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Historia

Capítulo 7 Días de Gloria.

Palabras:6522    |    Actualizado en: 22/03/2022

a la atención d

ue tuve

las lluvias comenzaron y desde entonces no volvió a salir el sol… Todo el silencio abrumador fue asesino por una lluvia inclemente, que a ratos descansaba, rociando los edificios con inescrupulosa inestabilidad. La llu

pálida denotaba una predominante blancura en

ol

anquilo. Victoria se sentó junto a él, tenía un espléndido uniforme tinto de enfermera que resaltaba su figura femenina

hace

lido. La lluvia lo aturdía… Bajó la mirad

exorcismo—carraspeó y se aclaró la garganta—…

una suavidad que le provocó una aflicción desmedida. T

casa—dijo y se acercó, su cabello rozó su hombro. Sintió su perfume floral, su calide

a que se fuera. Estuvieron largo rato sentados, dos horas o una eternidad. El hospital por la madrugada era bastante solitario,

o besó con devoción, amándolo cada segundo interminable, sin interrupción. Sin desesperar… Sin miedo… La miró, mimosa, mientras se quitaba la ropa con lujuria. Su piel brillante, pálida, confesaba pecados. Sus senos cayeron ante él y los cogió entre sus manos, probar aquella suavidad lo hizo sentirse sonámbulo, era un sueño del que despertaría

tó con aquella dulzura curvilínea, retozando sobre sus caderas, estaba el deseo. El resto de la noche se cubrió de jadeos, besos, intimidad y caricias. La penetró otras tres veces esa noche, mientras ella dormía, se despertaba enfadada con un gemido, per

umpida por el ruido de la tormenta nunca terminó, las personas se marcharon después de la comunión y cuando las largas hileras de asientos estuvieron vacías. Fernando apareció, caminaba débilmente apoyado del monaguillo Pablo… Le dolió bast

tuas de santos en el altar—… Nunca me han gustado los doctores. Me diagnosticaron hiper

ía nada que decir, tenía

estar

nando—… Mi edad tampoco es benefici

ha ayudado a muchas personas que l

rá. Ni siquiera el obispo más cercano puede concedernos el exorcismo si la familia se opone… Lo único que pode

te desde hace años, pero la proximidad lo desconcertaba, y más cuando su camino adquiría significado. Era el

mulados en la repisa de mi departamento… A lo que quiero llegar, joven, es que el oficio de exorcista es repetitivo, ca

Jonathan, ¿un hombre entregado a Dios? Pero recordaba a su pequeña hermana levitando dormida, sus berrinches y su muerte trágica. An

do por aquella entidad cósmica que se exacerb

udar a las personas, porque mi hermana murió… Porque perdí a mi par

ligió precisamente porque no quería inmiscuirme en aquella vida. Solo aquellos que no quieren formar parte de esto, son los indicados. Pero no te

ste camino hasta qu

ezaré p

do sobre sus casos más aterradores, sus seminarios en Roma y la naturaleza de los demonios. El sacerdote tenía en su maletín una biblia muy antigua con anexos y anotaciones, oraciones para bendecir, para liberar, para conjurar la salida de los demonios. Su primer caso ocurrió una tarde con

contaba sus anécdotas y se perdía, la senilidad se apoderaba de su mente—… El

ustero. Fernando lo elogió con una sonrisa y los despidió en la entrada de la capilla. Alejandro le preguntó si quería manejar, pero Jonathan sentía los nervios alojados en sus intestinos como musarañas

dió, suspiró—… Pablo está un poco celoso. Quería que el padre Fernando le enseñará sus m

o tendrá sus moti

el trabajo del exorcista es monótono, molesto y peligroso... Si pie

rmana muriera? ¿O Perder a Ana, que era la única que creía en mí? Todo eso me causó un dolor devastador… Si el

a en la calle Resiliencia, al frente del teatro María Lionza y un par de casas coloniales tan antiguas como el pueblo. Aquella había sido una de las primeras calles de Chivacoa, su historia era antigua y escrita con sangre de los nativos. Una noche el orfanato se incendió, murieron cuatro niños, nadie descubrió la causa; cuarenta años después fue reabierto por la alcaldía

—Preguntó Jonathan cua

o me llamó porque el joven tiene cambios de humor, rabietas, no puede dormir y tiene alucinaciones. El psicólogo dijo que no pres

piedra lo atosigaba. Sentía la ropa pesada e incómoda, como una costra que quería arrancarse a voluntad. Aunque, Fe

ia que un joven sin familia tiene un trastorno d

n. Estoy diciendo que venimos a investigar un posible caso de posesión... Anteriormente, el presbítero Carlos santificó el luga

ió la puerta, era morena, de

n a lleva

la directo

ra gris con dormitorios, salas y un amplio patio de juego… Tenía muchas ventanas empañadas… El lugar estaba templado, el frío los traspasaba y las miradas susurrantes de los niños no lo dejab

l dormitorio, donde se la pasaba encerrado—… Al principio creímos que solo era la edad… Aquellos cambios de humor y rabietas, un día descubrimos que se escapaba por las tardes. El resto de los niños no me quiso

bían ser muy tristes para aquellos que los perdieron a todos. Y los demonios y monstruos se aprovechaban de aquella debilidad… Marginados ante la crueldad del destino, los niños cubiertos con impermeables coloridos se la

algún otro idiom

vor desde que se quemó las manos con la plancha de ropa... Al parecer lo hizo adrede y se reía cuando lo hacía… Es verdaderamente pr

las puertas, estaba aferrada como un centinela en el portal

favor, dejé que los señor

dolida—. ¡Ellos se lo van a

stuvo esperando al padre Alejandro todo el día... E

ró, con lágrim

dulzura—, que no nos llevaremos a tu amig

ver

esto tenso—. Pero María va ir, derechito, a su dormi

eño dormitorio estaba José Santana, un joven de unos dieciséis años, escuálido y con el cabello negro revoltoso. Cuando entraron, un gato gris saltó de su regazo y los miró

permitimos animales, pero

s marcados por profundas ojeras y los labios resecos—…

doct

na silla junto a la cama—..

s me tien

s decir qu

llas donde soy perseguido, a veces le hago cosas malas a los niños sin razó

ue tuviste un accidente

lmas, tenía cicatr

era—confesó—… Si no lo

abeza y José lo estrechó con sus manos. Era su único amigo, su consuelo. Su llanto d

te quemarás las man

abeza y miró en derredor del dormitorio. Ale

s que

a c

alas, quiero que le pidas a Dios mucha fuerza. Puedes volv

e prolongaba demasiado, se sumergió en un silencio y luego arrojó la cruz a los pies de Alejandro. El gato soltó un chillido serpentino… Pero el sacerdote no cedió, continuó su oración y el joven se fue turbando… Su inquietud crecía desmedida y mostraba los dientes. En aquel momento cerró los ojos y el demonio se

¿crees que

sprevenido—… Pues… muestra

o de la personalidad arraigado por una profunda tristeza tras la perdida. Debemos seguir b

y a hablar del accidente que llevó a los padres de José a horribles muerte, pero después de media hora, el tono fúnebre y las exclamaciones de la directora lo hartaron y salió a dar vueltas por el patio. El cielo aún n

vuelta y María apareció detr

iete es

ios—... José también cumple diecisiete, en dos seman

de aquella joven delgada. Pero enseguida se l

e puchero y se cruzó de brazos con una sonrisa.

irritación se interpuso en s

nos meses él se escapaba del

aría enrojecier

.. tonta de A

s Amarant

se cubrió los ojos—... besarnos. Todas las tardes se escapaba a la gran casa de la otra calle. Aquella que tenía una inscripción que decía: «Susana». Es muy injusto, porque ella lo tenía a su merced. Un día disc

ensas que lo

¡Yo sé que fue ella! Esa Amaranta viene de una familia de brujos. No va al colegio y siempre se viste de blanco...

s, prec

se s

erlo sonreír, yo nunca conocí a mis padres, así que no sé cómo sería perderlos. Pero él es

Ambas cosas eran como un perfume agradable

o pro

ejilla y luego se fue corriendo con una risita. Esta vez,

Jonathan.

un hombre de Dios. Sigo este camino para salvar a Ana… Y

o tomó s

odo el amor qu

iente sol

Lo iba a dejar en casa, pero Jonathan quería preguntarle a Fernando una inquietud… Llegaron a la iglesia en media hora y se dirigió a las habitaciones de los sacerdotes. El anciano estaba postrad

cio hacer que alg

sus ojos y se l

son un arma de doble filo. Son tan perjudici

persona que pacta con dem

uscan el tormento debido al sufrimiento propio, gozan con el conocimiento, el descubrir los misterios que

baba un paradigma mucho más angustiante—... Padre... Oraré por usted y pediré que Di

al techo abovedado y sus labios se des

mo d

im

umbral de la puerta con una bandeja de plata, a

etiró a la capilla vacía, allí encontró al padre Al

la diócesis de Chivacoa—... El padre Alejandro me contó que lo estás asistiendo en la investigación de un posible exorcismo. Me alegra que te hayas reencontrado co

a no va conmigo—se dirigió a Alejandro—... Padre... ¿Qué sabe de la familia

los ojos, avispado

sta parroquia—reiteró y miró al presbítero—...

