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Kenay, un joven guerrero Sioux, enamorado pide la mano de Aiyana, lo que llena de alegría a sus familias, así que acuerdan una fecha para la boda. De pronto, Unkas, otro joven guerrero, reclama su derecho a casarse con Aiyana, como ya ha sido comprometida, le dicen que no puede casarse con ella. Entonces Unkas, reta a Kenay, a un duelo a muerte, el que resulte vencedor, será el que se case con la hermosa muchacha. Kenay, no duda en aceptar ya que, desde vio a Aiyana, a la que habían secuestrado, supo que había encontrado el amor, y no dudó en ir a su rescate. Aiyana, lo ama y tiene miedo que Unkas, lo mate, aunque también le estremece pensar que Kenay, pueda terminar con la vida de aquel impulsivo guerrero. Unkas, no sólo es más alto y más atlético que Kenay, sino que también se ha destacado en valor y audacia, así que todos dan por hecho que Kenay, resultara vencido y muerto en aquel duelo. Aunque su amor es sincero y puro, la vida los va a someter a un sinfín de pruebas de las que sólo podrán salir adelante si mantienen la fe en su amor y en la unión de pareja, el peligro sobre ellos está latente y su relación muchas veces se ve en riesgo contante de vulnerarse y terminarse de una manera trágica. ¿Qué pasará con este par de enamorados que lo único que quieren de la vida es ser felices? ¿Hasta donde están dispuestos a llegar con tal de preservar sus sentimientos? ¿Será que el destino no quiere que ellos realicen todos sus sueños? Descubre, paso a paso, con Aiyana y Kenay, el desenlace de esta hermosa relación, por la que luchan día con día
Como todas las noches desde hacía un par de años, Kenay, que en Lakota significa: «hombre fuerte y valeroso, único en su género», un joven guerrero Sioux Santee, paseaba frente al tipi, «lugar para vivir», donde habitaba Aiyana, «Eterna Flor», la hermosa muchacha Sioux Teton, de la que se había enamorado desde que la viera por primera vez y a la que pretendía.
Kenay, tenía diecinueve años, era alto, un metro con ochenta de estatura, pesaba ochenta kilos de puro músculo, sus ojos y sus cabellos, negros como la noche.
Su cabellera, azabache, muy lisa, llegaba poco más debajo de sus hombros y siempre lucía sedosa y brillante, arreglada perfectamente con el tocado de plumas.
Su nariz, algo prominente y medio aguileña, boca de tamaño regular, con labios delgados y alargados, su piel tostada por el sol.
Aiyana, tenía diecisiete años, buena estatura, un metro con setenta, pesaba sesenta kilos, muy bien distribuidos en sus formas generosas y firmes, ojos grandes, de mirada franca y limpia, inteligentes, nariz respingada, boca de labios carnosos y sensuales, que eran toda una invitación a probarlos.
De sonrisa fácil y alegre, sus cabellos largos y negros como sus ojos, siempre bien arreglados con los diferentes tocados que ella utilizaba, en general era una joven hermosa, cariñosa y tierna.
Mientras Kenay, caminaba a las afueras del tipi, le ofrecía una dulce serenata, interpretando canciones tradicionales, con su pequeña flauta, cortejando de esa manera y de acuerdo a la tradición Lakota, a la bella doncella.
El ritual decía que, si aceptaba aquellos cortejos, debía salir envuelta en una sábana blanca y al estar frente a él, abrirla, en clara señal de aceptación para ser su esposa, y entonces, no había nada que les impidiera unirse en matrimonio y ser felices como tanto lo deseaban.
La alegría de Kenay, fue notable al ver que era correspondido por la bella Aiyana, por lo que, de inmediato se dispuso para dar el siguiente paso y convertirla en su esposa, esa misma noche habló con sus padres.
-Padre... quiero casarme con Aiyana, y pido tu bendición para hacerlo -decía Kenay, el joven guerrero, sentado frente a su padre, Takoda, «amigo de todos», en el interior del tipi, con la presencia de la madre como fiel testigo de los sentimientos de su querido hijo de quién se sentía orgullosa.
-¿Ya lo has pensado bien, Kenay...? El matrimonio no es cosa de juego ni mucho menos algo que se pueda romper fácilmente, el matrimonio es para toda la vida...
-Sí, padre... no sólo lo he pensado, sino que sé que es la mujer con la que quiero compartir mi vida para toda la eternidad Wakantanka, «el gran misterio», bendecirá nuestra unión.
-Si es así, hablaré con los padres de Aiyana, para que se traten y se conozcan, si siguen con la misma idea... después de la ceremonia del Sol, podrán casarse.
-Cómo usted diga, padre.
Al día siguiente, los padres de Kenay, lo acompañaron para hablar con los padres de Aiyana, estando ella presente, después de hablar sobre el asunto y ponerse de acuerdo con la aceptación de la pareja, fijaron la fecha para la boda.
