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Conquistando la ley (Romanov).

Conquistando la ley (Romanov).

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"Eres como un peligro, que representa la tentación del infierno, pero, no puedo evitar querer conquistarte." Dasha Romanov es la hija menor del capo ruso, Maximiliano Romanov, y toda su vida ha vivido con limitaciones gracias a ello, sin embargo, conoce al agente de la FSB, Dimitri Korovin en medio de una galería de arte en Moscú y sienten una fuerte atracción el uno por el otro. Ambos comienzan a verse más, sintiendo el deseo de tenerse mutuamente, pero, ella deberá confesarle que ella es la hija del capo al que tanto busca. Conquistando la ley, es lo mismo que conquistar el infierno, y este está a punto de arder. Dimitri desea a Dasha tanto como él, aunque el momento de la verdad está por llegar y sus sentimientos no han quedado claros ¿Esto es amor o deseo? ¿Y será capaz de soportar las adversidades?

Capítulo 1 ¿Quién soy yo

Dasha

He firmado mi sentencia.

He escogido mi camino a seguir.

He elegido mi camino hacia mi lecho de muerte.

Todavía recuerdo aquel día a la perfección, lo recuerdo como si fuera ayer. No he olvidado ese momento en el que me enteré de la verdad, cuando supe la verdadera razón por la que era capaz de pasar tanto tiempo en casa del capo de la mafia coreana. No éramos solo sus mayores socios y tampoco tan solo se trataba del mejor amigo de mi padre durante los últimos años, sino que de igual manera ese hombre es el amante de mi madre. Ella se ha aprovechado de la gran confianza que existe entre ambos para involucrarse con él de forma sentimental y vaya que ni siquiera lo llegué a sospechar en algún momento. No pensaba que mi madre podría comportarse como una mala persona. Actuó como una zorra, porque mi padre podía serlo todo, en lo absoluto, menos alguien que cometería adulterio. Y por lo mismo, ella le acompañaba casi siempre y por supuesto, ni tiempo le daba para engañarle. Al contrario de ella, que ha tomado ventaja de la confianza que Maximiliano Romanov le tiene a Lee Jaeyoon.

Durante nuestra última vista a casa de la familia Lee, al dirigirme a la oficina del capo lo encontré besándose con mi querida madre apasionadamente. Y ahora, mientras regresábamos a casa comenzó a amenazarme. Le agradecí al mismísimo cielo que nos encontrábamos a solas.

—Promete que no le dirás nada a nadie, ni siquiera a cualquiera de tus hermanos...Si lo haces, yo misma te mataré ¿Te quedó claro? —Elevó el tono de su voz. Joder, si es ella la que la cagó.

—Ay, madre, puedes amenazarme y hacer que cumpla con lo que me pides, pero, eso no te convierte en una buena esposa y mucho menos en una buena madre. Amenzando a tu hija menor, quién sin querer ha descubierto que duermes en la misma cama que Jaeyoon mientras que en las noches vas a besar a mi padre y a jurarle amor eterno. Qué sínica, eres una gran perra que no me causa más que vergüenza.

Por supuesto que me dolía hablarle así a la mujer que me dio la vida, no obstante, ella le ha fallado a toda la familia. No entiendo porqué tuve que hacer esto.

—El amor es impredecible —se encogió de hombros—No me culpo por haberme enamorado de otro hombre que no fuese Maximialiano, esas cosas suelen pasar.

—¿Enamorarte de otro que no fuera el hombre con el que has compartido casi treinta años de tu vida? ¿Todos esos años son nada para ti? —Inquirí—Vaya, veo que el amor no significa nada para ti.

De acuerdo, no podía imaginar cómo mi padre sería capaz de reaccionar si se enterase. Me moría de ganar de correr a decirle la realidad de su matrimonio, porque nadie se merece ser engañado de tal manera. Nadie merece entregarlo todo, amar con locura y ser engañado a cambio.

—No sabemos lo que el destino nos tiene preparado. No podemos prometer amor eterno porque no sabemos que pasará al día siguiente —murmuró. Su actitud está fuera de lugar, por completo.

—Mi padre es un mafioso y todo lo que quieras decirle, no obstante, no hay nada que ame más que a su esposa. Ese hombre te ama y por protegerte, lo hace todo —las lágrimas se acumularon en mis ojos— ¡No puedo creer que te atrevieras a aquello!

—Me aburrí de la relación, es así de simple —continuó excusándose. Cuanto más hablaba, más la odiaba. No puedo creer que mis sentimientos hacia ella ha cambiado en menos de una hora.

Toda la imagen perfecta que he mantenido de ella durante mi vida entera, se acaba de ir a la basura. No puedo creer que esa persona que ha sido mi ejemplo a seguir, esté haciendo este tipo de cosas. La gran mujer a la que le encantaba la seriedad, fidelidad y los lujos, quien aseguraba dar la vida entera por su esposo. Quién aceptó casarse con un mafioso de lo peor porque ella lo amaba, sinceramente.

—¿Te aburriste? Qué excusa barata —rodé los ojos—Admite que lo arruinaste, que no pensaste en lo que estabas haciendo. Entonces, te aburriste de la maldita relación y fuiste a revolcarte con su mejor amigo —apenas dije aquello, me golpeó en la mejilla—Puedes golpearme todo lo que quieras, porque sabes bien que eso no cambiará nada. No solo le fuiste infiel, sino que lo hiciste con su amigo más querido. No hay nada más cruel.

—Me aburrí de esta vida, digamos que me aburrí de lo que tengo que aguantar gracias a tu padre —siguió conduciendo el auto como si nada.

—Siempre supiste quién era, siempre. Además, si te hubieras cansado de esta vida tan extraña que llevamos, te habrías ido lejos y no te habrías involucrado con otro mafioso, incluso más sádico y violento que papá. Ahora, puedes comprar mi silencio al amenazarme con mi propia muerte y seré capaz de fingir perfectamente ante los demás, pero, tú y yo sabemos que no eres esa que aseguras ser. Lo mínimo que puedes hacer es decirle a mi padre por tu cuenta, y así dejar de engañarlo de una buena vez debido a que nadie se merece esto.

—Si tu padre se entera, matará a Jaeyoon.

—Siempre lo tuviste claro —la ataqué—¿Acaso no pensaste en el peso que iban a tener tus actos después? ¡Te involucraste con dos capos! Debes tener agallas o simplemente, no piensas en lo que haces. Maldita...

Sí, definitivamente debe ser lo último.

—¿Con esa boca besas a Dae? —Interrogó de manera burlona.

—Claro que sí y sin vergüenza alguna —le guiñé el ojo—Al menos mi boca solo se ocupa en una persona.

—Ya no quiero continuar con esta conversación. Si no quieres morir, más vale que te quedes callada ¿Está bien Dasha? —Volvió a preguntar y asentí. No lo puedo creer.

Regresamos a casa y para mi sorpresa, logré comportarme como siempre. Cené y me fui a mi cuarto, esa noche no pude dormir bien porque me sentía culpable. Sentía la necesidad de contarle a mi hermano, pero, es mejor que un secreto sea solitario.

Cuando Lee Jaeyoon fue asesinado en su domicilio y sus hijos tuvieron que huir un par de meses después, mi madre consoló a papá durante días. Y yo, bueno, estaba ocupada en llorar lo suficiente ya que el amor de mi vida, Kang Dae, uno de los hijos del amante de mamá, había huido junto con sus hermanos gracias a la muerte de su progenitor. Tenía mis propias preocupaciones y con un gran esfuerzo, fui olvidando el secreto de mi madre. No podía seguir pensando en eso, por lo que opté por restarle importancia y continuar con mi vida como si nada debido a que no estaba pasando por mi mejor momento.

Los años pasaron, y me convertí en una mujer muy distinta, quizá la partida mi amor me cambió por completo. Comencé a involucrarme en los negocios familiares y cuando me convertí en una adulta consciente de todo lo que sucedía a su alrededor, empecé a odiar a mi padre por todo lo que nos hizo vivir. Gracias a él, estoy obligada a vivir dentro de una puta mafia, a cometer actos ilícitos, a huir cada vez y cuando. Me tardé más de lo debido en entender cuál era la realidad, aunque eso no cambió la perspectiva que poseo respecto a mi madre. Desde que me enteré de su más grande secreto, ella prefirió alejarse de mí y no solíamos hablar mucho. Todo cambió, aunque tal vez fui yo quién abrió los ojos y vio la realidad.

Lee Jaeyoon murió, mamá lo olvidó y continuó queriendo a Maximiliano Romanov. Fin de la historia.

Los Lee se desvanecerieron en el tiempo y los italianos reemplazaron su lugar, pero, nadie me ayudó a superar mi dolor nunca. Y aun lo quiero como a nada.

