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Historia

Capítulo 2 Brujos, santeros y palesadores.

Palabras:4132    |    Actualizado en: 22/03/2022

ítu

a Sorte desde el descubrimiento del cuerpo mutilado. Incluso asistía a misa los domingos solo para complacerla. El detective Pierre del CICPC los interrogó de forma inquisidora, sobr

sistema deprimente de autodestrucción… No… No era su culpa lo que había pasado en la montaña Sorte, ni la muerte por negligencia durante el exorcismo de Francis. Tampoco fue su culpa el suicidio de mam

la parroquia, la torturaban. Jonathan no asistía por voluntad a la iglesia desde que el sacerdote Claudio fue apresado por el asesinato imprudente de su hermana. Un sentimiento de rechazo a lo religioso había nacido en s

orque su hermana murió por deshidratación y desnutrición… Los recuerdos enterrados de la montaña Sorte regresaban a él cuando miraba el suvenir que Ana conservó de su encuentro con la muer

a relación… El furor del amor se extinguió y se sintió triste por perder lo único que de verdad le daba sentido a sus días. Y de esa fo

e ocurría, porque las pastillas que su novia tomaba no mejoraron su humor ni sus pesadillas. A principios de septiembre, Ana rompió la relación cuando él tomó la estatuilla de madera y la

ro negro unas cejas pobladas y grises escondían unos oj

olgando del cuello y un maletín de cuero muy pesado. No le gustaba el tono arrogante en la voz de los hombres d

onformada por casas de bloques y techos de zinc, durante los días de mucho calor aquella zona era lo más

señora Marcano parecía muy preocu

tranquilo. Ana era la única hija de una madre soltera, era una casa pequeña pero cómoda. Los tres se sentaron en una mesa pequeña con un floral marchito en el c

ella? —Pregu

duerme, no come y no bebe agua… Quería llevarla con un doctor, pero no qui

un doctor—susurró Jon

n momento un síntoma de repulsión apareció en su laringe, pero resultó inverosímil ante una presencia mayor en la plenitu

ver cóm

itación de su pérdida y estuvo a punto de arrollar al anciano con una embestida, se fue calmando con cada respiración, le resultaba insufrible pensar… Aquellas emociones negativas no eran propias de su personalidad. Se asomó por la puerta de la habitación… Lo que vio lo dejo horrorizado. Ana tenía las mejillas hundidas y lo

parecía afligirse y la presencia del sacerdote la mantenía en tensión, como un animal preparado para escapar ante su depredador… Los dientes de la joven crujían, los ma

Nunca había visto una madera tan dorada y brillante, era un detalle difícil de notar… pero el torbellino rítmico de aquella reliquia lo ponía nervioso, ya no sentía las llamas de la rabia,

ando Fernando volvió a formular la pregunta, rompió a llorar con una voz poderosa… Fernando tocó

s qué

puntar las cejas con cualquier insinuación. El hombre repitió la primera pregunta y Ana se puso a gritar y a maldecir… Luego soltó una risa gutural, baja… El sacerd

de Ana estaba en la cocina preparando

la montaña Sorte—sus ojos se desviaron a la esta

dó en gran manera a Ana—. Ella presenta los síntomas de

—… No… No creo que esté poseída por un demonio. E

statua de madera en sus manos con los labios

a dispuesto a regresar a aquella montaña del diablo. Asintió débilmente y Fernando guardó la estatua en su maletín ante un estallido encolerizado de la j

si ocurre algo inesperado

is descascarillado, estacionado a pocas casas. La puerta del Mercedes no abría por afuera, así que tuvo que esperar a que

onathan, afilando cada palabra. Así como con Ana, siempr

la montaña era sencillo, porque era visible desde aquella calle. El hombre manejó en silencio,

en Dios por decisión propia. He decidido ser

que le pasó

ría salvarla del pesar que le arrebató a su mejor amiga—… ¿Por qué Dios permitiría que una niña muera y una famili

era blanco como el casabe—... Él deja que pasen cosas, para que puedan pasar otras… No

se lamió

ede salvar

negó con

iera Dios, puede salvar a los hombres de ellos mi

, rumores, tragedias, experiencias. Al menos, cada persona del pueblo había experimentado alguna anoma

a los malvados y ricos en un infierno horroroso, y a los pobres y humildes concederles un paraís

radio Jirajara 97.7 FM y el sonido lejano de un arpa resonó en la carcacha metálica. Vitico Castillo cantó a

iado con los años. Al mediodía debía pasar por su salón a recogerla e irnos a casa… Un día se me fue la hora jugando

i falta. Mi hermana Sara nunca apareció, pero sus órganos seguro fueron usados en ritua