Salían los seis del tipi, sonrientes y satisfechos, cuando de pronto, se paró frente a ellos Unkas Hoksila, «zorro joven», el más destacado de los jóvenes guerreros, conocido por su carácter duro, violento y determinado.
-Yo quiero a Aiyana, como esposa... -les dijo con voz ronca- tengo derecho a ella y vengo a reclamarla para mí.
Todos voltearon a ver a la muchacha, que movió la cabeza negando, ella misma no comprendía aquello, que la dejó sin poder decir nada, por la inesperada sorpresa.
-Ella ya está pedida y dada, como debe de ser -dijo Kange, «cuervo», el padre de Aiyana- llegas tarde Unkas Hoksila.
-No me importa... la quiero para mí y así será -masculló con más determinación al tiempo que lanzaba su cuchillo, el cual se clavó en medio de los pies de Kenay.
Todos sabían lo que significaba aquella actitud, así como también sabían que ya no había marcha atrás, Unkas lo estaba retando a una pelea a muerte y si no la aceptaba, Kenay, tendría que irse de la tribu con la vergüenza de ser un cobarde, además, Aiyana, tendría que casarse con Unkas, aunque así no lo deseara, de otra forma, ambos jóvenes guerreros lucharían hasta la muerte de alguno de los dos y el vencedor se quedaría con la hermosa Sioux.
Unkas Hoksila, al igual que todos los Sioux, era alto, uno noventa y siete de estatura, con cien kilos de peso, de puro músculo, facciones toscas y una marcada nariz aguileña, su mirada dura y severa, imponía hasta al más valiente, además, en la tribu era bien conocida su ferocidad y su capacidad para pelear.
En ese momento, en que estaba de pie frente a todos aquellos que minutos antes gozaban de una gran felicidad, se veía más imponente y amenazante que nunca, su rostro, serio y determinado, no podía ocultar la frustración y el coraje que sentía de ver a Aiyana, al lado de Kenay, realmente estaba decidido a todo con tal de tener a la hermosa mujer para él y que todos lo aceptaran abiertamente.
Nadie se había movido de su lugar, sorprendidos por la reacción de Unkas, que era ir al extremo de las cosas, no obstante, fue Kenay, quien sin perder el aplomo que siempre había demostrado en cualquier situación, se agachó sobre su cintura, tomó el cuchillo por el mano y lo extrajo de la tierra, para luego lanzarlo a los pies del retador, era la respuesta clara a que aceptaba el duelo.
Sin decir más, Unkas, se agachó a recoger su cuchillo y junto con Kenay, se dirigieron al tipi del gran jefe para exponerle la situación.
Aiyana, y los demás, se quedaron expectantes, aunque ella estaba nerviosa no lo demostraba, manteniendo una actitud relajada y tranquila.
El gran jefe, Ohiyesa, «siempre gana», los escuchó atentamente y trato de conciliar las cosas entre ellos ya que eran los guerreros jóvenes más destacados de la tribu y no quería perder a ninguno de los dos, no obstante, el aferramiento de Unkas, era tal que no había nada que lo convenciera, quería a la muchacha y si no podía tenerla, no le importaba perder la vida o ganarla quitando de en medio a su rival.
Ante tanta terquedad, el gran jefe aceptó el duelo y este se realizaría cuando el sol estuviera en el cenit al día siguiente, frente a toda la tribu que atestiguaría la legalidad de quién obtuviera el triunfo, les dio otras instrucciones y ellos aceptaron.
-Este no es un entrenamiento, este es un combate de vida o muerte... -le dijo Takoda a su hijo una vez que estuvieron en el tipi familiar- si bien quitarle la vida a un enemigo que está dispuesto a quitarnos la nuestra, es difícil, lo es más quitársela a un amigo, a un conocido, a un compañero de tribu.
-Lo sé papá... -respondió Kenay con tranquilidad- si bien es cierto que Unkas y yo nunca hemos sido amigos, por su forma de ser y sus constantes celos y envidias, también es cierto que es un Santee y como tal debo asimilarlo.
-Sólo espero que, Wakantanka, te ilumine y guíe tu camino, tu vida queda en sus manos y en tu destreza, así que duerme y relajate que mañana te espera la prueba más difícil de tu vida.
-Gracias, padre, por apoyarme siempre en todas las decisiones que he tomado y espero demostrar que todo lo que he aprendido de ti ha sido muy útil.
-Ha sido un honor tenerte como hijo y, sobre todo, haber sido tu maestro y tu guía, sólo espero haberlo hecho bien y que mis enseñanzas se reflejen en tus actos.
En un arranque de sincero cariño, Kenay, abrazó a su padre y le dio las buenas noches, Takoda, lo estrechó entre sus brazos y no dijo nada más.
