/0/2391/coverbig.jpg?v=2ad7d2cb041474b43f2ce3040ab87d57)
¿Estás listo para adentrarte al universo de #ElCuriosoEmbarazoDeJoseph? Recién graduado de la facultad de psicología; Joseph decide celebrar su culminación profesional junto a su mejor amigo, Tayron, en la ciudad del pecado, Las Vegas. Sin darse cuenta se adentra a un belicoso lío lleno, de vastos secretos, del que depende su vida. Sitúa los primeros acontecimientos en juego, tal cual, como un partido de béisbol de las grandes ligas. Joseph está a punto de batear su destino, pendiendo de dos strikes con las bases llenas; el primero al casarse en estado de ebriedad con el ardiente e intimidante (manipulador homofóbico) pelotero, Jules Stronligth; el segundo al saber que está embarazado a través de un ambicioso proyecto antinatural. Jamás creyó vivir el mismo infierno físico-emocional bajo el recinto nupcial. Sus planes de libertad y de autocontrol se esfumaron aquella noche donde prometió que nada saldría mal. Wuilder Vargas Villalobos ©
The way you walk, the way you talk. I blame you cuz its all your fault. Ya playin hard don't turn me off. Ya acting hard but I know you soft, you my fetish, I'm so with it. All these ru-mors bein spreaded. Might as well go head and whip it cuz they sayin we already did it, Call on Gucci if ya ever need and I'll be South Beach in the drop top gleamin; order diamonds, Aquafina... Just need you in a blue bikini.
Las bocinas de mi automóvil truenan con la letra de «Fetish» de Selena Gomez ft. Gucci Mane. Tengo el sol en la cara y no logro evitar pisar el acelerador a fondo en el segundo piso del periférico. Los pistones de mi Mustang tragan cinco litros de cadáver de dinosaurio refinado y en-tonces ¡BAM! El flashazo de una cámara de velocidad atrapa mis placas en medio del zumbido de las llantas al correr a 190 kilómetros por hora cuando lo permitido es 60. Me sorprende lo poco que me importa. Bajo el techo des-capotable sin reducir la velocidad y me pongo mis lentes de sol.
Unos ven una ventana a la educación, yo veo un escape a la libertad.
Otro flash, otra multa. Es un reto, es una apuesta. Piso más el acelerador y la estela de polvo se levanta detrás de mí. Adelantó a los conductores lentos y el sonido de sus claxon se ahoga bajo el rugido de mi caballo desbocado.
Flash, Flash, Flash.
¡Esto es histeria!
Giro en el último momento para atrapar una salida que me lleve a Las Vegas. Tengo una recta frente a mí comple-tamente vacía y entonces mi sangre se convierte en novo-caína. El tacómetro se vuelve loco y marca nueve mil revo-luciones por minuto, pero no puedo parar, no hasta llegar a la ciudad, de lo contrario mi mundo me absorbería, volvería a ser un niño y no quiero. Un puente marca la entrada a la élite de la sociedad. Grandes edificios se elevan a mis lados y una patrulla aparece en mi retrovisor pero aquí no impor-ta. Aquí los burdos policías no se meten con los influyentes hijos de senadores y diputados, si nos queremos matar, nos dejan, pero si un pobre diablo se mete con nosotros, ellos nos protegen.
Tras tomar una curva muy cerrada y sacar un poco de humo de llantas, veo, con letras doradas que se elevan so-bre el imponente edificio principal, que aparece el nombre que vengo persiguiendo: Las Vegas.
Observó alrededor del lugar a través del parabrisas del Mustang, podía sentir a mi mejor amigo en el lado de copi-loto. Todo lo que nos está sucediendo es figurado, poder estar aquí es genial y lo hace todo mejor cuando es la pri-mera vez. Cada individuo por igual ama cuando está vi-viendo una primera vez y no seré la excepción de ello. Ha-bía escuchado cientos de cotilleos de esta famosa localiza-ción, deje que todos los rumores me envolvieron hasta to-mar la decisión de acercarme y acentuar la impertinente experiencia de sobrevivir a la ciudad del pecado.
«Lo que se hace en Las Vegas, se queda en Las Vegas»
Minutos después de registrarnos en el hotel y de repo-sar del enigmático viaje me encontraba en la habitación presidencial, es la primera vez que manejo un automóvil tantos kilómetros. Estaba acostumbrado a viajar en los Jets privados de mi familia, o los choferes junto a los hombres encargados de la seguridad de nuestra familia nos traslada-ba de un lugar a otro; por tanto, mi cuerpo se sentía cansa-do. Guardaba una sonrisa reembolsada en mis labios, en este momento no hay nada que impida sentirme libre y tranquilo, el lado pertinente de mi mente aclamaba que to-do estaba bien, que dejara de preocuparme por las sensa-ciones negativas que me transfería mi padre.
