Wilton Potter estaba esperando en la entrada del hospital, vestido de traje formal y con lentes sin montura. Detrás de él, el Maybach relucía con los destellos del sol.
Cuando el hombre vio a Darren saliendo del hospital, enseguida trotó para alcanzarlo. "Señor Sampson, por fin. Faltan menos de cinco minutos para la videoconferencia. Aquí están los...".
De pronto, Darren alzó la mano y lo detuvo en su discurso.
"Aplaza la reunión".
Desconcertado, Wilton parpadeó. "Está bien", asintió finalmente.
La decisión lo tomó por sorpresa, pues la videoconferencia estaba pautada con antelación y se trataba de una reunión importante con aliados internacionales.
Pero como su jefe había hablado, no tuvo de otra que ponerse en marcha y cancelar todo.
Darren se había estado preparando para esa videoconferencia por un tiempo, pero ahora mismo solo podía escuchar la voz de Claire en su cabeza. La palabra "divorcio" retumbaba en su mente una y otra vez.
Tres años antes, su padre había sufrido un infarto y Claire lo había salvado.
La chica y Pierce solían llevarse muy bien, y apenas él supo que ella estaba enamorada de Darren, le pidió a su hijo que se casara con ella.
Al principio, el muchacho se negó a esta idea, pero luego se vio forzado a hacerlo porque fue la última voluntad de su padre.
No obstante, incluso después del matrimonio, él y Claire no vivían como pareja ni se trataban con cariño. A decir verdad, él no sentía nada por ella, pero no podía negar que se había acostumbrado a su compañía.
Dos meses atrás, Darren se embriagó y pasó una noche con Ximena.
Desde ese entonces quiso hablar con su esposa al respecto, pero nunca tuvo el valor para contarle lo que había pasado.
Estaba genuinamente apenado y sentía que lo mínimo que le debía era una disculpa.
Con eso en mente, intentó llamarla, pero nadie atendió.
Entonces procuró comunicarse con el hospital, pero allí le informaron que ella ya se había ido.
Cuando supo eso, el hombre entró en pánico.
Iba a marcar al número de su casa, pero en ese momento una cajita con un lazo satinado llamó su atención.
"¿Qué es esto?", preguntó.
Wilton, quien estaba sentado en el asiento del copiloto, se dio la vuelta y dijo: "La señora Sampson me pidió que se lo diera".
El rostro de Darren se iluminó. "¿La viste? ¿Cuándo te dio esto?".
"Esta mañana".
Fue justo antes del accidente... El corazón del hombre se hundió de repente.
Acto seguido, abrió la cajita y unos gemelos brillantes aparecieron ante él.
"Hoy es su aniversario, señor", le recordó Wilton.
Darren se dio la vuelta y lo fulminó con la mirada.
El asistente se dio cuenta de que había soltado la lengua y forzó una sonrisa antes de darse la vuelta. No soportaba la mirada fría de su jefe.
Dejando escapar un suspiro, Darren marcó el número de la casa y poco después escuchó al otro lado de la línea la voz de Marcel Morris, el mayordomo.
"Marcel, iré a casa a comer. Dile al chef que prepare los platillos favoritos de Claire. Ella está convaleciente, así que procura que todo sea sano y de la mejor calidad", ordenó, acariciando con los dedos los gemelos.
"Sí, señor".
"¿Claire está en casa?".
"No".
Con el ceño fruncido, Darren colgó el teléfono.
Afuera estaba haciendo bastante frío y ella estaba herida. ¿A dónde pudo haber ido?
Darren llamó a Claire varias veces, pero nadie respondió.
Al principio había creído que lo del divorcio había sido una amenaza motivada por el enojo, pero ahora entendía que estaba hablando en serio.
Preocupado, Darren se masajeó las sienes palpitantes y respiró hondo para intentar sobrellevar la presión.