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Luther no ha tenido una buena vida, separado de su madre a temprana edad y siendo obligado a cumplir con deberes de eunuco. Ahora, duda de los verdaderos motivos del misterioso Sr. de Castilla para comprarlo.
Luther no ha tenido una buena vida, separado de su madre a temprana edad y siendo obligado a cumplir con deberes de eunuco. Ahora, duda de los verdaderos motivos del misterioso Sr. de Castilla para comprarlo.
Hoy Se Relatará La Aparición Del Demonio De La Noche Sin Tiempo O Todos Los Santos Olvidados.
-¿Puedes contarme?
-Si el señor así lo desea.
...
La hierba crecía con dificultad entre el empedrado de la única calle del pueblo. Las construcciones se aglomeraban a los costados, ignorantes del resto del espacio alrededor. Chabolas, casuchas de barro y cimentaciones rusticas de piedra, viviendas acomodadas y cabañas que pese al humo que escapaba de sus chimeneas no dejaban de ser frías. El pueblo de Llosa jugaba a ser el lugar donde terminaba todo aquello esparcido por el paso de los años, aspectos sin importancia que ni siquiera el tiempo se tomaba la molestia de llevar.
Al inicio de la calle se hallaba la parroquia de "San Ignacio", rindiendo honores al lugareño homónimo que, en cierto y conveniente momento, afirmó ser el último profeta de la humanidad. Esto, mientras el humo del opio era escupido por cada poro de su cuerpo transpirado, fruto de una exhaustiva jornada de fornicación con la madre de su padre. El nombre del peculiar personaje colgaba en forma de precaria placa de cobre de uno de los muros de piedra de la construcción, misma que en el pasado fue apadrinada por un poco eficiente santo desconocido, placa que en antaño y antes de la autoproclamación de Don Ignacio, no habría podido ser visibilizada, aunque por razones menos conspicuas que una sucesión de cargos:
Llosa era asediado por una espesa niebla cada día llegadas las 06:00 de la tarde. El vapor casi líquido entraba a través de las grietas, ventanas y juntas de la madera de un modo casi obsceno para, momentos después, ser aspirado por los antes confundidos y ahora extasiados pobladores. Sintiéndose desinhibidos notaron que sus pequeños hijos tenían muslos gordos, que sus madres pese a su edad aún eran provocativas, que podían descerrajarse en medio de la espesura de la noche. Morderse, lamerse, alimentarse con trozos de los otros si las dos primeras provocaciones se hacían con más fuerza. Se permitían compelerse unos a otros como actos primarios, necesarios, y luego en venganza imperativa. Sin embargo, nadie dio mayor importancia a estos hechos pues, luego que todos los niños fueran violados y todos los golpes dados cada uno de ellos, víctimas y victimarios, eran inundados por la absoluta, única y completa calma.
Y así, por una vana recompensa, los males eran perdonados y las cuentas saldadas hasta la noche siguiente.
Fue en una de esas sesiones, transcurridos 53 minutos de la llegada de la niebla, que Don Ignacio Ponce, tras un peculiar encuentro de dormitorio, llegó a la propiedad de uno de sus vecinos. Esto provocó que tomara hasta la última gota de sangre de los cerdos, siendo una verdadera suerte, pues de no ser por el chillido de la cría más pequeña, no habría encontrado ocultos bajo el pórtico esos 8 ejemplares vietnamitas que el Sr. Randall, quien se encontraba ocupado friendo su propio pie en la cocina, ocultó por meses.
Con la sangre de porcino escurriendo de su mandíbula y la camisola pegada al torso debido al sudor, Don Ignacio consideró que ya había tenido suficiente de ese mundo. Por lo que tiró un huacal al extremo este de la calle y, con la agilidad que sus reumas le permitieron, se trepó al mismo para luego fajar su cinturón a la rama más baja de uno de mis sauces. Se dio la vuelta sobre su pequeño escenario y, como todo buen actor, entre la espesura miró a cada uno de los habitantes de Llosa, a los ojos y al mismo tiempo. Estos, en correspondencia, pararon en seco sus acciones.
