img Él nunca quiso ser Romeo  /  Capítulo 5 El humo como un buen confidente | 33.33%
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Historia

Capítulo 5 El humo como un buen confidente

Palabras:2928    |    Actualizado en: 25/03/2022

o poder. Se sentía incómoda, odiaba que su piel estuviera reacia a las caricias de su prom

n par de noches antes había estrechado la mano de Eli

bía amar. Todo habría sido muchísimo más sencillo si el huracán de cabello castaño no hubiese regresado

se escuchaban cada vez más fuerte, tanto sintió miedo

l cuello, mientras sus suaves manos

, pero es que ella no quería sentirse más culpable de lo que ya era... Así que, jurando que se llevaría ese secreto a la tumba, se dejó caer e

*

ente divagaba entre una encrucija

ábana blanca y se dejó caer sobre el sillón que se situaba a un lado de la ventana de la habitación. Observó con melancolía la noche bañad

ló la pequeña hoja de papel que estaba buscando y delineó cada letra con

ra dart

rellas,

as más q

había estado durante todo ese tiempo. Pero no fue capaz, ¡joder! ¡no pudo! Sacó un anillo de plástico azúl, su alma se transportó

rrió la prim

stante, entonces tuvo que caminar hacia el baño mientras respiraba por la boca. Sacó del tanque del excusado el frasco anaranjado

a le repugnó después de ver a un lado de su refl

—se dijo

e él le hacía el amor bajo las caricias de otro hombre. Cada día deseaba con más ganas hablar con e

tir su calor, pero se limitó a abrazarse a sí misma, no se atrevería a verlo como si fuer

de estar opacos por la culpabilidad y la tristeza. Se estaba convirtien

z de concil

la cama, fue por otra pastilla y se tumbó sobre el sillón mostaza una vez más,

ducido, la incomodidad la había hecho estar pequeña y silenciosa en el asiento de copiloto mientras Eliot y Éber con

n la otra, se relamió los labios con algo de decepción hacia sí misma cuando le echó un vis

calentaban por la taza de té verde que tenía entre las manos. Se quedó mir

ién soltaba humo, uno que a ella le reconfortaba. Aunque uno sea dañido y el otro no, llegó a la conclusión de

miró al hombre en su cama para evitar sentirse culpable por lo

*

pentido de no haber llevado consigo a su guitarra, pues se le ocurría

ropa, lo que no te gusta —Eliot puso los ojos en blanco, comentad

stamos esperando el veredicto del juez, en realidad. Luego de eso, podría via

s llevaba casi dos semanas en la ciu

pués, porque me iré com

en la línea, su mejor amiga

ezco lo que está pasando, desaprovec

gnifica que esté siendo

mano hace unas noches porque... —sacudió la cabeza—. Es una larga y confusa historia,

amiga a la que le quieren quitar a su hija, creo que podrí

vio su suéter rojo dentro del cesto de basura, prometió no usar más ese color y lo había cumplido.

conseguiste reemplazo? Er

los ojos en blanco—. N

gue. Siento que hay más cosas que no me has contado. A

a su puerta traspasaron el silencio. ¿Quién podía

ntras se resuelve el caso de la niña —

, ento

que decidiera regresar a Zacatecas, pero no pudo negar que estaba sorprendido de verla ahí. Su fe había comenzado a marchitarse luego de verla en el auto junto a su futuro esp

do?! —fue la misma voz de su amiga

después —colgó, sin

ronunciar por los nervios. Eliot se hizo a un lado para que ella pud

lefacción. Los dos tenían muchísimas cosas para decirse, pero ambos se s

su coherencia al recordar que no salió tan tarde de

u gabardina—. He leído tantas veces tu expediente psicológico, que ya hasta me lo sé de memoria —suspiró, un pequeño sollozó le im

iste tú, que sí fui un enfermo al utilizarte como la sustituta de un fantasma, pero luego de eso comencé a sentir la necesidad de tu presencia, yo... —se llevó los dedos a la sien, estresado—. Ya ni

e hice. Pese a saber que ya no tenía ningún desequilibrio mental, fui al psicólogo para poder reunir esos resultados y enseñártelos

olvía a los dos. Ella sabía que Eliot tenía razón, sin esas pruebas, ni siqu

tes? —quiso reprocharle mucha

unque te trajera unas pruebas de El Vaticano

acia a la pelirroja. Pero en ese momento sól

A pesar de que ella ya tenía más que claro dónde quería estar, a dónde quería regresar, sus pensamientos

cer, pero la verdad era que nadie podía ser f

corazón, y ya había

s minutos—. No sé qué hacer, Eliot —susurró lo último, sintiendo

currucarse junto a él, la pelirroja se permitió cerrar los ojos al sentir un poquito de tranquilidad. Ella creyó muchas veces que se sentía

erte. Me dolerá en el alma ser cardióloga y tener que decir que no pude salvar a mi abuela. ¡Ella si

ado en su reducido círculo familiar apenas visitó su casa por primera vez. Pero la situación era demasiado fuerte, era casi imposible

ince, bailando el vals en medio de la sala; cuando la ayudaba a regar sus plantas cada tarde después de llegar del colegio, a veces hablaban durante horas y horas como comadres chismosas mientras arrancaban la maleza. Lloró aún más al recordar la emoción de la señora al ver

acabarías con el dolor de la desesperanza de ir a verla cada día y no encontrar mejoría. Ella ya vivió lo que ten

in estar soñando. Más bien estarías demostrándo tu últim

to de su anatomía par

ego su al

steza, le regaló una p

ndo tan grande como para perdonarte. Ella n

, pero te seguirá amando desde el cielo. Y estará orgullosa al ver que pudiste

spirando el olor a jabón d

r hablar, pero justo ahora sól

uesto. Morfeo la recibió al instante en que su cuerpo entero tocó el colchón, Eliot son

que sabía que ella no podía escucharlo—. Mi alma vaga se hab

cía la soga con la que acabaría con su vida al finalizar la llamada con su mejo

l momento justo. Mia impidió que aquella llamad

ajo las sábanas. Le dio una última mirada al perfil del amor de su vida, g

s y durmió co

iría huérfan

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