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Nixon Vikram es un magnate poderoso considerado un hombre que posee una belleza masculina exótica. Cualquier mujer bajaría sus bragas si así el lo desea. Pero hay algo curioso, la única mujer que le ha llamado su atención fue la asistente de su socio. La manera en la que se expresa, la dulzura que emana y su manera de defenderse lo ha consumido por completo. Su obsesión por ella creció al verla seguido y tener cortas platicas. Pero un hombre cómo él no merecía tener un sol en su vida de tormenta. Sin embargo la reciente propuesta de su socio le cayó como anillo al dedo, un matrimonio arreglado con su asistente. Era definitivo que Nixon no la dejaría libre jamás. Aunque su corazón aún seguía perteneciendo a otra mujer.
El día de hoy hacía frío, demasiado para estar en las calles de Londres. Pero su trabajo era ese, ser una asistente ejecutiva, Aiden no era malo ni arrogante con Asya. Y eso la ponía muy cómoda al hacer su trabajo ya que amaba pasar su tiempo en las oficinas.
Baje en la primera estación del tren subterráneo y subí a las calles nuevamente, la empresa no me quedaba muy lejos de aquí, así que camine tres cuadras y llegue más rápido de lo que esperaba. Me presenté ante la secretaria .
"El señor Caccini se encuentra fuera de la empresa, no tarda en volver. Tome asiento, por favor. " No podía irme sin antes obtener la firma del socio de Aiden, por lo cuál espere dos horas allí sentada. No era muy paciente que digamos.
"Disculpa, ¿el señor Caccini vendrá o no? " Le hablo de manera suave para que mí pregunta no suene muy molesta. La morena con una sonrisa amable pregunta mí nombre.
"Asya, vengo parte de Aiden Targayen. " Le respondo impaciente, ella marca el teléfono y asiente de manera rápida, cuándo cuelga se vuelve a mí y se expresa.
"Puedo agendarle una cita con el señor, si desea. En estos momentos no puede volver"
Aiden sabía la información que su asistente le traía por su cara contraída en molestia, pero sabía que ella jamás lo hablaría enojada ni con un tono alto.
" No pude obtener la firma para este informe, Aiden, el Señor Caccini no estaba en su empresa." Por supuesto que el hombre rubio con varias canas andantes, lo entendió. Le dio otras tareas dentro de la empresa y Asya las terminó antes de su salida laboral. "Puedes ir a casa." Menciono Aiden, la mujer de ojos mieles paso por la caja para marcar su hora de salida y así irse tranquila.
Antes de poder poner el código de su puerta, vio un paquete grande abajo, lo tomo y vió perfectamente su nombre en el. Le pareció extraño pero sin más vueltas entro a casa con el raro regalo. Lo dejo encima de la mesa y se despojó de su ropa para darse una relajante ducha.
Con su bata salió y se sirvió un poco de agua, mientras miraba algo confundida ese misterioso paquete. ¿que habrá allí? Puede ser una bomba. Tal vez.. ¿Tacones nuevos? Imposible, eso significaria un admirador secreto. Dejo de marearse con sus propios pensamientos y con valentía lo abrió.
"¿Una caja Dior?" Me pregunte a mí misma, esto es algo escalofriante.
Abrí cuidadosamente la caja de cuero con listones blancos, desate el primer nudillo y luego el segundo, quedó libre para sólo levantar la tapa y ver el contenido.
Mí boca cayó al suelo, si eso fuera posible abría pasado. Era un bolso Dior, color rosa y un gran moño atado en donde se agarra, no puedo mentir, estoy fascinada. Amo estos regalos, pero sin dejar de sentirme incómoda lo volví a guardar en su caja y lo lleve a mí habitación. Abrí el último cajón de mí clóset y lo guarde allí.
Puede ser muy caro y lindo, pero no sé de quién o quienes vienen estás cosas, y puedo decir que es algo cool y alucinador tener alguien que sepas tus gustos, pero da un poco de miedo saberlo.
Hice mí rutina de cabello y cara, me puse mí pijama de victoria secret y me acomode en
la cama. Me fijé que la alarma este encendida y caí rendida ante el cansancio que traía de hoy.
Nixon pareció perder la cordura luego de embriagarse desde hace varias horas, nunca solía salir a beber fuera, pero se sentía tan solo dentro de su casa, y la llamada de su primo le resultó genial.
"Lukas, esa mujer me tiene cómo un puto perro." Su primo carcajeo y golpeó su espalda al ritmo de su risa. Nixon se terminó el tequila que tenía de un solo trago, para luego levantarse sin equilibrio.
El lugar estaba repleto de mujeres semidesnudas, pero nada le importaba, sólo la mujer de ojos mieles y cabello dorado.
Lukas lo volvió a sentar en el tuborete y lo miro al rostro, Nixon parecía dormiste ahí mismo. "Eres un cabrón, pero un cabrón de los buenos ¿sabes qué? Te ayudaré. "
El rubio sabía que su primo traía toda la información de aquélla mujer que le había atraído hace un año atrás. Y quedó con la cejas arqueadas al ver que está mujer si tenía una belleza única y muy femenina.
Lo cargo en su carro y manejo hasta el edificio dónde la mujer vivía, "Asya" si, ese era su nombre.
Nixon había caído rendido después de todo el alcohol que ingirió desde la tarde hasta la madrugada.
Lo llevo hasta la puerta de asya y allí comenzó a tocar sin parar, hasta que una mujer de cabello trenzado y adormilada, lo atendió, y entro en su papel de actor.
"Hola, ¿eres asya?" Abrí un poco más mís ojos que aún pesaban y preste atención a sus palabras, a su lado traía a un hombre que desconocía por las pintas.
"Sí, soy yo." Respondí un poco confundida. El chico rubio sonrío y se aclaró la garganta.
"Pues mira, no quiero asustarte, pero encontré a este hombre en la calle y mencionaba tu nombre sin parar. Me dio tu dirección y llegué aquí. "
Un poco desconcertada examine al hombre a su lado, me resultaba un poco conocido, pero no podía decifrar quién. "Y.. ¿entonces?" No entendia a que venía eso.
"Dijo que se llamaba Nixon Caccini, ¿Lo conoces? De lo contrario debería dejarlo en la calle, yo tampoco sé quién es. " Asya sabía quién era él. Así que lo recibió con un agradecimiento. El tipo se fue muy apurado y tuvo que ingeniárselas ella misma para llevarlo a su cama.
"Dios mío, que pesado eres." Se quejo Asya un poco divertida por la situación. Pudo llegar a su habitación sin hacerlo caer y tomo un gran suspiro al verlo ahí desarmado durmiendo.
"Al menos estás a salvo." Dijo un poco alegre por poder ayudar. Mañana se lo comentaria muy feliz a Aiden, y de seguro ambos se burlarian de esto. Le quitó los zapatos y la corbata. Parecía no traer nada, ¿Le habrán robado? Se cuestionó Asya.
Lo arropó con calma y se llevó algunas mantas a la sala, ahí dormiría ella para no asustarlo al día siguiente, eran las cuatro de la madrugada mañana le costaría un poco despegar el ojo.
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