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Historia

Capítulo 2 SEMANA 2

Palabras:4172    |    Actualizado en: 02/02/2023

ulo S

her

despertado hacía quince minutos, indiferente a los mundanales problemas. Confor

olchón para incorporarme algunos centímetros y descubrí que la cama de Alexia estaba vacía, aunque deshecha. Si no había ordenado su lado de la habitación se debía a que, de hacerlo, llegaría tarde a clases, porque de lo contrario hubiese aplanado hast

erpo continuaba intacta y sin alteraciones, sin embargo, tras desnudarme y examinar mi reflejo en el espejo, mi mente me recordó que pronto mi vientre se curvaría ha

arte del día. Los estudiantes abandonaban la residencia continuamente, muchos se saltaban algunas clases ya que preferían estar con sus ligues en la comodidad de sus habitaciones o aprovechaban la luz solar para adelantar trabajos en la biblioteca. Dimitri impartía clases de finanzas y economía en la facultad de Números, la cual se ubicaba a cinco minutos de mi posición. No tendría problemas para dar con él. Adem

balaban por el puente de su nariz, y mostró una encantadora sonrisa de dentadur

ria en el extrem

l profesor Ivanov

¿Ha ocurrido algo?

no puedo evitar adelantarme a los acontecimientos. —Una risotada hi

é el ascensor para subir a la planta número tres y miré las placas doradas en las que figuraba el número que distinguía las clases, hasta localizar la número 305. A través del pequeño ventanal que adornaba la puerta de madera pude verlo: sentado sobre una esqui

era más irresistible con ese uniforme o sin ropa. Tomé una profunda bocanada de aire, abrí y cerré los dedos para es

golpear la puerta—. ¿Puede

os estudiantes s

tiempo suficiente para reconocer que no se esperaba mi visita; al menos, no después de lo ocurrido. Los alumnos cuchichearon, arrimándos

uí? —murmuró c

ba a volatiliz

se arrepentía de haber engañado a su prometida. Una vertiginosa sensación ascendió por mi columna cuando estudié el problema desde

bes a qué me refiero. Dios, ni siquiera puedo pronunciarlo en voz al

ejó a una patad

secreto entre nosotros, ¿de acuerdo? Maldita sea, de verdad que lo siento. Hab

stá siendo nada

pero si apreciamos a Svetlana, será mejor que no te presentes en la boda. Invéntate algo lo suficientemente grave que justifique tu ause

Dimitri, reprimí mis impulsos. No era justo. Él había sido quien me besó en primer lugar y, sí, sabía que yo no lo había querido detenerlo. Sin embargo, eso no respaldaba su comportamiento conmigo. Quedaba

mantuve la boca cerrada

Él me miró de nuevo, mostrándome unos ojos anegados en ese molesto líquido transparente que también amenazaba con abordarme. No susc

cer tu opinión —murmuré

o saludé a la señora Bernard a mi paso; no me detuve a pronunciar un simple «adiós» por la inquietud

de los bancos y me h

cabizbajos y somnolientos, trataban de coordinar el movimiento de sus pies para no tropezarse con el bordillo de la acera; otros, espabilados y felices p

como

sido el cambio producido desde la fiesta de

ovelas clásicas como El retrato de Dorian Gray o Cien años de soledad. Cuando ella miró en mi dirección, alcé la mano y la sacudí en el aire. Precisaba de su ayuda después del balde de decepción que había caído sobre mis ho

ad de Letras. Mi mejor amiga cursaba Filología Inglesa, los únicos trabajos que sus profesores exigían eran la

con Mr. Cañón?

d te apete

esto —ase

egado a escucharme. Aparté la mirad

ándolos para llamar mi atención—. Los hombres en general son unos idiotas después de mantener relaciones. ¿Por qué

tiva es abortar, aunque… —Miré al cielo y parpadeé para alejar las inoportunas lágrimas—, no me atrevo a pasar por ese proceso. No tengo un hogar propio. Soy me

erás a conciliar el sueño si das a ese bebé en adopción. Ahora mismo estás ofuscada en la parte negativa, pero ¿qué hay de tus familiares? Cuando se lo cuentes, sin

y agobiad

lmarme usando trucos que aprendió en las primeras clases de yoga a las que asistió. Extrañamente, ese pensamiento me hizo querer reír

