Ariana estuvo a punto de perder los estribos con Jasper, pero justo entonces apareció Glenda.
"¡Aria, has vuelto! Vamos, pasa, te vas a empapar con la lluvia", instó la mujer con fingida calidez. Quien no la conociera pensaría que realmente estaba feliz de ver a su hijastra luego de tanto tiempo.
Como no era una actitud normal en ella, Ariana enseguida empezó a tener dudas y se puso en guardia. Nada bueno podría estar tramando Glenda si estaba actuando así.
Mientras tomaba asiento en el sofá de la sala, Brielle salió a su encuentro con una amplia sonrisa. "¡Hola, Ariana! ¿A qué debemos esta sorpresa?".
Con el ceño fruncido, Ariana se hizo a un lado. "Vine a...", empezó, pero Brielle la interrumpió.
"Primero lo primero, querida, déjame presentarte a mi prometido, Jasper".
Brielle lo agarró de la mano mientras su pecho se hinchaba de orgullo.
Para Ariana no era una sorpresa que se comportara de esa forma, pues desde que eran pequeñas ella siempre le echaba en cara sus logros.
Para entonces, Ariana ya sabía de la traición, y la revelación no la hirió como se esperaría. Por el contrario, le daba un poco de lástima por su media hermana.
Jasper era menos que basura para ella ahora y le parecía estúpido que Brielle alardeara de alguien como él.
"Nos vamos a casar pronto, el padre de Jasper ya está pensando en una fecha para la boda. Por supuesto, estás invitada", sonrió Brielle, fingiendo estar cohibida.
Su actuación solo le revolvió el estómago a Ariana.
"Por cierto, ¿dónde está Theodore? ¿Por qué no vino contigo? ¿Está ocupado?", preguntó la chica, echando un vistazo hacia la entrada.
Aunque parecía ser una hermana preocupada, Ariana sabía perfecta lo que intentaba hacer.
Mientras tomaba asiento junto a ellas, Jasper agarró a su prometida y le dijo: "Guarda silencio, cariño, sabes que mi hermano detesta a tu hermana... Apenas recuperó la conciencia, pidió el divorcio, ¿puedes creerlo?".
Jasper odiaba a Ariana desde que ella decidió no seguir ayudándolo con su plan inicial. Ahora quería aprovechar la oportunidad para ridiculizarla frente a sus familiares. "Mi hermano siempre ha sido muy selectivo, le encantan las mujeres inalcanzables y hermosas, supongo que el rostro de Ariana lo tomó por sorpresa... Oh, el pobre... seguro estuvo a punto de desmayarse de nuevo cuando la vio... Solo puedo imaginar cómo se sintió".
Sin quedarse atrás, Glenda palmeó las manos y se unió a la conversación. "Ariana, tenías que hacerme caso cuando te dije que te casaras con Johnny Prescott. Yo sé que a nadie a tu edad le gustaría casarse con un tipo de cincuenta años, pero él si te habría aceptado y cuidado bien de ti... Ahora mira en lo que estás metida...".
"No me digas...", murmuró Ariana con sarcasmo. "Tan amable es el viejo Johnny que su última esposa se lanzó de un edificio... ¿No debería haberse casado Brielle, tu querida hija, con un prospecto tan bueno como él? Ya que tanto te interesa que sea tu yerno, digo".
"Oh, su exesposa era una mojigata... Es normal que los hombres casados tengan una aventura, pero ella hizo un drama al respecto y se suicidó... Johnny no tuvo nada que ver con su muerte, claro que no... Oh, a él le gustabas mucho, ¿sabes? Estaba listo para darte la vida que siempre has soñado, si tan solo hubieras aceptado... Pero bueno, ahora que estás casada, supongo que no tiene caso... Incluso si te divorcias, no tendrás más oportunidades que la de ser una amante", comentó Glenda a sus anchas.
"¿Qué tiene de malo ser una amante?", preguntó Ariana con fingido asombro. "Después de todo, Brielle parece feliz siendo una".
"¡Qué!". Madre e hija se pusieron rojas de indignación.
"¡Cuidado con lo que dices, Ariana! No tienes derecho a decir eso, yo me voy a casar pronto mientras tú estás a punto de ver truncado un matrimonio que ni siquiera había empezado".
Ariana se sintió mejor ahora que las caretas habían caído al suelo. La razón por la que Brielle se contuvo fue porque Jasper estaba allí. De estar solas, seguramente se le habría abalanzado encima y la habría golpeado.
"Eso lo veremos después", resolvió Ariana, sin ánimos de seguir perdiendo el tiempo. "Vine a recuperar las cosas de mi madre, me iré cuando me las devuelvan".
Apenas escuchó eso, Glenda procuró hacerse la tonta. "¿Qué cosas? ¿No te llevaste todo lo que te pertenecía a ti?".
"¡Oh, deja de actuar, Glenda! Vi el collar de mi madre en el catálogo de una casa de subastas... Lo pusiste a la venta, ¿no? De todas formas puedo dejar pasar eso si me devuelves el resto de las piezas... Y que sea rápido". Ariana estaba harta de su hipocresía y se puso de pie cuando vio que Glenda no reaccionaba.
Al verla dirigiéndose al dormitorio principal, la mujer la siguió y le cortó el paso. "Tu padre estaba endeudado antes de fallecer, vendí algunas cosas para pagar parte de sus deudas. ¿No deberías estar ayudándonos con las deudas ahora que te has casado con un Anderson? ¿Por qué vienes a reclamar cosas en vez de ayudar?".
Ariana no creía ni una sola de sus palabras. La mira deshonesta de su madrastra la delataba. Ella sabía que, si su padre hubiera estado tan endeudado, tanto ella como Brielle se habrían largado sin dudarlo. Pagar deudas y rendir cuentas no era lo de ellas.
Ahora todo lo que preocupaba a Ariana era recuperar las pertenencias de su madre, así que empujó a Glenda a un lado y siguió su camino.
"¿Qué demonios te pasa? ¿Estás sorda? ¡Vendí todo! ¡Ahí no hay nada!", gritó Glenda, agarrándola del brazo.
Ariana nunca había visto a nadie tan desvergonzada como esa mujer.
"¿Qué quieres decir con que vendiste todo? ¡Los zarcillos que tienes puestos también son de mi madre!", espetó la chica, desenmascarándola.
Horrorizada, Glenda se tapó las orejas inconscientemente, pero pronto volvió en sí. "¿Y qué? Te crie por mucho tiempo aunque no eres mi hija, me los merezco como pago. ¿Sabes qué? No pienso dejar que te lleves nada, ¡tendrá que levantarse tu mamá de la tumba para que te los regrese!".
"¡Cállate! ¡Ni se te ocurra volver a mencionar a mi madre!", espetó Ariana, enfurecida. Acto seguido, le arrancó el pendiente a Glenda de un tirón.
"¡Ay!", gritó la mujer, adolorida. La sangre brotó de inmediato y se aguantó la oreja mientras maldecía: "¿Cómo te atreves, perra?".
Ante eso, Brielle intervino y quiso abofetear a Ariana, pero ella la detuvo en seco.
Desde un rincón, Jasper contempló todo y se quedó atónito por un rato. A decir verdad, le sorprendía que Ariana tuviera la fuerza para enfrentarse a esas dos mujeres.
Como no podía seguir de brazos cruzados, se acercó para apoyar a su amante y a Glenda.
Sometida por los tres, Ariana no pudo hacer nada más y dejó de luchar. Aprovechando su debilidad, Brielle se le sentó encima y le tiró el pelo.
Justo entonces, una voz tronante llamó la atención de todos. "¿Qué está pasando aquí? ¿Qué le están haciendo a mi esposa?".