recorrerlo; será arduo, vas a se
un gu
u espíritu y es el mejor de todos… podrás mover m
nto, bueno… n
do Esp
ando. Estaba sacando toda su tristeza oculta, su soledad, su cansancio y
a de la persona y llevarla a la deformación de la tentación…. Se conoce como la noche del espíritu. Una noche cada vez más oscura—guardó silencio, Jonathan quería escuchar más—… La presencia del mal es tenebrosa en este pueblo… La influencia de la mo
reverberantes se agitaban en lo alto del trono… Aquella cruz tallada en un único pedazo de made
ra
Mi tío dijo que pertenecía a un ministerio de exorcistas denominado la Junta del Tabernácu
gnifica
o místico—… Un fragmento de la cruz de
rnando me dejó esta reliquia si qu
atalla espiritual. Que termines lo que él
odría h
ada por la sala—… Aunque creo que la batalla
peaba el estómago. Veía niños muertos en estanques putrefactos, inocentes usados en maleficios y demonios manipulando cuerpos ajenos. Aquel peso caía en sus hombro
ientes
S
es en
ucho que
… No sé muy bien como te sientes. Soy bastante
ollado así que se pasó el resto de la tarde meditando y releyendo la carta de Fe
era una conjuración sacerdotal capaz de liberar al pueblo de la oscuridad durante las celebraciones de octubre. Su deber era convencer al presbítero… Estuvo el resto del mediodía solo, reuniendo fuerzas, hasta que por fin salió al purpúreo atardecer del otoño venezolano. Cu
naguillo dejó la escoba apoyado en una vitri
mis allegados morir repentinamente, que
os y dos agujeros sur
nto te dejó su maletín y sus reliquias, l
mal
edas conseguir
ndo un perfume mentolado, su andar desgarbado hacía pensar a Jonathan que tal vez fuera un mariposón. Se río en silencio mientras esperaba
capilla… Escuchó una botella de vidrio romperse y un muro de fuego le golpeó el rostro con un calor. Se alejó del resplandor y las figuras encapuch
te mu
lina. Las vidrieras explotaron, esparciendo vidrios por toda la iglesia y el presbítero apareció con el hábito puesto y la boca abierta. Una de las figuras negras maldijo y le lanzó una de
onathan corrió en su búsqueda y saltó las butacas que ardían con fuerza, la alfombra le quemó los zapatos y una de las puertas pesadas de madera se incineró hasta que una de ellas se desprendió y por poco lo aplastó. El humo negro y agrio presionaba sus pulmones, cuando salió al e
lor, el aire que respiró le quemó el pecho y sus ojos se llenaron de lágrimas. La alfombra ardía y sus ropas también comenzaron a prenderse, el presbítero y Pablo eran rodeados por las llamas en medio del suelo. Jonathan s
os de madera, del altar solo quedaron trozos de yeso ennegrecido. Incluso las habitaciones ardieron… Jonathan entró mientras el presbítero Carlos testificaba al detective Pierre, encontró lo que buscaba en una de las esquinas, allí estaba indocenas de balas se apilaban en el fondo del maletín… Olía a pólvora y per