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Historia
El convicto

El convicto

Autor: Rossetica
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Capítulo 1 1

Palabras:2761    |    Actualizado en: 25/04/2022

instante, le veía medio cuerpo desnudo y el resto tras una toalla cuidadosamente amarrada a la altura de su cintura mostrando un excelente torso trabajadísimo que parecía sobrehumano, además de una s

mientras yo esta

gritaba a toda voz que era de día, que no había dormido en mi casa, que mi seguridad se había esfumado, además de saberme en muchos problemas, sobre todo po

y haciéndole sonreír más todavía seguramente por lo absurdo de mi recato dadas las obvias circunstancias, mientras se recostaba

una v exquisita, ví en una de sus muñecas una manilla de oro blanco, con una placa cuya inscripción desconocía y que me refractaba en l

habíamos revolcado. Y no es que quisiera encacillarlo en esa categoría... es que se le veía por encima hasta de su desnudez. T

od

sión y colocadas como tapasoles para dar privacidad y oscuridad a la habitación se adivinaban de alta calidad. Aunque mi anfitrión no

udo

aminar hasta mí, que me eché un tanto hacia atrás, pelin asustada —eres de una perfección al nivel de una diosa —algo en su voz me silenciaba, me controlaba, me seducía y ya cuando llegó hasta mí, y me acarició los labios con su pulgar ansioso, tuve que inclinar la cabeza hacia arriba para poder mirarlo a los ojos de tan alto que era y tan cerca que est

tes de sacarlo y bajar hasta mí, para tomar la esquina de mi barbilla y obligarme a besar sus labios de manera fiera y lenta, como jamás

po sin vergüenza alguna. Me puse de rodillas en la cama aferrándome a sus antebrazos, encontrándome a medio camino de su inclinaci

ubiese secuestrado, podría jurar en aquel único instante, que sufría de síndrome de Estocolm

lengua y una separación brus

eso hayas sido solamente el objet

pero la promesa escondida dentro de mi mente, presumiendo un posible y futuro recuerdo de aquel tór

ubicación aún de rodillas en la cama y llegando al final de un corto espacio en aquella habitación, que lo llevó hasta una puerta disimulada entre las formas de la pared y cuando la abrió con habilidad i

itación está pagada, puedes recuperarte de mí a solas, si así lo deseas.

de lo que había hecho y todavía, ahora que tenía la posibilidad de encararlo e indagar sobre lo de anoche, simplemente había decidido

ue alguna vez me he foll

ismo rozando la misoginia, me cubrí con las sábanas de nuevo y soporté su asquerosa risa,

o follar conmigo... volveremos

mierda, ca

nuestra batalla en aquella cama, para que mi zapato estuviera allí. Tenía que haberme reclamado de manera é

me de hostias a mí misma por haber sido tan gilipollas como para meterme a la cama

ía encontrado en el b

jodido vestido hecho un amasijo de tela inservible que se veía que

s, y el maldito preservat

joder y

l sin protección?!, maldi

en todo m

estaban en su estuche y joder, si m

d se enteraban que había accedido a tomarme las pas

hol y put

sta debido a la reunión con aquel hombre (el franc

mo momento que lo tomé y enseguida

n!— fue lo primero que le contesté

sentándome desnuda en una esquina de la

buscando su posible presencia, pero

a volver a ve

di

noche enloquecido, no sabes la que hay liada aquí por tu culpa y todo

aba como si yo no t

ana pr

ué hasta aquí ni cómo voy a salir d

ada, sobre todo cuando no pod

perdida en aquel lugar y sin saber

ormiste en el hotel de Sammy —sonreí por las hermanas que tenía y asentí obediente, como si ella pudiera

rita, ahora sí la he c

me mis cosas rotas pero no podía dejar evidencia de que Erika Montalvan había dormido en aquel sitio en paradero desconocido para mí. Me tenía que largar de allí con su olor im

ona'o. Mi papá estaría

o francés con ínfulas de poder, y que me irritaba incluso sin conocerlo. Sabía que mi padre estaba detrás de un convicto que incluso desde la cárcel le estaba tocando las narices y muy bien, y que para identificarlo necesitaba su apoyo pero e

nte en los siguientes minutos, cuando veo que se abre el portón para entrar a nuestro rancho y nos detuvimos justo al lado de un coche que no era de la familia, en el

n los que todo el mundo que te r

abía a demasiado más de lo mismo,y donde los demás... aquellos que siempre habían

mo correspondía, sin que nadie nunca supiera de mi desliz. Que no era más, que un respiro. Un frenazo en la intensidad de mi vida, una bocanada de libertad y un episodio de frenesí aislado, entre los brazos del típico guaperas que al siguie

exy, y traje caro carísimo, era el perfecto para darme aquel soplido de sexo salvaje que consiguiera hacer

e acomodada para darle la perfecta vista de lo que pretendía ofrecerle, mientras él sonreía de costado sobre el bord

ignorar las posibles consecuencias desastrosas que tu cerebro te grita que tendrá el dejarte llevar por él, y que de seguro ignorarás porque no querrás negarte una experiencia como esa; pero yo sin embargo, no podía dejar de encontrar algún tipo de familiaridad en aquel reloj de antaño, perfectamente cuidado y que dado mi conocimie

sentía al límite de mi paciencia para fingir. Quería rom

reloj que tanto me llamaba la atención y entendí que tal ve

una vez, pues ya ambos habíamos interpretado perfect

e a los ojos, llevando su muñeca doblada frente a su pecho para decirme desde su asiento y señalando con pequeños toques de uno de sus dedos las manecill

e señorita

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