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Historia

Capítulo 4 1.3

Palabras:1816    |    Actualizado en: 27/06/2022

bel

oca an

lo fue antes su abuelo y varias generaciones anteriores. La medicina era en su familia casi una herencia de padres a hijos, pero siempre en los varones. Hasta que llegó Ana y su hermano Simón. Él

ía dotes para serlo, ya que supo hacer de su vida la mejor función. Interpretaba el papel de hijo obediente, seguía las indicaciones de sus padres y se resignó a vivir el sueño de Ana. Ella sí quería ser doctor

nticinco y considerarse mayor de edad . Soñaba con ser libre, pero la vida le tenía preparado algo muy distinto. Solo con record

que había tomado prestado entre los brazos. Se disponía a corre

bre sus hombros, fueron suficiente para ha

la miró con una sonrisa que acabó por desarmarla. Lucía su cabello oscuro despeinado, un mechón del flequillo rozaba de forma traviesa la frente, sus ojos ambarinos est

ado de su hermano. En el mismo instante en que se enredó con su mirada supo que había perdido el corazón y que ese hombre

os agarró a su hermano del b

e corazón de pollo, ¿qué llevas ahí, enana? —Simón señ

Corín Tellado, de esas roman

triunfal se fue desvaneciendo por una expresión preocupada—. Ana, ya sabes lo que opina papá. No podemos cambiar lo que somos. Si te ve con uno de sus libros de medi

reció visualizar incomodidad en sus gestos. El amigo de Simón frunc

Me sacó de la escuela, solo por ser mujer no tengo derecho a estudiar. Puede quitarme eso, pero no puede impedir que lea. No le hago da

la realidad y reponerse del enfado—. ¿Soy un amigote

si está toda escuchimizada . Además, no tienes nada que hacer con ella, mi padre te capa antes de que te atrevas a acerc

pués el rubor emergió a las mejillas y se propagó hasta el cuello como si sufriese de una erupción cutánea. Ana podía jurar que su aspecto no pod

ensamiento de que él se hubiese fijado en su persona la ponía a temblar de pies a cabeza. ¿Sería posible? Aunque si fuera cierto no cambiaría la realidad. Carlos era un buen muchacho, humilde, trab

digno de admirar, no le costaba desprenderse de lo poco que tenía para ayudar a sus allegados. Había fantaseado en muchas ocasiones con él, incluso se le apar

os minutos —las palabras de Ca

evó el libro que tanto deseaba con él. Aturdida lo obser

e rascaba la nuca y parecía debatirse entre acer

ra comunicarse le hizo esbozar una son

ta por su madre, le acabaría por dar un desmayo. Tanteó la pared rozánd

a verse, ¡ah, no importa! —Bajó la mano con la que se rascaba hast

a llegar con aquella información. ¿Querría explicarle que él también saldría con otra mujer

se sorprendió de que su voz escapara clara y

a tan guapo y ella tan mediocre, tan inferior. El dinero no hacía al hombre y tampoco a la mujer,

o que quiero decir e

niera en una misma frase prendió to

o que s

mismo, donde q

ella. Sin embargo, él no habló. Se quedó mudo y la miró expectante, con los ojos muy abiertos y una expresión de no haber escuchado la respuesta que esperaba. ¡Qué calam

ta la tomó de improviso

flacucha sin forma definida, que no tenía curvas ni una cara bonita con la que embelesar a un hombre como él. ¿En qué pensaba

ó marcharse, huir como la cobarde que

ieron a su lado. De pronto esa mirada que tanto la fascinaba se vol

ue te fijarías, que puedes aspirar a mucho más, pero mis padres me enseñaron a no sentirme menos que nadie, y a no rendirme a pesar de que todo e

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