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Historia

Capítulo 5 Un placer coincidir en esta vida.

Palabras:3954    |    Actualizado en: 08/04/2022

uy triste. El bardo cantaba con una voz majestuosa, reverberante a través de los barrotes. Penetrando en su piel No era la primera vez que el bardo lo hacía llorar. Su música melancólica invadía c

das irrumpían

tos en que s

el día meno

cidido a los ojitos azule

nto... en el

n prisas, tiem

nadie le he vu

récord del mund

. La boca le temblaba, pero no dejó escapar el sollozo.

al bardo, hasta que se

la carita empapada q

rosas pa

cantan esas cosas, no impo

a que se escape mi vida

te por

rnes cada tard

a dice que

edas moradas y blancas. Recordaba haberlo visto en la plaza Obscura durante el festival. Sí, era el bardo que

noche de un b

que te di

tos que sal

a callarme co

desayuno, que generalmente eran judías frías y la cena que también eran judías frías y viejas. Aunque... a veces podía confundir el desayuno con la cena. Quizás tuviera una qu

meses y me

oincidir en

me qu

n, y en la otra excus

nchas caderas, su cabello enmarañado y plagado de rizos negros. Parecían formas distantes... ¿De quién eran esos recuerdos? Percibía su aroma... pero no pudo recordarl

e no tenía nada. Ni esperanzas, ni sueños, ni verdades o mentiras. Ni siquiera

clamó en la oscuridad. Ha

, de un irreconocible texto garabateado en la superficie dorada... No podía leerl

es Sisley. En los niveles más profundos de una cripta redescubierta, encontraron un montón de reliquias de la época de Julián Sisley. Dos de ellas misteriosas: una tablilla que r

frunció el ceño—. ¿

mo alzamiento, aplastando sus ejércitos y llevando a la casa Wesen a la extinción. Los Scrammer junto con otras familias menores, cayeron en la ruina y la desho

alquiera podría ocasionar la muerte de muchos al poseer los conocimientos que los magos habían recopilado con las generaciones. Decretó una purga, tras la disolución de la Orden de los Wesen. Fueron tiempos oscuros para las artes místicas: se sellaron los conocimientos que habíamos traído del Antigu

uitarnos las garras para que fuéramos dóciles. Julián sabía que la ambición corría en nuestra sangre y apostó a s

er. Muchos alquimistas ilegítimos se reservaron algunos secretos, que se fueron trasmitiend

studiado la lengua antigua y conocía cada ogham... pero estos símbolos no se parec

uardas e

imiento e

ibr

ojos destellaron al probar l

iblioteca Dorada de Julián y sus tablillas secretas. Eso busca nuestro rey, o mejor

eiscientos años. Los

do ante el rost

. Por eso se aseguraron de preservarlo en un idioma códice, de forma que solo los magos apropiados podrían desvelar sus secretos. Libros pesados labrados de oro, inc

s sobresalían de la placa con una simbología indescriptible. Los bo

a—. No podríamos saber que dice... au

lados para la interpretación de magos. Se necesita la percepción espacial que solo el ojo entrenado y el flujo

está l

acólitos que lo examinaron, dijeron que aquel ogham no tenía un solo significado, sino muchos. Lo más cerc

? El alquimista se secó los labios con un pañuelo. A Niccolo le llegó el aroma del azafrán y otras

ó una mirada

mismo—aclaró. Limpiándose la pócima de los labios envenenados—. La llave viaja en el Bosque Espinoso, cada vez más lejos... y será

parecido. Lord Verrochio no decía nada al respecto, pero los guardias tenían la orden de encontrar a la niña cuánto antes. No había vuelto a ver a Mia. No se desp

ojos... La luz del sol se filtraba por las ventanas de la biblioteca. La espalda le dolía, entumecida, y se

sus espadas envainadas y la otra en una lanza. Niccolo no supo que decir. Lo rodearon. Uno de aquellos guardias lo tomó de los hombros y lo

de ellos con la tabla

lado. Las estrellas brillantes pasaron ante sus ojos... su costado se congestionó de dol

os, conocía aquella

ían venido por él, por las personas que mató y los recuerdos que olvidó. L

, de rostro huesudo, ojos azules traicioneros y austeros... Tenía una

cho se le cubrió de humedad, roja, caliente. No le salieron las palabras... ¿Eran gorgoteos los que salían de su boca? Los ojos se le empañaron de lágrimas al pensar que nunca vería a Mía, que nunca podría pedir perdón... que nunca pudo cambiar. Esperaba ir al paraíso... Así verla, una vez más. Aunque no est

