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Historia
Una Esposa para el Principe

Una Esposa para el Principe

Autor: Maria Pulido
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Capítulo 1 Prólogo

Palabras:1302    |    Actualizado en: 05/12/2022

iendo hacerlo antes de comenzar con esta, aunque se puede leer por separado como Kader, usted entenderá más la tra

po a

ri

LBOR

vez que venía a este lugar, donde podía liberar un poco el estrés de mis ho

bía marcado mi corazón, a pesar de ser como yo era,

. Y eso me enorgullecía sobremanera. Muchas generaciones pasaron después de ellos, sin embargo

re era el rey, así que el apellido Sabagh se mantenía vigente. Remuel Sabagh, mi padre, esta

ido para ello igual que mis antepasados. Pero, la sensa

irreprensible— no figuraba en mí si era sincero conmigo mismo. A mis 31 años ya había dado más guerras familiares de la

se lo demost

y un poco arrogante. Bastante complejo

ían a un rey fác

. Su crecimiento fue acelerado y brusco desde el reinado que las páginas de los libros y la misma red de internet me mostr

informó el general que me ac

do a la reunión que se

ra

ria en todos los territorios para mantener la paz, las alianzas y la

ar a mí para seguir manteniendo sus riquezas. No lo decía por engreído, aunque podía presumir. La situación

regó un mayordomo abriendo mi pu

el general ingresó conmi

z que pensaba en el discurso que debía d

nadie sabía que podía preguntarme cualquier cosa

pero respondí

mi padre, a mi parecer esas reu

lvo gracias a esas

confianza con Abud, pero eso no impe

rer peligro en su reinado —dijo en tono de burla, en

a con un edificio diseñado para esta reunión, muy cómodo y

ar mientras Abud y otros del personal de seguridad trataban de separar un poco la distancia que debían tener para

la cotillera y todos los artíc

móvil en el traje y procedí a sentarme. Muchos habían l

mbre infinidad de veces. Felicitaciones, agradecimientos y saludos a mi familia fueron parte de las pa

ré al

pónganse cómodos porque es

to salió después de la

materiales que salieron defectuosos. Ellos habían sido donados para algunos pue

solo daban quejas sobre su situación actual. Miré a mi oficial que estaba

rminaríamos nunca. Sin embargo, un portazo más una voz bastante forzada llegó a mis

ejarme entrar!

trataba la interrupción. Así como yo, todos en la

… generaciones de hambre y miseria!, no pu

l y él se adelantó para tranquilizar a los presentes. Después de todos estábamos en m

iba diciendo Abud caminando

é! ¡No, hasta q

rita! —escuché como la v

scuchaba a una mujer, y algo me dijo que debía i

, pude ver que al final estaba la dueña de

e esa mirada rabiosa, cargada de adrenalina y agitada, se posicionó en mí, hasta el punto en que mi cuerpo r

ron duras, con toda la intensión de

ella desafió—. Pero mi país Y

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