Tengo tan solo una semana de haberme graduado con honores de la universidad. Poder decir que me gradué de psicología es genial, en cierto modo, puesto que fue la pri-mera carrera que se me vino a la mente en cuanto me gra-dué de la preparatoria, aunque hubiese preferido haberme graduado en «Música & Arte». Padre jamás lo hubiese permitido; él mismo quería que estudiara derecho, así poder seguir su blasfemado legado, llenándome como un vaso de agua de nudos neuróticos narcisistas como sadomasoquista. Por lo que permitió a duras penas que estudiara psicología, alegando que era mucho más aceptable que Música y Arte.
Sincerandome no recuerdo si alguna vez me ha demos-trado algún efecto positivo o sintético. Aunque parezca masoquista siempre trato de mostrarle lo mejor de mí: sa-cando excelente notas, llevándoles las pantuflas o entre-gando el periódico. Sin embargo nunca fue suficiente para él. Por otro lado está madre totalmente diferente a él. Son dos polos completamente opuestos. Demostrándome su dulzura, su amabilidad y lo extraordinaria que puede llegar a ser. Pero siempre estaba esa manipulación por parte de mi padre que hacía que todas mis admiraciones se esfuman porque odiaba que mi madre fuera una bella mujer inhibida, detestaba su lado sumiso y servicial ante un hombre que: «la amaba a su modo», citando sus palabras.
Reviso el reloj de mi muñeca. Suelto un sonoro quejido al notar que aún es temprano para explorar la ciudad. Aun así, las calles están repletas de gente caminando o de autos muy lujosos trajinando de un lado a otro. Lo inicuo de este sitio es que todas las mañanas están engalanando las vías. Por lo cual, hay un tráfico de los mil demonios. Peor que en San José de California.
-¿Listo? -flanqueo la cabeza al ver a mi mejor ami-go.
El viento nocturno se liga al gélido aire acondicionado de la habitación del hotel donde nos estamos alojando du-rante los tres días.
Para no hacerlo esperar más por mi respuesta, asiento con la cabeza dejando salir un mudo: -Sí... -tengo un ligero hormigueo en mi abdomen. Dejó de lado mi ansie-dad y exprimo todo el significado de la diversión en mi organismo. Una dosis de endorfinas y de serotoninas y Bum todo listo.
-¡Entonces vamos! -Desprendo una risita al ver el frenesí en Tayron.
Él es hijo de unos médicos muy reconocidos. Los cua-les están buscando estrategias más avanzadas para poder extirpar tumores cerebrales y que estos no sean tan invasi-vos a la hora de una cirugía.
-Primero déjame marcarle a madre. Debe estar preo-cupada por no haberla llamado hace una hora. Recuerda que siempre lleva la contabilidad del tiempo cuando estoy en otro lugar.
Lo confuso de madre es que es una mujer sobreprotectora cuando no estoy en casa y cuando estaba en las garras de padre nunca intervino, nunca me protegió.
Marco una serie de números en el celular, lo posiciono en mi oreja derecha y comienzan a sonar unos cortos soni-dos de repique. No resuenan tres veces cuando mi madre contesta de inmediato.
-¡Joseph! ¡Ya me tenías preocupada! -ruedo los ojos riéndome entre dientes-; ¿llegaste bien, cariño?
-Sí madre, ya estamos aquí -observo a través del ventanal la conglomerada ciudad. Lo hermoso que luce con todas aquellas luces y como la oscuridad queda en un se-gundo plano-. Vamos a explorar la ciudad -logró escu-char cómo suspira.
-Bien, te dejo para que disfrutes, cariño. Mucha cons-ciencia con todo lo que haces, te amo.
-Tranquila, lo sé perfectamente, yo también te amo madre.
-No tomes demasiado Joseph, mira que estás con el aguafiestas de Tayron y bueno...-sonrió ante su tono.
-Sí madre. Tranquila.
-Adiós cariño. ¡Cuídate! ¡Y mándame fotos!
-Adiós mamá -cuelgo riéndome de lo risueña que suele ser.
Madre adora que cada vez que no estoy con ella le en-vié fotografías en donde me encuentro, cada vez que ob-servó un ave la fotografió y se lo envió. En el fondo el sig-nificado de eso era que anhelaba que fuese libre en todos sus sentidos, que se empoderara un poco y se diese cuenta de lo importante que es para mí.
En el reflejo del ventanal puedo observarme desde la cabeza a los pies. Sonrió de lado, notando lo atractivo que me veo. Mi cabello castaño está un tanto alborotado, ta-pándole casi los ojos. Llevo una camisa negra con diseños de singulares rosas moradas. Unos vaqueros negros que se ciñen a mis piernas, un par de Adidas blancas con franjas negras en los costados. Acomodo un poco con ayuda de mi mano derecha los densos cabellos, hago una pose para nada masculina burlándome de mí mismo.
