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Historia

Capítulo 4 El contrato que pactó un destino

Palabras:1701    |    Actualizado en: 26/02/2023

spectivas de las personas con una nueva moda. Para el joven empresario era una excelente oportunidad que no pensaba desaprovechar, pero, así como las ventas aumentan, los ánimos co

mafia ¿Por qué no intentarlo? — dijo uno de los ej

espondió frívolo el jefe de publicidad— po

te con la mafia, solo debemos autorizarle el transporte bajo su

ontenida, como un perro agresivo que a duras penas era sujeto con una débil correa caminó lentamente hasta su asiento en el final del enorme salón, mientras tanto, las miradas de los ejecutivos se inundaron en pavor mientras que ligeramente comenzaban a baj

y profunda que envolvía el salón en un eco pronunciado— es una suer

ioso uno de los ejecutivos, pero pronto enmudeció ante la ma

con ambas manos en la mesa — ustedes también deberían estar en su hora del almuerzo, p

versionista— simplemente queríamos discutir ciertas

ombre y provocando el salto inmediato de todos los presentes— no creo que te refieras a eso, ya sé ¿quizás te re

acto! –respondió ofendido— solo

lar por el bienestar de la empresa, MI EMPRESA —soltó una risa sarcástica— todo esto mientras intentan hacer tratos con la ma

za, humillados por el grave desacato que habían cometido, entendieron que intentar ampliar el desarrollo de los negocios era un plan fa

la puerta— si vuelvo a oír una palabra al respecto ¡ninguno de ustedes volverá a supues

puños golpeó fuertemente la mesa, sus ojos se inyectaban en sangre mientras su entrecejo parecía palpitar por la presión que su rostro no dejaba de hacer entre más fresco se volvía el recuerdo de las palabras del joven Cold en su memoria. Pese a ser una persona con experiencia la fidelidad que le tenía a la empresa no era punto de comparación, su nombre era Marco Gard, un ejecutivo que ayudó a Beltrán en su ascenso con la inmobiliaria, pero tan pronto como el dinero comenzó a llenar sus bolsillos, la gloria de poder gastar esa enorme fortuna lo transformó, puesto que sus adicciones en juegos de azar de todo tipo solo lo hundía

hasta que un día esta puerta estaba con un nuevo cerrojo, el dueño decidió entonces delegarlo a otras áreas del sector comercial, y más tarde lo envió a vivir a una de las tantas casas modelo que vendían en una urbanización lejos de la empresa; era

? —preguntó una misteriosa silueta que ingresaba al sal

nar elegante balanceaba sus grandes caderas mientras que sus largos brazos se extendían llevando un carro de limpieza, sus

ras una mueca de angustia se dibujaba en su rost

conocida con una hermosa y deleitosa voz que parecía engatusar en lugar de sonar a

e medidas? —pr

estarle importancia al asunto mientras rebuscaba en sus bolsillos — su de

desesperado— si él muere, puedo convencer al re

rá a conseguir un buen asesino —la joven se dio vuelta lentamente mientras salía de la oficina en un danzar lento como si el tiempo no le i

oco le importó si el trabajo que estaría por encargar lo hacía desde un aparato de la oficina; que más podría importar si su vida estaba en juego, y en este caso no tenía permitido dejar más tiempo a la suerte, pero la espera del teléfono lo volvía cada vez más impaciente en lo que cada resonar parec

untó sin siquiera dudar, ya estaba acostumbrad

—respondió el pobre hombre con v

remos a

A q

o le in

mientras en un largo suspiro se dirigía a la oficina de Simón con

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