Oscureció. Ponce proclamó un discurso de palabras ya olvidadas y desenvainó el cuchillo con que momentos antes liquidó a los cerdos, entrando en catarsis al advertir que al filetearse las muñecas sus venas escupían una especie de espuma brillosa. Acto seguido se despidió del huacal sosteniéndose del cuello.
Murió.
Brotó.
Los lugareños aceptaron su sangre beata.
Y como todas las noches a las 9 la niebla se disipó. Volvieron a sus hogares tras la vigilia donde, con las miradas fijas en el hombre que se secaba con la brisa, demoraron en volver a moverse. Tal vez el que transitase por aquella calle en una de sus más irreflexivas noches fuera testigo de una historia inconclusa de humillación gratuita, pues desde esa ocasión la niebla no volvió.
Así, la primera y única iglesia de Llosa tomó el nombre del Sr. Ponce tras ser escenario de su muerte, como recordatorio de lo que, por milagro o casualidad, desde aquella noche no volvería a suceder, y así fue... Por un tiempo. Éste último avanzó finalmente y por primera vez lo notaron: Notaron que sus hijos eran ahora hombres y mujeres, que las estaciones habían ido y venido, que ya no eran tan jóvenes como antes. Se percataron del desperdició que llamaron vida.
Como única consecuencia inmediata los lugareños se refugiaron en las más estrictas costumbres y normativas: Rezos multitudinarios a las 6:00 am, 12 del día y 6 pm. Servicio religioso de domingos enteros, todo para que la niebla no volviera.
Por otra parte, al extremo contrario de la calle, se encontraba la casona "Cloporte". Desde el tragaluz frontal de la parroquia se podía ver a una de las alas superiores de ésta, salvo que las cortinas siempre estaban corridas. El Sr. de Castilla, dueño de la propiedad, no salía a la calle en los días de cofradía, tampoco en los tiempos de la bacanal; pero después que la niebla mermase comenzó a transitar por Llosa como el más servicial de los hombres. Bien se podría tomar al caballero como taciturno y reservado, empero, parecía gozar de un desarrollado intelecto y presteza pedagógica que, a la menor duda, fuera de economía, historia, política, arte o filosofía, se mostraba apto y cordial. El Sr. de Castilla era el oráculo perfecto a la hora de verse en una disyuntiva. No obstante, era etiquetado como un hombre solitario, al punto que por mucho tiempo se pensó que vivía solo, pero era obvio que un único hombre no podría mantener una casa tan grande, sus criados debían ser de lo más discretos.
La sombra de la inmensa casona cubría por completo sus ejemplares jardines de trinitarias, rosas y plantas medicinales; enredaderas envolvían los muros oscuros de la casa incrustándose en la madera. En contraste, los ventanales y tragaluces, donde quizá en otra casa habría simples cristales, se encontraban vitrales del santísimo y su bienaventurada madre, si bien no sonreían, daban tranquilidad, o eso concluyó el aristócrata luego de las muchas veces que encontró acólitos rezando en su jardín en las horas libres de servicio. Mientras, en el estanque que colindaba con el jardín de la propiedad, se reflejaban las temblorosas imágenes de las gárgolas situadas en los peldaños superiores del tejado. Éstas, con sus endiablados ojos, mirarían con desdén a los impuros caminantes que, al jactarse de su nueva pureza en vida, a su vez, habían apartado su silla en el infierno.
Hace dos años, Ricky se vio obligado a casarse con Emma para proteger a la mujer que amaba. Desde el punto de vista de Ricky, Emma era despreciable y recurría a artimañas turbias para asegurar su matrimonio. Por eso mantenía una actitud distante y fría hacia ella, reservando su calidez para otra. Sin embargo, Emma amaba a Ricky de todo corazón durante más de diez años. Cuando ella se cansó y consideró la posibilidad de renunciar a sus esfuerzos, Ricky empezó a tener miedo de perderla. Solo cuando Emma estaba muriendo, embarazada, él se dio cuenta de que el amor de su vida siempre había sido Emma.