-Será la mejor noche -murmuro para mí mismo.
«...o eso espero»
Mauricio Rinaldi no busca una relación estable a pesar de su edad, de hecho le gusta mucho la soledad de su hogar, por esa razón nunca en su vida había llevado a alguna de sus amantes a su casa, ya que este era un santuario. Todo cambia en su vida cuando es contratada una empleada nueva debido a que sus otras dos no cumplían correctamente sus funciones en la casa. Esta chica lo cautivo desde el primer momento que la vio salir por la puerta, todo su cuerpo se excito tan solo ver esa cara de inocencia y aquel cuerpo tan natural. Cansado de follar con modelos, plásticas y falsas. Pero al ver a Amber todo cambia en su interior, desde ese primer instante deseo a morir a esa mujer. Su ambición era tan grande que se ideo un plan para poder tenerla a ella sola en su casa y llevarla a la cama. Follaba con Amber en cualquier momento, mancillando ese cuerpo virginal que lo ponía cada vez más adicto, pero de lo que no se estaba dando cuenta este pervertido millonario era que su obsesión por ella estaba tomando otro rumbo diferente. El camino del amor se hacía paso y él se adentraba sin darse cuenta de que lo estaba haciendo.
Celia Kane proviene de una familia adinerada, pero perdió a su madre a una edad temprana. Desde entonces, ha vivido una vida difícil. Peor aún, su padre y su madrastra le tendieron una trampa para que ella se casara con Tyson Shaw en lugar de su media hermana. No dispuesta a aceptar su destino, Celia se escapó el día de la boda y, accidentalmente tuvo una aventura con un desconocido. Al día siguiente, ella se fue en secreto y, más tarde, su padre la encontró. Habiendo fracasado en escapar de su destino, se vio obligada a convertirse en la novia sustituta. Inesperadamente, su esposo la trató muy bien después de la boda. Celia también conoció poco a poco que él tenía muchos secretos. ¿Descubriría Celia que el hombre con el que se acostó era en realidad su marido? ¿Tyson sabría que Celia era solo una sustituta de su media hermana? ¿Cuándo iba a descubrir Celia que su anodino marido era en realidad un magnate misterioso? Descúbralos en este libro.
Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".
Una cita a ciegas llevó a Chelsea aquella noche al bar. La hermosa pelirroja llevaba dos meses conversando con Fred, era el momento de encontrarse. Mas por un motivo inesperado, él no puede asistir a la cita. Chelsea sin saberlo ve a un hombre sentado, solo, quien la mira insistentemente. Su actitud la lleva a suponer que se trata de su cita. -¿Fred? -pregunta ella con cierta duda. Él al ver que la hermosa mujer que lleva rato observando, lo confunde con alguien más, decide seguirle el juego. Luego de unas copas demás, van al hotel, es una noche increíble y es un sueño para ella despertar al lado de tan potente semental. Chelsea sale sin despedirse para su entrevista en Bullock&Company como asistente del CEO. Su sorpresa es cuando ve entrar a su oficina a Steve Bullock el hombre con quien había pasado la noche anterior. ¡¿Qué hará ahora que descubrió que su cita a ciegas fue con un CEO?! ¿Cómo reaccionará él, ahora que sabe que su aventura de una noche resultó ser su nueva asistente?
Gina es una chica extrovertida, alegre y con un sueño.. Ser actriz. Su oportunidad de actuar se presenta cuando tiene que hacerse pasar por la Prometida de los hermanos Praxton, ambos caerán rendidos ante las ocurrencias y sencillez de Gina. ¿Amar a dos? ¡Claro que si se puede!
Victoria ha pasado tres años casada con Oliver, amando a un hombre que nunca ha podido corresponderle. Desde el inicio de su matrimonio, Oliver ha sido incapaz de dejar atrás su amor por Zoé, su antigua pareja, cuya trágica muerte lo dejó sumido en el dolor. Convencido de que Victoria tuvo algo que ver con el accidente que acabó con la vida de Zoé, Oliver la ha rechazado constantemente, viviendo en un matrimonio frío y distante. A pesar de sus esfuerzos por ganarse su afecto, Victoria se resigna a una relación sin amor, cargando con el peso de la culpa que nunca ha sido suya. Todo cambia cuando, finalmente, deciden divorciarse. Con la distancia que la separación les otorga, Oliver comienza a ver a Victoria bajo una nueva luz. La ausencia le revela sentimientos que nunca había reconocido, y mientras ella trata de seguir adelante con su vida, él se da cuenta de que quizá siempre estuvo equivocado. Ahora, Oliver deberá enfrentarse a sus propios demonios y descubrir si es demasiado tarde para amar a la mujer que siempre estuvo a su lado.