rculo del pentagrama estaba roto. Un fuego oscuro consumía las tablas de madera, pero no emitía humo. Las velas negras tenían llamas azules que nadaban en charcos de cera. Su madre estaba sobre un charco de sangre, con los intestinos desparramados. Su padre lo miró, con un gesto impropio, su brazo derecho colgaba de un hilo de músculo de su hombro, en su otra mano... tenía un puñal. Le gritaba, pero no entendía sus palabras. Ni ent

ran a salvarlo. Sus tíos eran conspiradores. Allí solo sabía de Hannad y de Judías... Hannad era una guardia que se paseaba por las celdas, era muda. No era tan hermosa, tenía los ojos pequeños y brillosos, la nariz peq

de Hannad lo había escuchado de boca de Judías cuando la estuvo manoseando a la fuerza, la mujer le rompió la nariz,

acercó a su celda. La luz de su lámpara de aceite, era reconfortante... después de tanta oscuridad—. Piénsalo, últimamente están enviando a los criminales con los alquimistas. No sé qué h

o dominó la

on?—La voz le salió a

ón Rojo que ruge al anochecer. Lo iban a colgar para dar ejemplo—compuso una risa irónica

uno cuando despertó, para su sorpresa... Avena con miel, un buen trozo de pan blanco y una taza de leche... más dulce de lo habitual y un poco amarga al principio, tenía canela. Era lo mejor que había probado. Judías y otro guardia más alto de nariz ganchuda y barba esca

s ventanales de vidrio colorido con retratos detallados de ciervos. Un gran estrado se alzaba al final del rec

ord Verrochio, el portavoz del rey Joel—. Se te acusa de

te los ojos. Si no hubiera estado sentado, se hubiera d

rrochio, severo—. Fue encontrado en vuestra bi

bien el morado— soltó una risotada. No podía recordar nada de lo ocurrido. Los colores l

tiró del

—Le susurró, parecí

o y su rostro duro. Se abrochaba la capa con un broche de plata, lo qu

ó y cada pensamiento que tenía salía por su boca—. Es porque... es

lo mir

u defensa, Niccolo?—In

l estrado. Pensativo, fo

or. Pero tenía miedo. No quería entregarme, no quería mostrar lo desagradable que puedo llegar a hacer. No

, Niccolo—r

cuello se le

heridas. Lo que más duele del amor... es que te da esperanzas. Sí, esperanzas... de cambiar toda la mierda que eres, por una persona que te importa. Te sana las heridas y te hace mejor homb

acusado de conspiración. Al amanecer, será trasladado a

n y se llevaron a Niccolo a rastras. El suelo se deslizaba a sus pie

udías escupió—

imista lo eliminó del juego antes de participar con una taza de leche envenenada. Se resignó al silencio y el abandono. Meditando sobre las cosas que había dicho... ¿Eran verdaderas sus declaraciones? ¿Por qué le daba tanto miedo enamorarse? Los recuerdos sangr

da desapareció del mercado. Están vendiendo pescados viejos y hortalizas podridas. Los precios de la carne se dispararon. Es una situación lamentable, hoy una turba de manif

vivido bien, pero al final descubrió que no tenía un sueño en particular. Aunque... el perdón de Mia podría ser su mejor sueño o único anhelo mortuorio. La redención de una pareja soñada. Se llevó la taza a los labios: olía a meados y a cianuro almendrado. Lo iban a matar los alquimistas

!—Gritó

ncó la taza de las manos, la arrojó y se rompió en el s

al hombretón de la capa morada y lo hizo

es tinti

olo se abalanzó sobre él con las manos extendidas. Rodaron por el suelo polvoriento. Niccolo no supo cómo, pero había tomado u

e encima!—G

sus enormes manos y lo lanzó con estrépito, sus costillas chocaron contra los barrotes dejándolo sin aliento. Se colocó encima de Niccolo, oprimiendo s

io mientras le pegaba otra vez, y otra vez con sus

o con brusquedad hasta que ambos estuvieron de pie. La sang

la tenía inflamada y la cabeza le martilleaba des

so de la mano—. Lejos de este nido de serpientes. Iremos con el autént

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