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En nuestro octavo aniversario, creí que mi vida con Mateo había vuelto a la normalidad después de sus cinco años de inexplicable ausencia. Pero la noche de nuestra celebración, un video anónimo en mi teléfono rompió toda mi realidad: Mateo, el amor de mi vida, besaba apasionadamente a Lucía, la florista que lo encontró con amnesia, en el día de SU BODA, ¡rogándole que no se casara porque "las amaba a las dos"! Mi corazón se hizo pedazos mientras observaba su manipulación para retenerla, mi cena de aniversario se enfrió y el vino en mi copa parecía sangre. Al día siguiente, mientras empacaba para irme a París, descubrí mensajes en su teléfono que confirmaban mi peor pesadilla: Lucía, su supuesta víctima, era su cómplice y ¡sería su "asistente personal" para estar siempre a su lado! No era suficiente con robarme a mi hombre, ella quería mi vida. La verdad era tan dolorosa y descarada que, por primera vez, fui yo quien lo dejó con sus mentiras expuestas, decidida a empezar de cero, aunque eso significara dejar atrás el amor que creí que era.