to las puertas del infierno, y el diablo resultó ser

do y la lanzaba hacia el menor, los hermoso ojos verdes de Brian, destilaban diversión y algo de in

ara saber que esa mujer me traerá muchos problemas—maldijo por

trema en parte de la población era un problema que persistía y que la corona no tenía intenciones de err

ielos, otro mesías que Jesús y ninguna virgen más que María, su cultura se resumía a la delicada pintura, el toque sutil del arpa, guitarra, flauta y demás, sus bailes se resumen en desplazarse de un lado

o—meneo la cabeza con una risa llena de gracia—Lo que nadie esperaba,

e en la silla, mirando fijamente a

emas no entendiste?—

preguntó—solo tienen que tolerarse, intentar man

os?—inquiri

labrería que abarca un compromiso

dido la mente por compl

cera voz en la conversación, ambos girando sutilmente

erca de ambos, su pelo en disímiles trenzas agarradas algunas en un moño y otras completamente sueltas, un aro de aleación entre plata y oro, y sandalias enrolladas en elaborados amarres en toda su pierna, anillos, pulseras, ligera sombra en sus ojos, bálsamo en sus labios, Brian tragó saliva y miró a su herm

os juntas en su bajo vientre y una sutil sonrisa, e

en tensión, Amarü solo mantuvo la misma calma—Es impropio de al

l parecer para usted, menos propicio, intento llegar al comedor, no pienso pasar el resto del día con el estómago vacío y, he comienzo a creer,

ro la sorpresa de la tan creíble respuesta l

o intrigada, ¿por qué ha

l q

spiró y levantó del asiento, barriendo las arrugas inexistentes en la elaborada ropa, un traje de dos pie

su espalda baja, mantenidas

aciones, muy lamentable, pero real—sonrió socarrón—Juraremos palabras dulces y amorosas ante mi dios, a ojos del mundo seremos un ejemplo, pero ambos sabemos que dentro de las paredes de nuestros aposentos nunca será así, no me pidas nada a cambio, con el dinero de la corona basta, fidelid

reviendo no hacer un escándalo se colocó delante de este y le dio l

tenso—¿Treta?—rió bajito—Claro que haremos una, una obra maestra que llegará, a golpe de fama, a los más inhóspitos rincones del mundo, el actual heredero del trono blanco y la hija del rey del trono de oro, ¡seremos el próximo clásico de la literatura!—se acercó un poco más rozando alientos haciendo que el hombre tensara el resto de su cuerpo—No sé qué clase de mujeres hayan aquí, aunque viendo a la reina me hago una desagradable idea—pudo obse

andar en la ridiculez de tu pantomima. Una vez ponga mi a

r y tomar de vuelta la actitud mantenida hasta ese instante—Yo soy mi propia mujer, dispuesta a entregarme en propiedad a un hombre que haga lo mismo. Ninguno quiere esto y puede jugar a carta segura que de

rü, puedo oír amen

segura de que así como mujeres quieren oc

du

ero somos mujeres difíciles de olvidar—se acercó lo suficiente, demasiado a parecer de Nicholas que lo único que le detuvo de retroceder fue su orgullo, Amaru se aproximó a los labios acaricián

soplido enojado, au

que la cercanía de la morena le estaba haciendo por un segundo olvidar su maldito desagrado y ver la mujer que rea

indicarme como llegar al co

aunque su corazón retumbara de nerviosismo, Nicholas tragó en seco y a paso rígido la sig

l, su cordura, y hombría, Dios