iend

la pregu

encionar en el orfanato M

instruyera en el ministerio, pero sus lecciones se volvieron repetitivas y confusas. Las clases se redujeron a tres veces por semana cuando la salud de Fernando empe

exorcismo. Jonathan se vistió para la ocasión como asistente laico, con el traje negro y el alzacuellos. Pero el padre Fernando empeoró esa tarde al resbalar en la regadera y abrirse una herida en la cint

s tu deber asistir a aquel joven en su tormento. No te pido que hagas milagros, pero, tú presencia reconfortará

los brazos amoratados. El cielo encapotado viajaba por el firmamento con tonos grises, negros y blancos... Como niebla de tempestad. Miró largo rato

es

pasó en l

ar a un instituto mental—la máscara de su rostro se resquebrajó en llanto—... Si se lo llevan, no tendré a nadie más… Los otros piensan que soy rar

milagros... Nadie podía hacer nada de eso… Pero—... El obispo aprobó el exorcismo... Vine a expulsar el demoni

as lágrimas y se

un men

digo la

sillo y el maletín le cansaba el brazo, en la dirección lo esperaban la directora Hidalgo y media docena de cuidadores. Todos lo mira

xorcismo—mintió con autoridad—... Vamos a

El joven reposaba en la cama con el gato en su regazo meneando la co

el maletín

tones—... Ya no quiero seguir viviendo... Estoy cansado de luchar. Pero no me d

el colapso reverberaba en su cabeza por horas. La vida era dolorosa, pero también era hermosa… Tenía bendiciones y

ó—... No tienes que

que he conocido hasta ahora es remordimiento, yo, de

habitación y la puerta, les pidió a unos cuantos cuidadores

la frente a José—... Yo creo que... es parte de estar vivo. Si sientes mucho sufrimiento, entonces también pue

lares. El odio y la ira contrajeron sus facciones, comenzó a comportarse como un animal ra

voy a in

de la cruz con la man

io, quiero que luch

cción de Dios y sus ángeles. Levantó el crucifijo ante el poseso... el gato saltó con los pelos erizados. José s

¡

retorcía... Aquella lluvia empeoraba cada minuto y pronto el granizo cayó sobre la fachada. Empezó a sentirse mal, un malestar se aferró a su estómago y los mareos lo asediaron. Cayó un relámpago y la blancura envolvió el mundo. Jonathan roció el cuerpo del poseído

, ME ESTÁ

os, su voz en oración... Aquel momento lo golpeaba, lo estiraba y lo rompía. Su corazón latía a toda velocidad y la sangre le calentaba el vientre. U

ló y los laicos lo

as era rociado y azotado por las oraciones de los ángeles y santos. El gato mostró los dientes y dio unos zarpazos al aire... Aquella

omo los adultos no podían contener al joven delgaducho. Un golpe de José le cruzó e

y golpes a sus contenedores, le propinó un coda

la oración más poderosa, y cuando la fue a entonar no le salió la voz. Le dolían la garganta y los oídos, la lengua seca se le adhería a

ad. El gato miraba una de las esquinas con terror... lanzaba zarpazos y chillidos

ntras aullaba—... ¿Encontraste a ese g

tando zafarse. Buscó a tientas la botella de agua bendita y cuando la tomó, vacío su contenido sobre el gato a medida que expulsaba al demonio con voluntad regia. Los arañazos le cubrieron el cuello y las manos... pero salió escop

queñas piedritas de hielo lo golpeaban la cabeza—... ¡Deja

ictoria y sonrió... El gato lo miró una última vez, bajo la lluvia, lo retó con aquella mirada malévola. Estuvieron largo rato, intimidándose. Sentía la bilis en e

incordio, anduvo en medio de la calle y se lanzó al primer carro que pasó a toda velocidad. Se escuchó un maullido de dolor y el gato desapareció bajo las ruedas... Y con el la lluvia cesó, repentinamente... Una calma milagrosa se apoderó del orfana

razos abiertos y lo estrechó gritando de felicidad, le dio dos besos en las mejillas. Aquel reconforte no

alrededor—... Eres un c

do por Eduardo y al gato que sacrificó a sangr

le sonrió; se veía tan pacífico y tranquilo. Se acercó a él, M

supo que decirle, había matado a su ún

siete,

ostro fue rejuveneciendo con alegr

o que vuelva si llev

me al

a un teléfono antiguo e indestructible, aún funcionaba. Era un me

vivió a la operaci

os sabor

ese pensamient

que debes coger al mundo

ses guantes de goma, no; gru

uy fuerte, n

sudor te haga llorar y el

ueltes, ni

, te arrepentirás

ndes mis mensajes,

nque ahora estemos en caminos dista

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