Mientras Kenay, se tendía en su lecho para tratar de dormir y estar descansado para lo que le esperaba al día siguiente, Takoda, salió del tipi para analizar la situación a la luz de las estrellas.
Se sentía inquieto, nervioso, nunca imaginó que le tocaría vivir aquella experiencia con su hijo, al salir, frente a su tipi, Lonan Hóta, «nube gris», el padre de Unkas, se encontraba en espera, al verse, los dos hombres se sujetaron por el antebrazo derecho en señal de saludo y se desearon buenas noches.
-Me he enterado de lo que ha hecho mi hijo y... -dijo Lonan con cierto pesar.
-No hay nada de que preocuparse, mi viejo amigo -dijo Takoda- las cosas de la juventud son impredecibles y solo Wakantanka, sabe por qué suceden.
-Pero esto no es un juego más de la juventud... esto es de vida o muerte y mañana uno de los dos va a tener que estar llorando la perdida de un hijo -musitó Lonan
-Lo sé y me preparo para ello -respondió Takoda- aunque no es nuestra voluntad la que decidirá lo que tenga que pasar.
-Cierto, siempre has sido un hombre sabio y ahora lo compruebo... lo que tenga que ser será y eso es algo en lo que no podemos intervenir -musitó Logan como si hablara consigo mismo.
-Mi querido amigo... sólo nos queda esperar...
Volvieron a estrecharse los antebrazos y se despidieron, Takoda, lo vio alejarse rumbo a su tipi y en ese momento comprendió la preocupación de Lonan, siempre habían sido buenos amigos y habían participado juntos en algunas cacerías y en algunas batallas, no había nadie en quien confiara más que en él.
Nunca entendió por qué sus hijos no habían sido tan buenos amigos como ellos, pero ambos respetaron la decisión de ellos y los dejaron elegir a sus amistades.
Ahora, Logan, había ido a buscarlo, preocupado, inquieto, aunque no por su hijo Unkas, sino por lo que este iba a hacer con Kenay, comprendía su sentir, estaba convencido de que su hijo iba a terminar con el hijo de su mejor amigo.
Sí, Logan, pensaba, como seguramente todos lo iban a pensar, que Unkas, mataría a Kenay, con facilidad, después de todo había sido el guerrero más destacado y más fuerte de los jóvenes guerreros que se entrenaban para el futuro.
Y a pesar de que lo consideraba como un hecho, su amistad estaba por encima de todo aquello, por eso había ido a buscarlo, para demostrarle que lo estimaba y que pasara lo que pasara, nada ni nadie iba a cambiar ese sentimiento tan profundo que se anidaba en sus pechos y es que la amistad para los Santee era lo principal.
Aunque tal vez lo que pensaba Logan, y lo que los demás darían como un hecho, al ver aquella pelea tenía mucho sentido, la verdad era que, Takoda, sabía que, en cuestión de vida o muerte, nunca hay nada escrito, todo puede cambiar de forma inesperada como el viento, como el volar de un ave, como la vida misma.
Su hijo se estaba convirtiendo en todo un guerrero y maduraba muy rápido y eso nada ni nadie podía detenerlo, se le había educado y preparado para que enfrentara ese cambio de adolescente a hombre y ahora se le presentaban, dos retos vitales, al mismo tiempo y sólo él podía hacerles frente.
Por un lado, amaba con locura a Aiyana, y deseaba casarse con ella para formar un hogar y ser feliz, por el otro, para poder lograrlo debía terminar con la vida de un hombre, de un compañero, de un Sioux, de otra manera, morir era la única forma que tenía para sellar ambos compromisos y estaba convencido de que lo conseguiría de una o de otra forma.
Sólo esperaba que el resultado, fuera algo que les trajera, tranquilidad.
Wendy Martí, regresa con todo su equipo para resolver un verdadero enigma, la muerte de un hombre que, cuando sabe que está por morir, la contrata para que descubra quién lo asesino. Un importante CEO, la contrata para que descubra su crimen y envíe a la cárcel a quién lo haya envenenado, con bismuto radioactivo y cesio-137 radioactivo. Al hombre le quedan pocas horas de vida y le hace una transferencia por varios millones de pesos a la cuenta de Wendy, para que se haga cargo de encarcelar al asesino o a la asesina. Wendy, se preocupa más por la salud del hombre que se ve muy enfermo, así que en compañía de la "China", lo llevan a la Cruz Roja, donde los atiende la enfermera que es admiradora de Wendy y de inmediato les consigue un doctor. El médico lo revisa y Wendy le explica lo que les dijo que tenía, en ese momento el hombre muere y el doctor hace una revisión y confirma lo dicho por el hombre, envenenado con material radioactivo. Al día siguiente, Wendy y su equipo se reúnen, Lucía ya corroboró el depósito, Lina ya buscó en la red y descubrió que el hombre era un importante CEO de una prestigiosa farmacéutica. Mateo, le dice que no pueden aceptar el caso ya que el hombre murió y que no podrán lidiar con sus familiares, además que ellos no son el ministerio público y no tienen las facultades de estos. Germán, le ofrece todo su apoyo y le confirma que la apoya en todo. Wendy, dice que la contrató antes de morir y que su deber es cumplir con ese compromiso, descubrir al asesino o a la asesina y dar parte a las autoridades, con las pruebas en las manos, para que actúen. Los principales sospechosos son: La joven esposa del muerto, que tiene un amante, el cual resulta que es el socio del CEO asesinado. El amante de la esposa, y socio del muerto, lo despojó del puesto de CEO en la Farmacéutica. La amante del muerto, que funge como su asistente en la empresa y que tiene un negro pasado. El doctor en física y química, jefe del departamento de investigación, con el que tuvo un fuerte altercado por los derechos de un descubrimiento, unos días antes de morir. Y entonces se ponen a investigar, todos en equipo, mientras Wendy, va enfrentando uno a uno de los sospechosos, a los cuales interroga y confronta. Durante el proceso de investigación, se van descubriendo los secretos que faltan por revelarse del grupo, como la historia de la "China" y el motivo por el cual se encuentra tan desubicada y la tan esperada reconciliación de Wendy y Germán, ¿se casarán? También sabremos qué hay detrás de Roxy Luna, la reportera estrella de la televisión.
Se escucha un disparo, luego otro, los asistentes a una reunión de exalumnos, corren para investigar el origen y motivo de los mismos, al abrir una de las recámaras, encuentran, inconsciente, con la pistola en la mano, en el piso de una recámara, a Viridiana Montero, y sobre la cama, está el cadáver de su mejor amiga, Estela Rivas, con un balazo en el pecho, así que llaman a la policía. Germán Domínguez, abogado, acude a ver a Wendy Martí, su exnovia, que se ha convertido en una conocida litigante, para pedirle que defienda a su esposa, Viridiana Montero, eterna rival de Wendy. Y precisamente, por Viridiana, es que Germán termina su relación con Wendy. Martí, no puede creer que aquello esté pasando, su acérrima enemiga, está acusada de homicidio con todas las agravantes. Los mejores abogados de la ciudad, le dicen al padre de Viridiana, que no se puede hacer gran cosa, sino buscar la reducción de una sentencia que tal vez sea de 25 años de cárcel. Ernesto Montero, padre de Viridiana y un importante CEO de la construcción, se encuentra desesperado, sabe que todo acusa a su hija y que él no puede hacer nada por evitar que vaya a la cárcel. Wendy, decide entrevistarse con Viridiana, antes de aceptar su defensa, por lo que acude a verla a la celda en donde la tienen recluida mientras integran la carpeta de investigación con la que la van a enviar a la cárcel de mujeres. Ellas no se han visto en varios años y su encuentro es tenso. Viridiana, con una falsa acusación, había intentado encarcelar a Wendy, y lejos de perjudicarla, le hizo un favor, ya que, gracias a ello, Martí, encontró en la rama del derecho penal, su vocación y pasión. Después de una entrevista, en la que Wendy, se da cuenta que Viridiana, le ha mentido ya que oculta o protege a alguien, decide aceptar el caso y hacerse cargo de la defensa. Durante el proceso, Viridiana, tiene que ir a prisión, en donde la humillan, la golpean, la despojan de sus pertenencias y hasta una de las prisioneras, la quiere convertir en su amante. Wendy, trata de armar un caso que le sirva para defender a la orgullosa heredera y a su paso, va descubriendo cosas que no se imaginaba, que ni siquiera llegó a pensar. Viridiana, estando casada con Germán, tenía por amante, a otro abogado, que en la universidad fue un destacado deportista y que pretendió sin ningún éxito, tener relaciones íntimas con Martí. Javier Contreras, se hizo amante de Viridiana, antes que esta se casara y cuando salió embarazada, hizo todo lo posible por no casarse con Montero, que como última alternativa eligió a Germán y lo engañó, ya que, desde su matrimonio, siguió de amante de Javier Sólo que ella no sabe que Javier, también es amante de Estela, su mejor amiga y por la cual ahora está acusada de homicidio, todo el caso es complicado, lleno de intrigas, pasión y traición, en donde todos los involucrados tienen algo que ocultar y se esmeran por hacerlo. Durante el juicio, la situación da un giro inesperado, algo que ninguno se podía imaginar, sale a la luz una verdad que no se contemplaba. El final es completamente impredecible. En el transcurso de la historia, surgen los dramas del pasado de los personajes, intrigas, violencia y hasta muertes no esperadas, sobre todo con las compañeras de prisión de Viridiana.
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