img Invasión: Sangre y Guerra Libro I  /  Capítulo 3 Siempre habrá otra muerte II | 8.11%
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Historia

Capítulo 3 Siempre habrá otra muerte II

Palabras:1680    |    Actualizado en: 05/04/2022

e todo. Puede ver sus enormes bocas, sus garras, sus alas. La sangre y el rostro sin vida de su

¡Corre!

os, busca con la mirada y lo ve liderar un grupo que lleva al menos veinte personas camino a los túne

mientras recupera el aliento con l

o, pero la desgarraron ant

muerta ¡Mier

mueran. Él y Owen, su mano derecha, están divididos en flancos tratando de mantener contenida la situación y alejados de la base. Mira en dirección al segundo camión y ve cómo una

cultarse debajo de uno de los buses —dice el joven,

No puedo perderlo”, seguía gritando su mente. Estaba por arrastrar a Thoma

ar a uno. Como si toda la inocencia estuviera erradicada del planeta. La niña no tendrá más de diez años, piel morena y cabello rizado negro. Una de las criaturas está desgarrando a una mujer morena frente a ella, su madre segu

gustiada—. Sabes que tengo que ir Cat, mira a tu alre

razón de Catarina se detiene, ve a la gente que depende de ella para salir de ahí y mira

—les dice mientras como siempre, corre tras él. Siempre correrá tras él, no im

le brinda para levantar a la niña en brazos. Catarina los ve y algo de tranquilidad se apodera de su pecho, pero solo le dura pocos segundos. El pánico invade cada poro de su cuerpo. Con un rápido movimiento Thomas baja a la niña, la coloca detrás de sí apuntando el rifl

leno de lágrimas, Catarina desenfunda el cuchillo de su cinturón y salta en dirección a la criatura. Sabe que está siendo imprudente y quebrantando las normas, pero nada le importa. No le importaría caer junto a él. Aterriza sobre la espalda del Vampiro, su piel rugosa se siente áspera en sus manos, pero se aprieta fuerte con sus piernas para evitar que las alas la tumben, clava la hoja una y otra vez en la

da completamente quieto. La vida ha abandonado sus ojos que quedaron abiertos mirando el cielo negro que los c

e querido eso. Conteniendo las lágrimas se pone de pie frente a él apuntando el rifle a su cabeza, al rostro que por tantos años le sonrió, le lloró, la

a poder llorar a Thomas. Sin detenerse, poco a poco los disparos y gritos van quedando atrás. No puede escuchar nada. No puede alejar de su mente los ojos café de Thomas sin vida. Levanta la vis

puede al pequeño cuarto que ha sido suyo por los últimos doce días y se encierra, dejándose caer en el suelo y en la oscuridad de su soledad rompe en llanto. Un llanto desgarrador, un lla

que durmió por horas. Abre la puerta, del otro lado Amy, una joven que ha visto en ocasiones con Thomas, la mira con ojos desorbitados. “Así de mal me veo”. La expresión de la ch

nkins quiere verte —dice la mujer mirándola sin disim

a, ignorando las miradas que le lanza Amy

mientras empieza a cerrar la puerta cuando Amy coloca la mano para impedirlo. —Siento mucho lo de Thomas —dice en un

ofundo y las reprime. Llorar no lo traerá de vuelta. Se despoja de la ropa manchada de sangre, luego se baña y se restriega hasta que la

l o calabozo son las bóvedas, están en el nivel más

nkins, junto a él dos hombres y una mujer. Owen, Alex y Ruth. Todos con la vista fija en algo frente a ellos. La joven se acerca un poco más en silenci

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