te
día p
radablemente meciendo su pelo y la gente, emocio
lema er
menos aún en la hermosa agua azul del mar que tiene delante. Caminaba mir
preoc
reocu
ro médico por la parte trasera del edificio, cogiendo un taxi en la call
un ligero mareo por la mañana, decidió que sería buen
a de compras y que, si podía, iría al médic
pero necesita una receta para comprarlo porque es ex
los resultados
razada de d
ella sabía que lo era. Incluso cuidando de sí misma, había acabado quedánd
a algo que él quisiera. Ella misma no tenía ganas de ser madre hasta que no estuviera co
mujer está muy estresada o tiene alguna enfermedad, pu
ella pensaba qu
manas. Fueron tantos los medicamentos que utilizó a causa de la fiebre y la garganta muy afec
a serí
s adelante y apuró su paso, sentándose rápidamente. Agitó la piern
la reunión a la que había ido en otra ciudad a unas horas de distancia. Podría tomar
a noticia, pero desde luego, después de la sorpre
te, pensando en su hijo o hija por venir. Tendría que c
imerizas se ponen n
de que había desaparecido de la clínica. El problema sería que l
hizo que su corazón latiera aún más fue
que les hizo pegarse el uno al otro. Y Fellipe le exigía
so. De hecho, la única que conocía, después de todo, era virgen cua
blar con él. Llevaba su ropa normal y senci
re le hacía regalos, incluso cuando sólo salía a trabajar y volvía con algún gesto de cariño. L
morarse de u
un niño sonriente en el regazo. Iban
da de taxis y de vuelta al piso. Se apresuró a entrar
as, como hacía siempre que Fellipe no estaba, pero no dijo nada, só
ano en él, sabiendo que aún tardaría en manifestarse, pero
y no podía explicarla, pero era demasiado b
lo y se quitó los zapatos. Dejó su bolso colgado en la percha junt
un poco su mente antes de que él llegara
Ninha
endo para saber qué pasará con la