Odio a mi padre, lo odiaba con todas mis fuerzas. Y bueno, todo el mundo podrá preguntarme la razón por la que odio tanto al hombre que estuvo allí durante mis primeros años de vida, pero, la verdad es que no existe ni una sola persona en este mundo que no odie a Maximiliano Romanov. El porqué es bastante simple, puesto que ese hombre no es nada más ni nada menos que el jefe de la mafia rusa, la más temida por todo el mundo y al mismo tiempo la más buscada, el jefe de la mafia Romanov.

Se supone que iba a quedarme en casa después del problema de salud que presenté hace poco, tuve un accidente gracias a la estúpida motocicleta que mi padre me obligó a usar para mejorar mis habilidades de escape, y caí, rompiéndome la pierna en el proceso. Por suerte ha pasado más de cinco meses desde aquel accidente, sin embargo, a pesar que ya me encontrara bien por completo, no tenía ni el mínimo entusiasmo en salir de casa. No obstante, mi padre se ha metido en problemas con la mafia árabe, y que más da, tenemos que escapar cada quién por su lado.

—Iré a Italia, siempre me hace sentir como en casa...—mi hermana mayor, Katya, respondió al mismo tiempo que no dejaba de revisar su teléfono. La expresión que había en su rostro era serena, hasta que esta cambió a una de miedo y preocupación —Ah, mierda, y es que no lo puedo creer...

—¿Qué sucede Katya? —Luka, el hermano del medio cuestionó, preocupándose al no saber qué era lo que estaba pasando en ese mismo instante.

—Según medios oficiales, acaban de atrapar al capo italiano...Francesco De Angelis —se mordió el labio, sin poder creer lo que ella acababa de mencionar.

Admito que me esperaba todo, excepto la captura del italiano.

—¿Quién dijo que acaban de atrapar al italiano? —Nuestro padre apareció en la sala y preguntó aquello, con una mirada llena de frustración.

—Los medios oficiales. Tal parece que la FSB lo capturó intentando salir de territorio ruso...—dijo mordiéndose las uñas—Bueno, no me lo esperaba, a decir verdad.

—Estamos jodidos —papá expresó sentándose al lado de Luka y dando un duro golpe a la mesa—Estamos jodidos de tantas formas que no se si seré capaz de darle una solución a todos nuestros problemas como mafia. Los árabes amenazan con matarnos si no les entregamos los territorios que ellos desean y ahora que acaban de atrapar a Francesco, puede que él se atreva a hablar demás acerca de nosotros. Y si alguien llega a descubrir más acerca de nosotros, seguramente estaremos perdidos.

—¿Por qué tendría que hablar sobre nosotros? Es decir, somos socios, y no creo que él tenga alguna razón para dar más información respeto a los Romanov —me encogí de hombros. Era así como pensaba.

—¿Por qué no habría de hacerlo? —Se molestó—Nadie le debe lealtad a nadie cuando se es de bandos diferentes. Además, que a veces la policía suele ofrecer buenos tratos para que puedas darles información específica sobre ciertos personajes del crímen y a cambio, suelen reducir tu condena o simplemente te dejan irte.

—Es imposible que le permitan a De Angelis un trato de ese tipo, puesto que es un criminal muy buscado en el mundo entero, tanto como nosotros y la justicia no le va a permitir que se les escape de las manos como si nada —Katya farfulló, poniéndose de pie— De igual manera creo que en algún momento debe saberse algo respecto a nuestra familia y mientras no se conozcan detalles específicos, no pienso ponerme nerviosa. No me interesa si les dice algo, mientras no conozcan cómo encontrarnos todo va a estar bien.

Sabía lo que significaba esto. Tendríamos que irnos, una vez más.

—Como sea, simplemente deben irse de aquí a cualquier lugar, cada uno por su lado hasta nuevo aviso. Por lo que, más les vale apresurarse haciendo sus maletas porque en menos de dos horas los quiero fuera de esta casa.

—¿Cómo sabremos cuando haya llegado el momento de regresar? —Le pregunté bajando el tono de mi voz. Claro que esta no iba a ser la primera vez que tuviéramos que huir de esta forma, pero, la más grande diferencia era que por primera vez deseaba quedarme en casa por un tiempo más, sin sentir las verdaderas preocupaciones que la vida que nos obligaron a llevar.

—Veré la forma de comunicarme con ustedes, mientras tanto, solo deben centrarse en irse a un lugar donde los árabes no sean capaces de encontrarlos, cada uno por su lado no lo olviden ­­­­­—señaló desapareciendo de nuestra vista. Una vez más, reitero mi sentimiento de odio hacia el capo Romanov. Odio a mi padre, maldita sea.

—Supongo que nos veremos cuando se nos dé la orden de regresar ¿No es así? Estaré en Italia por si alguien quiere comunicarse conmigo, y por favor...—comenzó a susurrar e imaginé lo que estaba a punto de decir—Utilicen los teléfonos secretos para llamarse entre ustedes. No queremos perder el contacto.

Asentimos.

—Sí, claro que vamos a usarlos. Me iré a Australia, a ver si en medio de todo este desastre que se ha formado, tengo la oportunidad de dar un paseo en silencio —Luka besó la mejilla de cada una de nosotras antes de irse.

—Iré a preparar las maletas, Katya —le indiqué a mi hermana y ella asintió de inmediato. Me dirigí a mi habitación, pensando en la furia que me causaba tener que irme apresuradamente de nuevo debido a que la última vez fue hace menos de un año, justo antes de mi accidente.

Decidí guardar ropa que fuera cómoda y me cambié de ropa a algo más abrigado, por supuesto guardé un arma en mis bolsillos. Cuando terminé de prepararlo todo, bajé hasta el comedor para despedirme de mamá.

—Te veré cuando pueda, mamá —me acerqué a abrazarla con fuerza. A pesar que ella me lastimó tanto en un pasado, me veía en la necesidad de fingir frente al resto de la familia Romanov—Estaré en Moscú, por si te gustaría encontrarte conmigo.

—Sí, claro, dile a Pablo que prepare alguno de los helicópteros y que te acompañe a tu destino —respondió. Como de costumbre, no me miró a los ojos. Nunca más pudo hacerlo desde que descubrí su mentira.

—Lo haré, hasta luego —me despedí, saliendo de casa con mis dos únicas maletas y busqué a Pablo, uno de los hombres más confiables de mi padre por el bosque que estaba cerca de la mansión hasta que di con su paradero—Buenas tardes Pablo, me preguntaba si puede acompañarme hasta Moscú, ya sabes, las condiciones nos obligan a huir de nuevo. Es una lástima.

—Por supuesto, señorita Romanov, tan solo espere unos minutos hasta que pueda preparar el helicóptero —dijo antes de desaparecer. Me quedé en silencio, tan solo observando todo lo que le pertenecía a mi padre, hasta que Larisa, la secretaria de mi padre estuvo a mi lado.

—Buenos días, señorita Romanov —me saludó con respeto. Era la única ventaja de esta montaña de mierda, pero, la verdad es que nos respetan por miedo.

—Buenos días, Larisa ¿Ya te vas? —Le pregunté.

—No, en realidad acabo de llegar y me he dado cuenta de lo que está pasando en este lugar, por lo que supongo que en realidad es usted la que se va.

—Es cierto, una vez más tengo que huir como una sucia criminal —rodé los ojos—¿Cómo has estado?

—Cansada, como siempre, usted sabe que estar al pendiente de todo lo que debe llevar a cabo su padre es sumamente complicado —confesó.

—¿Te has enterado de la captura del italiano? —Le interrogué.

—Me lo ha dicho Román hace un par de minutos, y lo único que ha hecho es dejarme mucho más preocupada de lo que ya lo estaba —suspiró—Esto no nos conviene en lo más mínimo.

—Según mi perspectiva, sé que los hombres de Francesco van a encontrar la forma de sacarlo de ahí, y por más que logre hablar más sobre los Romanov, no se atreverá a abrir la boca más de la cuenta. Posiblemente, ahora mismo los agentes de la FSB tienen el pecho lleno de orgullo por atrapar al italiano y están seguros respecto a que lograrán sacarle la información que necesitan y que de esa manera van a atraparnos a nosotros, a los españoles, a los árabes, a los coreanos y a los japoneses.

—¿Alguien ha solucionado el tema de los españoles? —Cuestionó enarcando una ceja.

—No lo sé, me parece que no, pero, que van a intentar solucionarlo en los próximos días. No sé por qué estamos metidos en tantos problemas últimamente.

—Esto siempre pasa, Dasha, y es porque todo el mundo quiere los territorios que tenemos.

—Sí, no es nada nuevo para nosotros.

—¡Señorita el helicóptero está listo! —Pablo gritó, llamando mi atención.

—¡Ya voy Pablo! —Respondí—Larisa, tengo que dejarte. Nos estaremos viendo dentro de un tiempo, por favor, cuídate.

—Por supuesto, le deseo un buen viaje. Hasta luego.

—Hasta luego —murmuré alejándome de ella. Como sea, esta es la vida a la que estoy acostumbrada desde siempre y no tendría sentido quejarme a estas alturas de lo que me toca vivir, así que veré como disfrutar de Moscú de alguna manera, a pesar que los inconvenientes y enemigos están amenazándome con atraparme.

Ser Dasha Romanov tiene sus ventajas y también, sus desventajas.

Dimitri

Terminé de leer el informe acerca de la captura del jefe de la mafia italiana, Francesco De Angelis. Luego de varios meses de trabajo duro, logramos capturar a ese gran criminal y ahora mismo, estaba a punto de interrogarlo. Para todo agente, es un orgullo atrapar a esos sucios criminales a los que pasas investigando día y noche. Este es uno de los días más gratificantes de mi vida entera.

—Francesco De Angelis, jamás pensé que iba a llegar el día en que lo tuviera a mi merced —me burlé de él y su única reacción fue enarcar una ceja. Descarado.

—¿Alguien le ha dicho que me tiene a su merced? Ay, por favor, mejor siga soñando —rodó los ojos, pero, qué carácter—Parece que se le olvidó con quien está hablando.

Me callé para no perder la paciencia.

—Mire, no estoy aquí para perder el tiempo, así que le vamos a ofrecer un trato, que quizá puede convenirle de alguna manera —le indiqué y él asintió—Ludmila, por favor, dile de qué se trata.

Ludmila asintió. Ella siempre ha sido considerada una de las mejores agentes dentro de la asociación y es que tiene una capacidad increíble, y nadie era más indicado que ella para poder hacer un trato con uno de los capos más buscados. Y una preciosa mujer, claro está.

—De Angelis, voy a ser directa con usted. Lo que queremos es que nos entregue más información acerca de los Romanov, y a cambio, vamos a reducir un par de años a su condena —soltó con dureza.

Ambos esperamos a escuchar su respuesta.

—Les tengo una mejor. Les digo un poco de información acerca de los Romanov y les doy el paradero de los coreanos, pero, a cambio ustedes tienen que dejarme en libertad —propuso.

Ludmila y yo nos miramos incrédulos, sin poder creer lo que estábamos escuchando. Le hice una seña a mi compañera para que saliéramos del lugar, la cual ella entendió con rapidez.

—¿Escuchaste lo que acaba de decir? —Le pregunté y ella asintió, sin ser capaz de poder creerlo.

—¿Y acaso lo vamos a dejar ir? —Contraatacó—No has costado detenerlo.

—Tenemos que ir a hablar con el jefe, creo que sí existe la posibilidad de que dejemos libre a Francesco De Angelis —expresé, dirigiéndome hacia la oficina del jefe y ambos entramos luego de golpear la puerta—Jefe, tenemos que hablar.

—Muy bien, solo díganme que necesitan —el hombre solía ser bastante cortante.

—De Angelis acaba de ofrecernos algo que no podemos rechazar. A cambio de su libertad, nos ha ofrecido otorgarnos información sobre los Romanov y darlos la dirección de los coreanos. Jefe, usted sabe la importancia de atrapar a los coreanos, porque son los más cercanos a los japoneses y a los españoles.

—Además, si los atrapamos, estaremos mucho más cerca de todo el mundo. Y si dejamos ir al italiano no habrá ningún problema puesto que no será difícil atraparlo una vez más —mi compañera me apoyó en la decisión que queríamos tomar.

—¿A cambio de información sobre los rusos y los coreanos? —Él se quedó en silencio por un par de minutos, los cuales empezaron a volverse incómodos—Está bien, díganle al italiano que vamos a aceptar su trato a cambio de información concreta y que nos sirva de cualquier manera.

—Sí, por supuesto...—asentimos antes de salir de la oficina. Manos a la obra.

—Demonios, el italiano va a ser nuestra llave para abrir todas las puertas que han permanecido cerradas, aunque, mi principal objetivo siempre ha sido atrapar a los Romanov.

—¿A los Romanov?

—Claro que, a los Romanov, esos hijos de puta han estado haciendo lo que han querido desde hace muchos años y no puede ser posible que no los hayamos atrapado todavía.

—Es cierto, en eso concuerdo —apunté antes de regresar al lugar en donde teníamos a Francesco de Angelis, el capo de la mafia italiana más grande, esperando por una respuesta. Era simplemente increíble como ese hombre se veía tan tranquilo, a pesar de la situación en la que se encontraba.

—¿Entonces qué? ¿Van a aceptar mi trato? —Se burló de nosotros, este hombre sin duda era muy engreído—No quiero perder el tiempo si no van a aceptar lo que les propuse.

—Sí, así que díganos todo lo que sabe.

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