Sheila cayó en pánico y su corazón se aceleró como nunca. Entonces sacó sus anteojos de su bolso rápidamente y se los puso.
Acercándose a la mesa, Gerald los miró a ella y a Leo, y con una expresión ilegible, instantáneamente fijó sus ojos en Sheila.
El silencio fue tan fuerte que la tensión flotaba en el aire. Leo se puso de pie para guiar a Gerald a su asiento.
"Esta es Sheila Newell, la hermana de tu prometida. Teniendo en cuenta que va a ser tu cuñada, supongo que ya se conocen".
Tras un asentimiento, Gerald levantó lentamente la taza de café de la mesa, pero no dijo una palabra.
Mirándolo los ojos, Sheila no tuvo más remedio que saludarlo con una sonrisa. "Señor Lamont".