Instalar APP HOT
Inicio / Romance / El error de nuestras vidas II: Luchando contra los fantasmas del pasado
El error de nuestras vidas II: Luchando contra los fantasmas del pasado

El error de nuestras vidas II: Luchando contra los fantasmas del pasado

5.0
67 Capítulo
9.5K Vistas
Leer ahora

Acerca de

Contenido

Amelia Valverde es una mujer de veintitrés años, casada y madre de un hijo de cinco años. Mantuvo su apellido de soltera por dos razones: para no perder la dignidad por completo y para recordar a su padre fallecido, Sergio Valverde. Pasó de ser una niña pedante y frívola a una madre amorosa y mujer altruista. Creadora de las fundaciones “Mercedes somos todas” y “Un ángel llamado Evan”, las cuales se encargan de brindar apoyo psicológico y financiero a mujeres y niños víctimas de abuso sexual y doméstico. Raúl Peralta es un hombre de veintisiete años, casado con Amelia Valverde y padre primerizo. Actual CEO del 100% Banco, empresa patrimonial de la familia Valverde; gracias a un amigo que conoció en el infortunio, logró hacerse de un capital propio. Dedicado a la compra de empresas en quiebra o embargadas, las cuales recupera y vende por hasta diez veces su valor de compra, logrando así incrementar su capital. Viven en una mansión en Manhattan y aunque no tienen lujos en demasía, no precisan ninguna carencia económica. Unidos a la fuerza por un contrato de matrimonio con cláusulas, las cuales ellos mismos rompieron, haciendo que afloraran sus verdaderos sentimientos y se convirtieran de una pareja de ensueño a una real. Todo marchaba con normalidad en la familia Peralta - Valverde hasta que el pasado regresa para dañar su felicidad. Ahora que superaron sus miedos y la brecha social fue destruída, este joven matrimonio deberá enfrentar tanto las amenazas producto de sus inseguridades como los verdaderos peligros. Un joven que siempre quiso tener a Amelia y una chica que se encaprichó con Raúl serán el principio de una serie de eventos desafortunados, los cuales crearán grietas en la relación. —Amelia mi amor, no es lo que estás pensando. Sabes que yo te amo y eres la única mujer en mi vida —le decía el joven tratando de acariciarle la mejilla. —¡Ni se te ocurra tocarme! —le manoteó la mano para evitar el contacto— Yo sé lo que ví, Raúl. Creí que eras diferente —dijo lo último en tono de reproche y tratando de contener inútilmente sus lágrimas— ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Podrá el amor derribar los muros de sus inseguridades? ¿O bastará un espejismo para arruinar la relación? ¿Pondrá Raúl todo sobre la mesa incluyendo su propia vida, para salvar a las personas que ama? Safe Creative: 2308165069305

Capítulo 1 Primer aniversario

Capítulo 1

Primer aniversario

Raúl actuó indiferente toda la mañana. Se fue a trabajar con normalidad, a pesar de que Amelia le pidió que se tomara el día. Se sintió triste de saber que él había olvidado una fecha tan especial.

Clarita era cómplice en la sorpresa. Raúl había rentado una cabaña en Rhode Island y se fue primero para decorar.

Colocó globos por todas partes y rosas rojas que iban regadas desde el inicio de las escaleras hasta la puerta de la habitación. Allí esparció más, pero alrededor de la cama. También colocó unas velas aromáticas, que encendería en su momento para que no se consumieran.

Eduardo y Clarita convencieron a Amelia de dar un paseo para animarla. Después de rodar por varios kilómetros, la dejaron afuera de la cabaña y se retiraron a toda prisa.

Ella no entendía nada. En la puerta había una nota que indicaba que la llave se encontraba escondida en una maceta colgada a la izquierda. Buscó la llave y abrió la puerta. Una vez que entró vio los globos y una pancarta que decía "Feliz aniversario Amelia".

Vio otra nota, la cual le indicaba que se dirigiera a la habitación. Subió las escaleras y allí encontró en la cama una rosa roja junto a una barra de Hershey's.

Suspiró al ver eso, y se estremeció cuando unos brazos la envolvieron desde atrás besando su mejilla.

—Feliz aniversario, princesa. Perdón por fingir que lo olvidé, es que quería darte una sorpresa. ¿Te gustó?

Amelia se giró para quedar frente a él sin soltarse de su agarre. Le echó los brazos al cuello y lo miró a la cara.

—Me ha gustado todo. ¿Me llevarás a alguna parte?

—A donde quieras, hermosa. Este fin de semana soy completamente tuyo.

—Me encanta como suena eso —sonrió antes de besarlo.

La pasión entre ellos comenzó a aflorar a medida que se besaban. El deseo los dominó de tal manera, que se separaron sólo por la falta de aire. Amelia sintió algo duro contra su abdomen y sonrió en respuesta.

—Alguien está muy ansioso por salir —dijo coqueta.

—No te imaginas cuánto —ocultó su cara en el cuello de ella. Le daba algo de pena admitir lo excitado que estaba.

—Cariño —le dijo con dulzura— ¿Por qué no vas por comida mientras yo... me arreglo?

Raúl entendió lo que quiso decir y la besó de nuevo.

—De acuerdo —dijo separándose de ella— ¿Qué quieres comer?

—Sorpréndeme —le guiñó el ojo— y trae helado de vainilla.

—Lo que usted diga mi reina —dijo antes de salir de la habitación.

Raúl se acomodó la entrepierna para salir de la cabaña y Amelia quedó sola. Por fortuna era una mujer precavida y tenía algunos artículos de uso personal en su cartera.

Se desnudó, se metió al baño y tomó la cera depilatoria. Aplicó una porción generosa en cada pierna y colocó el papel especial. Esperó un par de minutos y procedió a arrancar las cintas en dirección contraria al crecimiento del vello. Hizo lo mismo con su intimidad y luego se duchó para quitarse el residuo de cera.

Se ató el cabello en una coleta alta para no mojarlo. Preparó la tina con unas sales que encontró en la repisa del baño y se sumergió. Antes de eso colocó música para relajarse.

Salió de la tina cuando oyó la puerta de la entrada sonar. Ya Raúl seguramente había venido y no quería hacerlo esperar. Cuál fue su sorpresa cuando al salir de la tina, comenzó a sangrar.

—Tiene que ser una broma —dijo mirando al piso.

Salió rápidamente a la habitación por un tampón y ropa interior limpia. Regresó nuevamente al baño para colocarlo y salir a recibir a su esposo.

—Ya llegué mi amor —dijo él emocionado entrando a la habitación.

Se sorprendió cuando vio la expresión apagada de Amelia. Se acercó a ella y la tomó de las mejillas, para indagar qué le ocurría.

—Mi amor ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?

—Cariño —dijo bajando la cara— tengo mi período.

La sonrisa de Raúl se convirtió en una línea recta. Cuando salió pasó todo el trayecto pensando en hacerle el amor a su mujer.

—Rayos —musitó.

—Lo siento —dijo apenada.

—Oye no pasa nada —la abrazó— ¿Cuánto te dura? ¿Como cuatro días? Estaremos bien. Tocará esperar.

Raúl le trajo sushi. Se fueron al sofá a comer y luego degustaron el helado que ella pidió. Ya que no tendrían acción por esa noche, decidieron ver que película o serie interesante ofertaba Netflix.

La cabaña tenía televisor en la salita, así que se quedaron allí, frente a la chimenea la cual chisporroteaba al consumirse la madera. En un momento se comenzaron a besar y la pasión se incrementó. Raúl comenzó a acariciar a Amelia provocándole un jadeo.

—Raúl... —dijo en un gemido— detente.

—¿Qué pasa mi amor? —respondió excitado.

—Tengo mi período. ¿Recuerdas?

—¿Y si me pongo doble preservativo?

—No lo creo —se separó con desconcierto— no podría, es decir... lo veo tan desagradable.

—¿Y si lo hacemos por...?

—Olvídalo —dijo interrumpiéndolo— no estoy preparada para eso.

—Sólo decía —dijo derrotado.

Raúl se resignó a que no tendría acción por el fin de semana. A la mañana siguiente despertó a Amelia llevándole el desayuno a la cama.

—Buenos días, princesa. Desayuna para que podamos ir a pasear.

Amelia se estiró y en vez de levantarse, se enrolló más entre las cobijas. Raúl se acercó por detrás y le besó la mejilla, haciéndola espabilar.

—Despierta nena, come y date un baño. Iré un momento a ver un local que me recomendaron y regreso. Te veré en una hora.

Raúl salió de la cabaña y dejó a Amelia sola. Ésta se quitó las cobijas de encima y se relamió los labios al ver la bandeja que le habían dejado.

Comió todo lo que le dejaron, bajó a llevar los platos a la cocina y se encargó de lavarlos. Ya había adquirido ese hábito desde que estuvo en AA.

Se metió a bañar con agua tibia, se colocó una ropa deportiva y bajó a preparar café. No tuvo necesidad más que de calentarlo porque Raúl lo había hecho. Se sirvió una taza humeante mientras esperaba a su hombre.

Él regresó y la tomó de la mano. Salieron a caminar unas cuantas cuadras hasta llegar a una banca que se ubicaba cerca de un lago, donde habían muchos patos.

Era hermoso el lugar y se sentía una paz infinita. Amelia se recostó del hombro de Raúl sin soltar su agarre y se perdió en la profundidad del agua frente a sus ojos. Él por el contrario, estaba pensativo por otros motivos.

Seguir leyendo
img Ver más comentarios en la APP
Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY