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¡Déjame!

¡Déjame!

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Déjame, narra la historia de una mujer que es abusada tanto psicológica como físicamente por la persona que creía el amor de su vida, la persona con la que se imaginó que pasaría el resto de su vida, su esposo. Ella cuenta todo lo que tiene que pasar para sobrevivir al infierno al que él la condenó por negocios, una red de trata de blancas se vuelve por unos segundos su próximo hogar y ella lucha por salir de ese mundo, pudiéndole costar incluso, su propia vida.

Capítulo 1 La relación perfecta

He luchado toda mi vida contra el amor de mentira, cuidándome de los engaños y de las falsedades, haciéndome la fuerte, la invencible, la típica mujer que dice “A mí nada me hace daño, yo puedo con todo”, y la realidad es que fui la más estúpida e ignorante de todas, de nada me sirvió lo que aparentaba ser, cuando ocurrió lo que estoy a punto de contar.

Es hermoso vivir un romance con la persona que crees que es la indicada, y tu mundo efectivamente se vuelve mágico, pero cuando esa persona intenta venderte al mejor postor, tu mundo mágico se vuelve una pesadilla eterna.

Comenzaré por el inicio, donde todo era maravilloso…

Simón Ortiz, el hombre de mi vida; Después de estar 5 años viviendo una vida estupenda de soltera, conocí a mis 27 años a quien yo creí que era el amor de mi vida, el hombre perfecto… Simón en ese entonces tenía 31 años de edad, y su madurez y amor por el trabajo fue una de las principales cualidades que me enamoró perdidamente de él. Nos conocimos en el edificio donde yo trabajaba, un jueves a las 2 pm exactamente, cruzamos miradas, yo sonreí, y luego de 5 pasos contados, él se giró y me llamó:

- ¡Disculpa! ¿Trabajas aquí? – Preguntó

- Sí – Respondí con firmeza

- Nunca te había visto.

- No trabajo en este piso, mi oficina está dos pisos más arriba.

- Entiendo, de haberte visto antes te hubiese invitado a tomar un café.

- Buena invitación, para quien es amante del café – Le dije en tono sarcástico

- Entonces, ¿Qué excusa puedo usar para conocerte, cerveza quizás?

Fue así como acepte la primera invitación, esa misma tarde dentro del cafetín del edificio, tomamos, conversamos y nos conocimos por completo – Según yo –.

Salimos durante cuatro meses antes de aceptarme a mi misma que me gustaba, y cuando por fin me enfrente a mi miedo al amor, ya estaba completamente enamorada de él. Simón no pasaba un día sin escribirme, sin llamarme o visitarme, a pesar de sus ocupaciones – Que eran demasiadas – siempre busco la manera de conversar conmigo, estaba atento, me hacía detalles, regalos sin motivo alguno, eran constantes los arreglos, globos, rosas, peluches y dulces que llegaban a mi casa o a mi oficina, todas con una invitación a cenar, y como era de esperarse, él me recogía y luego me dejaba en casa.

El 15 de enero, hace exactamente 3 años, me propuso luego de 6 meses saliendo, que formalizáramos una relación, me pidió lo que llaman “Ser su novia” aunque nunca me ha gustado decirlo de ese modo, a mi edad se ve quizás demasiado inocente. Así fue como decidimos comenzar con esa nueva etapa de vida que para los dos era nueva después de tanto tiempo.

Él me presento dos meses después a su familia, – Lo que quedaba de ella – Un hermano menor de 18 años y una hermana de 23, dos seres maravillosos que se ganaron mi corazón al instante que nos presentamos; me había comentado que sus padres habían muerto en un accidente cinco años atrás, y desde entonces él se encargó de sus hermanos y ocupó el lugar de sus padres, me dijo muchas veces que sus hermanos eran su vida, su motor y su mayor felicidad, pero que yo ahora complementaba esa dicha de poder tener una familia completa, – Era estúpido no enamorarse con tantos detalles –

Simón era el tipo de hombre que viajaba demasiado, 3 veces por semanas a veces hasta 4 a lugares diferentes del país, y 1 ó 2 veces al mes fuera del país, claro que yo como su pareja me beneficié de esos viajes, no los acompañaba a todos porque yo trabajaba y mis ocupaciones eran un poco abrumadoras, pero a los viajes más largos que eran fuera del país, siempre estuve con él. Nunca asistí a sus reuniones de negocios porque me parecía algo privado, así que normalmente me quedaba en el hotel o conociendo la ciudad a donde llegáramos.

Visitamos en un lapso de año y medio 7 países, estuvimos en Italia, España, Bélgica, Mónaco, Chile, México y Colombia, cada uno con estadía de aproximadamente una semana o semana y media, más de ese tiempo nunca estuvimos, a Chile y Bélgica fuimos tres veces, en Italia estuvimos cuatro veces, dos de ellas fueron por peticiones mías, yo quede enamorada de Italia, a España viajamos dos veces, una en febrero y por segunda vez en mayo del mismo año, a Mónaco solo fuimos una vez, finales de octubre, y para México y Colombia viajábamos constantemente, es por ello que justo en México fue donde conocí a su abogada y el gerente de la compañía que se manejaba en ese país; en tres años, solo conocí a esas dos personas.

Me confié en todo lo que vi por fuera, la apariencia y lo real que todo parecía ser. Cuando cumplimos dos años juntos, me enteré de que estaba embarazada, fue la mejor noticia de mi vida, sin duda alguna el mejor día de toda mi vida, yo deseaba con tantas ganas ser mamá y el pensar que sería con el hombre de mi vida era más que suficiente para complementar esa felicidad, ese 15 de enero cuando tuve la prueba positiva en mis manos, preparé la mejor cena de todas, en ese momento estábamos en Italia celebrando el aniversario, y pensé que todo siempre sería así, maravilloso – Pero me equivoqué –

Llegó ese día puntual, 7 pm según lo había citado, estaban las velas, rosas, una cena espléndida y claro, mi gran noticia:

- Tengo una sorpresa para ti – Comenté

- ¿Sí, y de que se trata?

Le mostré el resultado del examen y su expresión es algo que jamás olvidaré. Al inicio parecía confundido, luego sonrió y preguntó – ¿Estás embarazada? –

- ¿No te da gusto? – Pregunté

- Claro que me da gusto, es solo que no me lo esperaba… tan rápido.

Era irónico para mí que dijera “tan rápido” cuando ya teníamos dos años juntos, y aun así él logró disimular su disgusto y se levantó de la silla, para abrazarme y besarme, me dijo esa noche – ¿Qué te parece si lo terminamos de hacer? – en un tono sarcástico, que yo al inicio no percibí, y estuvimos esa noche juntos como muchas otras veces.

Dos semanas después de la noticia, fuimos a mi ginecólogo de confianza para mantenerme en control, me encontraba realmente feliz, no se imaginan el grado de felicidad que me generaba saber que dentro de mí, se estaba formando un ser. Cuando salimos de la consulta médica, Simón dijo que había olvidado la cartera en el mostrador, y mientras yo me quedaba en el carro esperándolo, él subió por ella; luego de tanto tiempo es cuando lo pienso y caigo en cuenta de muchas cosas, puedo unir rompecabezas que antes no tenían piezas. Esa misma semana Simón estuvo más atento conmigo que antes, él cuidaba de mí, que no caminara mucho, que no hiciera ningún tipo de esfuerzo que pudiera perjudicar al bebé, me preparó durante esa semana solo jugos naturales, yo lo vi del punto de vista del amor, y no me di cuenta de que esa vista, es la más ciega de todas.

El domingo por la noche, comencé con un dolor fuerte en el vientre, en minutos ya estaba sangrando y al cabo de dos horas, había tenido un aborto “Involuntario” según dijo el doctor. Ese día regresé a casa muerta en vida, no hable durante esa noche, y el día siguiente, Simón me demostró estar también mal, herido por la pérdida de nuestro bebé, y después de todo él fue en ese momento el consuelo que yo necesitaba para superarlo, me dijo muchas veces – Aún tenemos vida, y podemos tener más hijos – y eso era justo lo que yo necesitaba escuchar, y fue el peor engaño de todos.

Días después continúe sintiéndome mal, llegue a pensar que era por el aborto que había tenido, pero Simón se encontraba de viaje y no lo tenía a él para acompañarme y realizarme los exámenes de sangre, así que esa misma tarde le escribí a una amiga y le pedí el favor para que me acompañara.

La mañana siguiente fuimos a la misma clínica donde mi ginecólogo trabajaba, ese día me realicé los exámenes de sangre y al salir de la clínica presencié el inicio de mi duda; pude observar como la policía sacaba detenido a quien fue mi ginecólogo de toda la vida, pero yo no entendía nada de lo que estaba pasando.

Esa misma tarde Fabiola regresó por mis exámenes mientras yo me quedaba en casa, y al llegar preguntó:

- ¿Te provocaste tu misma el aborto?

Mi cara en ese momento no tenía ninguna respuesta para ella, porque no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

- ¿Por qué me preguntas eso?

- Tienes en la sangre altos grados de vitamina C, y una sustancia abortiva en cantidades mayores.

Justo así, fue como comenzó mi gran pesadilla, mi temor, mis dudas y mi tormento.

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