Cada vez que intento salvar a una persona de una posesión… supongo que sigo tr

a quebrada… Tenía un mal presentimiento. La música se fue distorsionando a medida que se acercaban a la montaña Sorte… Hasta que la voz potente del cantante llanero se convirtió en un zumbido estático. Pareci

usitó Fernando—… ¿Entonces tú crees en

ó de hombros, con

ualquier criatura podría existir en el mar o en otro planeta como… Europa, una de las

imiento... ¿Qué nos hace creer en Dios? Bien podrías entregar tu vida a Dios y si

cía mucho calor y los puripuri los molestaban… Eran alrededor de las cuatro de la tarde, así que solo les quedaban unas tres horas para el anochecer. Perderse en la montaña era muy fácil, con la espesa vegetación, que la lluvia inclemente hizo prosperar de mayo a septiembre. Para su sorpresa, el sacerdote Fernando se adentró con rapidez en la montaña, pese a su

ntraron a M

. Tenía las piernas cubiertas de pequeñas espinas, rasguños y picaduras. En sus oídos no deja

el grueso matorral, recordando el lugar. Desde la última vez que estuvo allí, la vegetación había crecido en gran medida. Le

bre, mientras le seguía el paso, pegado a su espalda—. Culto, en el que se mezclan rito

siempre relacionada con la magia del agua, el trueno, perfumes, bosques y montañas. También repr

aire maldito. Arrugó la nariz al regresar a ese lugar, de inmediato; se sintió mareado y famélico. Debía tener una fiebre

traron al hombre mutilado no haya crecid

a formulando una explicación escéptica cuando u

s un sacerdo

asándose una mano env

r un experto de alto nivel… y hace poco regresé al país a investigar la mo

a mi hermana no la mató

ó bien sus palabras

Ana Marcano tenga un trastorno mental curable… y me aseguraré de que no maltrate su cuerpo durante el exorcismo; q

rajo aquí solo

nó un poco y su s

ue son lo

s, seguía bastante disgustado

oy a sa

lo. Mientras hablaba, miraba de hito en hito a los matorrales, buscando indicios—. Jesús tenía potestad para expulsar demonios y le confirió este

anaranjado se estaba ocultando

l es

entre los matorrales con la vis

arisma? —Pregunt

sonrió d

iente para mover monta

s. El suelo húmedo estaba resbaloso y los tentáculos de niebla se retorcían en las copas de los árboles centinelas. Dad

culto de la mon

fatigado en aquella montaña. Contrario, Jonathan dejó de sentir el malestar; le costaba un poco

ntusiasmo

y dura y se tambaleó—… Quiero salvar a Ana de su enf

eció unos diez años—… Pues, es una creencia q

l anciano giró la cabeza como si escuchara un sonido desconocido—… Pero es en la montaña del Sorte, en Yaracuy,

. Purificaciones y despojos para aquellos que hacen brujería. En los portales, la gente observa cuando un creyente es poseído por uno de los espí

s extrañas en el pueblo, todos los años… en estas fechas—le quitó la tierra húmeda a la pie

siguieron encontrando huesos robados… mientras escuchaban como el ruido de

gió un fémur, una tibia y un pedazo de cráneo. Jonathan también portaba

Las de ellas, las cuido cada vez que puedo… no soportaría saber que sus restos son usados para actos crueles. Se roban el má

ro de conocimiento… La magia puede ser atractiva para las personas, pero para Dios, son solo tentaciones del diablo que imitan su poder. Demonios, que se disfrazan de santos para atraer almas. Es aborrecible, pre

sus creencias... ¿

la m

l cauce crecido había derribado varios árboles, los troncos podridos se apilaban en un pequeño dique, obstruyendo el flujo de hojas y desperdicios en un cú

n el arroyo negro y volteó el cuerpo de un niño degollado. Fernando soltó un avemaría y a

a nariz y el olor delirante lo

lo negro y deshizo la costura en un parpadeo. El recuerdo de los sapos de boca cocida, que encontró su hermana hace nueve años; lo golpeó de forma dolorosa... Lo había olvidado… El h

ano izquierda cubie

ño muerto—siguió hurgando en la garganta

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