img Él nunca quiso ser Romeo  /  Capítulo 4 Inestable | 26.67%
Instalar App
Historia

Capítulo 4 Inestable

Palabras:3594    |    Actualizado en: 25/03/2022

pelló. La mujer cubrió su rostro con ambas manos luego de que el conductor le echara una insultada,

empezaba a llorar del estrés—. Oye... No tengo auto para llevarte a tu casa, pero hace mu

ron la calle y se adentraron al starbuk al que él iba a entrar antes de verla. Eliot pidió

le dijo con algo de pena—. No vaya a s

lo que pareció ser, la som

guantadas antes de calentar su interior con el líquido. Ella hizo

a había visto en algún momento. Quitándole los ojos hincha

interior de su mejilla—. Eres Arantza, ¿n

bre la taza y lo miró deteni

ó—. Sí, ya

por ser

ca, alzando el ca

o hay nada qué agrad

ilencio. Ella parpadeó, pasando el dedo índice por el borde de la taza y deci

r a la mujer que b

se esperaba que ella fuese a habl

rlo —ella le sonr

o, Eliot se tomó el atrevimiento de ind

o preg

iscusión que, de no haber llegado, habría pasado a ser una pelea en la que ella tendría todas las de perder; sin

to, como mínimo mere

café antes de dejarlo

abeza mientras suspiraba—. Cuando su mujer se enteró de que tenía una hija conmigo, prácticamente lo obligó a quitarme a la niña para criar

aquello le pareció totalmente injusto. Antes de

nguna oportunidad para ir a metérsela a cualquier otra —rodó los ojos—. No me arrepiento —negó con la cabeza—, no lo hago

de eso, pero aquí tienes un testigo. Además, mi mejor amiga sí es abogada, podría hablar con ella y j

o él tiene muchos contactos, me la quitará en menos de un día apenas consiga una mínima prueba de que no s

gue en pié— r

estaba con otra persona. Obviamente eso no es suficiente para demandarme, pero anda buscando hasta debajo

ene hijos co

amente por

e el reloj que reposaba

mpañarte a tu casa —dijo, terminando

ario —ella h

ió, ella rodó los ojos con una expres

rante casi todo el trayecto. Ella estaba sacando las llaves de s

ndo la reja y procediendo a

tando —ella le regresó

cina, habían muebles de madera, un pasillo con tres puertas y

prepararé a

había en el suelo, estaba hablando distraídamente con Arant

a de las puertas con un pijama de Masha

aciendo cuando la escuchó — Hija, ¿qu

a, pensé qué habí

se acordó de su invitado—. Cielo, ven —la condujo a l

o a encerrarse en su habitación. Arantza estuvo a punto de ir a reg

ando la mujer lo miró con algo d

ocina para terminar de prepararle un sandwich—. Sahara sufre de Xantofobia, lo

rrumpió al no entende

wich y se lo ofreció para luego

color rojo... Por eso re

labios, y los cerró

llamó a Arantza d

o! —miró a Eli

del mueble, sin importar que el frío golpeara su piel. Se atrevió a acercarse a la hab

disculpa sincera—. Te prometo que jamá

n su cama con el ceño fruncido,

su lado, le acariciaba el cabello con

parpadeó durante casi un minuto, pero al menos se sentó en la orilla

ad a la vez, pero sin desviar la vista—

hacía difícil tener relaciones sociales por su síndrome. La mujer le a

a Eliot,

r su postura vacía y extendió s

os—. Me llamo Sahara, pero por ser amigo de mi m

una pequeña risa—. No cr

ió, pronunciando una frase importante de

. De pronto olvidó que era prácticamente un desconocido, y que la hab

ra eres mi

si a la infante le hubiese salido un tercer ojo. Pe

notaron cuando Arantza fue a darse un baño y regresó con el pijama puesto. Eliot disfrutó de hablar con esa niña que, con cada minuto que pasaba, se convencía más y m

Arantza los interrumpió, apoy

miró con su semblante tranquilo, pero

e la mañana —su madre le hi

silencio. Al final, Arantza suspiró en señal de rendición y se fue con Eliot a la sala para tomar o

estadía en la ciudad, le comentó sobre su obsesión de adolescente, de sus visitas al psicólogo y s

con cautela, él estaba recostado de la encímera, aún son el torso d

A que me rechace o... no lo sé —la última fr

e regresar contigo. Pero también estás seguro de que cambiará de opinión cuando vea tu expediente, tu avance psicológico.

mente haya decidido desechar todos nuestros recuerdos —él resopló—. ¿Sabes? Temo q

temprano sus representantes term

en des

ites. Aunque tuve ayuda profesional, terminé dependiendo de la esperanza de que ella escribiría un segundo libro como la continuación de nuestra historia, pero ella simplemente ha encontrado otro protagonista oara su vida. Arantza, siento que est

ersona. Lo único que me mantiene a flote es que no he recibido su respue

ado a teñirse de un tono rojizo, indicando que las lágrimas se avecinaban. Ella había notado que era inestable desde que había insistido tanto en ayudarla esa noche,

pable por amar a una persona y descubrir que también seguía amando a otra, era inestable porque tenía que decidir entre la vida y la muerte de la mujer que la había cuidado toda su vida. Arantza era inestable, vivía con una pr

asiento en el bus, tiene problemas financieros; no sabes si esa chica que viste en la fila del supermecado se suicidará al llegar a cas

ella no era la única que la estaba pasando mal. Arantza sabía que tenía muchos más problemas que Eliot, pero no

na más pura que Eliot conocería. Porque los ángeles o demonios internos

a compañía del otro sin emitir palabra alguna, el destino les estaba quitando algo importante a ambo

o, un portazo rompió el silencio y los dos se se

el asombro y la pena cuando Mia lo miró con el ceño

a persona. Arantza vio a la recién llegada con una sonrisa

a mujer, solos en una sala, semidesnuda y con ella muy cerca de su rostro. Eliot Marín

s pen-ssando, es mentira —b

star la aludida, dejando

traras de esta manera. Arantza y yo... —se quedó pensativo por unos segundos, cuestionándos

lo más tranquila. Quitándole bastan

sea

so último—. Estoy muy cansada, he tenido un día bastante complicado, mis problemas parecen infinitos. Es... —suspiró—. Es un gusto verte. Sé que Arantza

contestar, pero otra voz

no podía demostrar emociones, de que incluso era bastante difícil de creer que s

brazos y le dio un sonoro beso e

o —le agarró la mano—. Él es Elio

estrecharon las manos para no dejar mal a la pequeña Sah. Cuando sus manos hicieron contacto, ambos sintieron una especie de corriente, com

ija apareciera, pero prefirió mantenerse al margen. Por lo bobos que se habían pues

dormir —la voz de Arantza regresó a todos a

idió que le llevara, ¿tú sabes cuále

—. Deberías quedarte a dormir y s

on el auto —explicó, incómoda por p

ómoda por ello, c

t? —inquirió Sahara, más como un

axi, pero prometo visit

su nuca—. Lo siento, tampoco puedes quedarte, hay una sola habitación y los

do por una ciudad que desconocía. Su prometido no tendría ningún problema en hacer ese favor, pero..

ue aceptar, au

la única oportunidad que tenía de

ado esa incómoda escena, Mia la agarró y se diri

lamó antes de que pud

así? Hace

sar si se colocaba el suéter. Sahara pareció leer sus pensamientos, porque cerró los ojos para que él pudiera vestir

ego —pronunció, mir

unísono antes de que él cerrara l

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY