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Mi dulce Manía

Mi dulce Manía

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SINOPSIS DE LA NOVELA Albert Dubois, es un artista, millonario que había heredado una inmensa fortuna de sus padres fallecidos, pero en el fondo se sentía el ser más insignificante del universo, socializaba muy poco, era muy introvertido y desconfiado, en cuanto al amor, él había tenido una mala experiencia, se enamoró de una mujer que solamente le interesaba su dinero y desde ese momento se sumergió en una profunda depresión que lo hizo olvidarse de sí mismo. Hasta que descubrió que existía otra mujer que podía estremecer su corazón, una chica bellísima que lo cautivó y desde ese momento, se convirtió en su dulce manía. La joven que cautivó a Albert Dubois, se llamaba Virginia Dugarte, desde el día que Albert la miró por primera vez, se obsesionó con la idea de conquistarla, pero Albert Dubois, no era el fenotipo idealizado de Virginia, sin embargo, un día, ella sufrió un accidente, y el artista melancólico, utilizó ese accidente como una oportunidad para acercarse a ella, y con mentiras, le describió un mundo que no existía, hasta convertirla en su falsa prometida. En algún momento, Virginia recuperará la memoria y la visión, y él tendrá que enfrentarse a la realidad. ¿Qué crees que sucederá al final de la historia? ¿Será que Albert y Virginia se enamoran o cada uno encuentra un destino diferente?

Capítulo 1 CAPITULO 1 (PROPUESTA INDECENTE)

—¡No lo haré!, «mi madre está tan molesta que me correrá de la casa, tengo mucho miedo», pensó Virginia.

—¿Qué carajos tienes en el cerebro? ¿Por qué jamás permaneces en un solo trabajo?

—Mamá, yo trato de ayudarte, pero no sé hacer casi nada y los hombres me acosan. ¿Qué quieres que haga? —respondió Virginia llorando.

—Ya no me llames mamá, si realmente me quisieras a mí y a tus hermanos te acostarías con cualquiera para poder traer comida a esta casa, yo hago lo que sea por ustedes.

—Lo siento mamá, pero yo no puedo ser una mujer tan ligera como tú. —Débora se enfureció y se lanzó contra ella para golpearla, pero Ibrahim intervino y las separó, enseguida Débora agarró toda la ropa de Virginia y la tiró para la calle y luego sacó a su hijastra a la fuerza de la casa.

—Eres una malagradecida, con esa respuesta me pagas, después de haber hecho tantas cosas por ti, sal de esta casa y no regreses —le gritaba Débora a Virginia, mientras la empujaba hasta la puerta.

—No hagas eso mamá, no tengo donde dormir, no puedes dejarme en la calle —suplicaba Virginia llorando, ella intentaba entrar a la casa, pero su madrastra era más fuerte y se lo impedía. La chica se sentó en la acera de su casa para ver si su madre adoptiva recapacitaba y le abría la puerta, pero la puerta nunca se abrió.

Se hizo de noche y Virginia permanecía sentada en la acera de su casa llorando, ella tenía puesta una bata larga de color rosa y sus pies estaban descalzos, mientras que en sus manos cargaba una bolsa con su ropa, la bolsa la había tomado de la basura y desconsoladamente comenzó a guardar sus cosas.

—¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué permites que me suceda esto?, no puedo amanecer en la calle, ¿a dónde dormiré?, si llega algún drogadicto me podría hacer daño. —Virginia hablaba en voz baja lloriqueando, sus pies estaban ennegrecidos y sus ojos estaban rojos de tanto llorar, pero de pronto apareció alguien de forma inesperada.

—¿Virginia? ¿Qué haces aquí en la calle llorando? —preguntó el padrino de su padre fallecido.

—Padrino, mi mamá me echó a la calle. —Virginia levantó la cabeza y sollozando respondió mientras limpiaba su cara con sus brazos.

—Hijita, conoces mi humilde morada, allí puedes pasar la noche.

—¿De verdad padrino? ¿Me puedo quedar en tu casa?

—Hijita, mi humilde casa es tu casa, vamos a tomar un carrito, allí dormirás tranquila.

—Padrino tu vives muy lejos de este lugar. ¿Qué haces por aquí?

—Vine a comprar unas herramientas para mi jefe y se me hizo tarde, luego pensé en venir a visitarte.

—Padrino, si usted no hubiese venido no sé qué me fuese sucedido, aquí es peligroso amanecer en la calle.

Don Agustín se llevó a Virginia a su humilde hogar, pero no tenía que comer y compartió con ella la mitad de un pan con un poco de agua, al día siguiente lo visitó su sobrina, y le llevó algo de comer.

—Ana, ella es mi ahijada su madrastra la tiró a la calle, ahora no tiene empleo ni tampoco tiene donde dormir. Me gustaría poder hacer algo por ella, pero yo soy un pobre anciano —dijo Don Agustín con una pequeña lágrima en su rostro.

—Tío no te pongas triste, en la empresa donde yo hago mantenimiento, están necesitando una señorita para que se encargue del archivo, pero creo que ella es menor de edad.

—Todavía soy menor de edad, pero usted me dice en qué lugar queda esa empresa y yo los convenceré para que me ayuden, por favor señora. —Virginia suplicaba con las manos unidas.

—No tienes que suplicarme, te daré la dirección, yo sé que te darán un empleo, no creo que con esa cara tan bonita te digan que no.

—Aquí tengo mi ropa, pero esta sucia. —Virginia manifestó su preocupación por el olor de su ropa, la ropa apestaba porque la había guardado en una bolsa que había sacado de la basura.

—Eso tiene solución, hoy vine a lavar la ropa de mi tío, también lavaré la tuya.

—No, al contrario, yo lavaré mi ropa y la ropa de mi padrino, por favor no trates de impedirlo, mi padrino se lo merece. —Virginia abrazó al anciano y él se sintió muy contento por el mimoso abrazo de la tierna Virginia.

—Virginia la empresa donde trabajarás es una transnacional.

—¿Qué significa eso?

—Significa que es una empresa muy grande y que tiene otras empresas en diferentes países, yo vi al dueño de esa empresa desde lejos, es un millonario muy sencillo, y trata muy bien a las mujeres, ¡ojalá te vea, se enamore de ti y se case contigo! —Ana sacudió su cuerpo, haciendo un movimiento de alegría como si estuviese creyendo que eso sucedería.

—No creo que un hombre rico se pueda fijar en mí —respondió Virginia fregando su ropa.

—Yo tampoco lo creía hasta que el príncipe de Inglaterra se casó con una humilde maestra —Ambas se echaron a reír, luego tendieron la ropa y se secó muy rápido porque el sol era inclemente en ese lugar.

Pasaron 3 horas…

—¿Qué te parece esta ropa para la entrevista?

—¡Sin duda!, ese trabajo será tuyo.

Virginia suspiró y levantó su cabeza, sintió que encontraría una oportunidad digna para trabajar, pero lo que ella no sabía es que iba a conocer a uno de los hombres con la reputación más baja de la ciudad, un personaje que con tan solo verla la desearía y le haría revivir de nuevo sus más horribles pesadillas.

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