Janice, la heredera legítima olvidada hace tiempo, se abrió camino de vuelta a su familia, volcándose en ganarse sus corazones. Sin embargo, tuvo que renunciar a su propia identidad, sus credenciales académicas y sus obras creativas en favor de su hermana adoptiva. A cambio de sus sacrificios, no encontró calor, sino un mayor abandono. Decidida, Janice juró cortar todo vínculo emocional con ellos. Tras quitarse la máscara, ahora era conocida como maestra en artes marciales, experta médica y célebre diseñadora que sabe ocho idiomas. Con una nueva determinación, declaró: "A partir de hoy, nadie de esta familia se cruzará conmigo".
Eden McBride pasó toda su vida siguiendo las pautas de la sociedad. Pero cuando su prometido la dejó un mes antes de su boda, Eden deja de seguir las reglas. Una furia insaciable es justo lo que recomienda el médico para su corazón roto. No, en realidad no era así. Sin embargo, era lo que necesitaba Eden. Liam Anderson, el heredero de la empresa de logística más grande de Rock Union, era el tipo perfecto. Apodado el Príncipe de los Tres Meses porque nunca estaba con la misma chica por más de tres meses, Liam había tenido una buena cantidad de aventuras de una noche y no espera que Eden sea nada más que eso. Cuando se despertó y la encontró con su camisa de mezclilla favorita, Liam comenzó a estar irritado, pero extrañamente intrigado. Ninguna mujer había abandonado su cama voluntariamente ni le había robado. Eden había hecho ambas cosas. Necesitaba encontrarla y arreglar las cuentas. Pero en una ciudad de más de cinco millones de habitantes, encontrar a una persona era como buscar una aguja en un paja. No se vieron hasta que el destino los volvió a reunir dos años después. Eden ya no era la chica ingenua que era cuando saltó a la cama de Liam; en ese momento tenía un secreto que proteger a toda costa. Liam estaba decidido a conseguir todo lo que Eden le robó, y no fue solo su camisa.
Scarlett nunca pensó que su apacible vida sufriría en un día cambios tan grandes. ¡Su mejor amiga Megan era su hermanastra! Megan y su madre planeaban quitarle a Scarlett todo lo que tenía, incluyendo su riqueza, su estatus, su padre e incluso su novio. Le tendió una trampa a Scarlett para destruir su virtud. Pero, ¿por qué el hombre que yacía junto a Scarlett no era el que Megan encontró? Despiertos, los dos desconocidos empezaron a rastrear la identidad del otro. Pero la identidad de este hombre conmocionó a Scarlett. ¡Era el director ejecutivo más rico Ryke Méndez!
Lyric había pasado su vida siendo odiada. Era acosada por su rostro lleno de cicatrices y despreciada por todos, incluyendo a su propio compañero. Todos le decían que era fea. Su compañero solo la mantenía cerca para ganar territorio, y en el momento en que consiguió lo que quería, la rechazó, dejándola rota y sola. Entonces, conoció al primer hombre que la llamó hermosa. El primero que le mostró lo que se siente ser amada. Fue solo una noche, pero lo cambió todo. Para Lyric, él era un santo, un salvador. Para él, ella era la única mujer que había logrado serlo sentir pleno en la intimidad, un problema que había estado enfrentando durante años. Lyric pensó que su destino finalmente sería diferente, pero como todos los demás en su vida, él mintió. Y cuando descubrió quién era realmente, se dio cuenta de que no solo era peligroso; era el tipo de hombre del que no se escapa. Lyric quería huir. Quería libertad. Pero deseaba encontrar su camino y recuperar su respeto. Eventualmente, se vio obligada a entrar en un mundo sombrío y peligroso del que preferiría mantenerse alejada.
Para la mayoría, Verena era una doctora de clínica rural, pero la realidad era que prácticamente hacía milagros. Tres años después de que Isaac se enamorara perdidamente de ella y pasara noches en vela de soledad, un accidente lo dejó en silla de ruedas y le arrebató la memoria. Para mantenerlo con vida, Verena se casó con él, solo para escuchar: "Jamás podré amarte". Ella simplemente sonrió y respondió: "Eso está bien, yo tampoco estoy enamorada de ti". Atrapado en la duda, él se alejó de la esperanza, pero ella mantuvo la paciencia y arrodillándolo para mirarlo a los ojos, le acarició la cabeza hasta que lo tranquilizó. Luego, le dedicó una sonrisa resplandeciente avivó sentimientos que Isaac creía perdidos para siempre.
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