ó a la vez que señala

ba de salir d

. —Me levanté a

s y dio golpecitos contra el suelo—. En algún momento, y más vale pronto

luego —s

dirección contraria a la mía. Llegué a la estación del subterráneo en pocos minutos y esperé a que el transporte correspondiente arribase para subirme a él. Mis padres vivían en

uso más extraña que si la hu

ro el cielo se estaba encapotando de nubarrones, lo cual significaba que, tarde o temprano, comenzaría a diluviar o a nevar. Espe

n parte de mi adolescencia se alzó ante mis ojos y los retortijones se acentuaron en la boca de mi estómago. Si lo que Alexia h

uanto abrí la puer

cocina y, acto seguido, mi madre cruzó el pasillo con ambos brazos abiertos. Mis ansias por estallar en llanto regresaron al notar el cariño de su abrazo, pero m

s décadas durante un viaje de estudios a Honolulu, y desde ese entonces no habían p

oción con Dimitri. De hecho, fueron grandes amigos durante su adolescencia, pero el lazo se arruinó tr

a manera en la que yo paseaba en torno a esta mientras observaba la deliciosa comida—. Te damos el

ado —me

ontestó él—. No digas que te has gastado la p

el bol en el que mamá los conservaba. Estaba cubierto de migajas del pan que papá ac

dejó caer el paño húmedo con el que limpiaba. La siguiente escena se asemejó a la de una película que había visto algunos meses

iedad y el pánico. Temblaba tanto que mis rodillas no soportaban el peso de mi cuerpo. Resignada, me

, voy a d

—Mi madre clavó

pera, iré directo al grano. —Tomé una profunda bocanada de

había liberad

as o compañeras de clase, aunque sí eran evidentes las intensas campañas emprendidas por los directores y psicólogos relacionados con anticonceptivos. Supuse que mis padres reaccionarían de

los fulminé con la

nios os pa

generadas por la intensidad de la risa y descansó una mano en la rodilla de mamá—. Somos conscientes de las novatadas que se realizan

romeando? —Mis ojos s

n intento desesper

horrorosas en las que me debatí entre ir directo a una clínica de maternidad para abortar o confesarlo como estoy haciendo

tes como mis pesadillas. Tenían una extraña mezcla de decepción, tristeza, ira y miedo hacia lo desconocido que se hizo palpable en sus f

ellos de la nuca y de mis extremidades—. ¿Cómo ha sido posible? ¿En qué est

tra, el anticonceptivo no funcionó como debería. Se rompió, se cayó o… no lo sé. Tampoco recuerdo la

porcelana que mamá colocaba junto con las tazas se tambalearon, algunas cayeron hasta fragment

e mi condición. Yo de

de reprochar, p

ión. Estoy muy asustada porque os prometo que esto no entraba en mis planes universitari

de puta te aband

padre tan molesto e irritado

ado y de violeta a azul. Mi madre tuvo que sostenerle por las

rme en la silla y a

que no sabe nada. Todavía. Pero tengo

én es? —Mamá apretó e

es el prometid

recisaron de más explicaciones. N

me miró de nuevo, al

N

lo

ocupa. Trabajaré donde sea para conseguir el dinero necesario. Y os doy mi palabra de que no os molestaré. Me arrepiento de lo que hice

a gustado expresar aquella reflexión, pero me vi incapaz porque mi madre se levantó y se encerró en el cuarto de baño. La incomodidad que predominaba al inicio de la charla com

almente con mi trasero. Mamá tampoco comió en exceso; masticó con suma lentitud y con la mirada perdida en algún punto de la mesa. Me sorprendió cómo se habí

ue cogería un resfriado por el tiempo que estaría bajo la lluvia hasta alcanzar el metro. Entonces, pa

na. Pero nunca has sido una chica irresponsable o problemática, por lo que te creo cuando has mencionado que usasteis protección. —Giró el volante—. Sin embargo, y aunque me cueste decirlo, no puedo aceptar este

am

site. Tener un hijo no es una tarea sencilla, como se dibujan en esas novelas rosas que tanto te gustan. —Hizo una pausa, se concentró en atravesar el cruce

é hacia ella antes de abandonar el vehículo y la abracé con ímpetu. Mamá correspondió al gesto con la misma intensidad y frotó mi espalda, como Alexia había hecho en la mañana. Supe que la conversación no estaba finalizada

l coche desapareció en otra de las esquinas. Alexia no había regresado, p

el viejo calendario del 2018 que todavía pendía d

arde fue en los sonidos que las gotas de lluvia generaban al golpear la ventana, recordándome a unos nu

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