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Historia
MI POBRE PAÍS RICO

MI POBRE PAÍS RICO

Autor: edward2290
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Capítulo 1 1

Palabras:2133    |    Actualizado en: 28/09/2022

ÍTU

de un fatigoso trabajo de meses; tal vez de años. Todo devino de las labores estratégicas ideadas pacientemente, con las que se quiso alcanzar una ansiada meta; pero que infortunadamente para él y para un gran número de sediciosos cómplices, resultaron ser un estrepitoso fracaso. El cantinfleo que expresó ante las cámaras de televisión que tomaron su imagen y la enviaron alrededor del mundo, denotaron su miedo, su temor a lo que vendría despu

tegia con la que quiso causar algún efecto en quienes le escuchaban hablar como un mojigato, tal vez como un héroe. En su mente se dibujaba algo que tuvo que causar pánico; pero que no lo hizo. Pocos lo entenderían: la vuelta del militarismo después de su caída hacía varias décadas.

asesinato del Presidente de la República. Es decir, algo perturbador y espeluznante. Nada más y nada menos que un verdadero magnicidio. El bestial crimen nacido del odio o de la ambición del poder. Posiblemente de ambas cosas. Significaría realmente un crimen enlodado de odio. No como en un futuro nefasto, un cuarto de siglo después, cuando se privaría de libertad a alguna persona porque soñara con que el Presidente de la República h

frustrado. Nadie, absolutamente nadie se creerá aquel artificio que rayará en lo ridículo. Ni ellos mismos, los desmedidos autores de las más caricaturescas fantasías presidenciales; se creerán semejante sátira. Y aquel que mucho antes, pregonará un líder mirándolo por doquier como un fantasma. Sí, aquel mandatario que no dejará de decir constantemente que med

illamente, apátridas. Había llegado ese día de febrero. Significó un juramento de unidad que luego se traduciría en un derroche de riquezas a las manos indebidas. Todo el país estuvo pendiente del transcendental suceso. Significó una esperanza venida desde algún sitio oculto, desde un sitio inesperado. Había recién llegado el día que trajo un despelote en todos los rincones. La gente se preguntaba suspicaz: « ¿Qué estará pasando que hay

cucharon ruidos poco comunes. Fue entonces, de madrugada, cuando se intensificó aquella algarabía, y poco a poco se fueron llenando las calles de personeros venidos desde los cuarteles. Bien de mañana la ciudad estaba atestada de rumores. « ¡Llegaron los extraterrestres! », expresaban los más artificiosos. La televisión y la radio solo dejaban escapar un desastroso ruido que a

ugenio nunca se enteraría que era en realidad lo que estaba sucediendo. No tuvo tiempo de enterarse. Él iba concentrado en llegar pronto a su día a día en su trabajo, saboreando amargamente su rabia al pensar que ganaba una lágrima de sueldo. Tremenda rabia sentía contra el sistema capitalista que lo ahogaba, contra todo, contra sí mismo. Con el mísero sueldo de un mes, a duras penas compraba la comida para toda su familia compuesta por cuatro muchachos, su esposa, él y la suegra que, encamada tras una penosa enfermedad, igual comía en abundancia. ¡Ah…! y le

que se ahorraba el pasaje en el transporte público, ya que vivía cerca de su trabajo y caminaba hasta él. Por lo menos ese dinerito que se ahorraba, lo usaba para llevar a diario, por la tardecita, panes dulces y chicha para su mujer, su suegra y la “muchachera”. Tendría que dejar de comprar la prensa a diario y lo que más de hacía rabiar, era que tendría que dejar de tomarse su caja de cervezas y hacer la parri

o más íntimo de su corazón, que pocas veces vertía ese eco bendito. Y no era para menos. En primer lugar, porque Eugenio sería el último de sus hijos; prole fecunda que llegó a su terruño para engrandecerlo. Cerraba el muchacho aquel ciclo de sacrificios maternales, de partos laboriosos y en ocasiones; de momentos de hambre y dolor. Su padre no estaba presente, nunca lo estuvo; ni el de sus hermanos ni el de nadie. Era solo Ernestina quien se

Paralelo a las aberraciones y atribulaciones propiciadas por aquellos secuaces sangrientos y medrosos, a la vez había una verdad inquebrantable. Debajo de sus propios pasos, millones de años contenidos en el subsuelo surgían a aquel presente para elevarlo a las cimas del progreso. Significaba pues, un adelanto económico nunca antes visto en la aquella nación gloriosa. Era el petróleo que manaba bendito. La explotación petrolera había permitido al régimen de mediados de siglo XX, financiar un programa amb

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