/0/4743/coverbig.jpg?v=ff9e5a52707bd1776b61466707a2b397)
Mi nombre es Micah y tengo once años, pero para mí, es como haber nacido de nuevo. La vida como la conocía dejó de ser la misma, antes me asustaban los cuentos de monstruos que me contaba mi abuela, ahora sé, que eso no es real. Porque aquellos seres no se comparan con lo que mis ojos me muestran a diario, los monstruos existen, y no están dentro de los libros o escondidos en las sombras esperando a su próxima víctima. Ellos caminan junto a nosotros, dentro de tu casa, de tu escuela, de tu lugar de trabajo, ocultos bajo la piel de quién menos te lo esperas.
Mi nombre es Micah y tengo once años, pero para mí, es como haber nacido de nuevo. La vida como la conocía dejó de ser la misma, antes me asustaban los cuentos de monstruos que me contaba mi abuela, ahora sé, que eso no es real. Porque aquellos seres no se comparan con lo que mis ojos me muestran a diario, los monstruos existen, y no están dentro de los libros o escondidos en las sombras esperando a su próxima víctima. Ellos caminan junto a nosotros, dentro de tu casa, de tu escuela, de tu lugar de trabajo, ocultos bajo la piel de quién menos te lo esperas.
Era un día normal de clases cuando por accidente perdí la vista, fue culpa mía, pero a mi edad uno no piensa en las consecuencias de sus actos, uno simplemente se deja llevar por lo que tus amigos te dicen. En clase de física no me explicaron que jalar de un cable con corriente podría ocasionar una pequeña explosión, lo suficiente como para dañarte las corneas, y dejarte ciega por el resto de tu vida. En los dibujos animados siempre que lo hacen, el resultado es bastante obvio, pero en mi caso lo que ocurrió, fue que el cable conectado al enchufe se encontraba en malas condiciones y cuando tire de éste, los polos se juntaron provocando una chispa.
Pero no todo eran malas noticias, el médico de turno les explicó a mis padres que con un trasplante era posible recuperar la vista por completo, o al menos en gran parte. Así que me programaron la intervención quirúrgica unos días después; un martes por la tarde, empezó mi cirugía y el principio de todo lo que contaré. Hasta ese entonces lo único que podía ver era un arcoíris cambiante, creo que esa sería mi definición más clara que puedo dar sobre cómo percibía el mundo mi vista. Por momentos veía una nube, por otros el humillo de un cigarro, que se iban alternando por los colores azul, verde, amarillo, rojo...
Eran las tres con diecisiete de la tarde cuando me encontraba tumbada sobre la mesa de operaciones ¿Cómo lo sabía? Pues porque lo escuche decir a uno de los médicos presentes en la sala. Perdí la facultad de ver, no de oír.
Perdonen mi actitud, a veces se me olvida ser amable con los demás, como siempre me dice mi madre, aun cuando mi padre me agarra a golpes por sacar una mala calificación; es por mi bien, dice él. Pero bueno, ya les contaré sobre eso después. Continuando con mi operación, no estoy segura de cuánto tiempo estuve dormida, lo único que recuerdo luego de despertar, fue que las nubes de colores se habían ido, y en su lugar quedó una oscuridad total, de esas cuando te tapas con la cobija de tu cama para que no te pique algún mosquito.
Al cuarto día después de mi operación, regresé a que me quitaran las vendas, mis padres estaban más nerviosos que yo, quizá por ser joven me tomaba la vida con más relajo, o quizá no entendía lo que era no volver a ver nunca más. Lo cierto es que era tiempo de saber qué pasaría con mi vista, si la recuperaría o no.
Lentamente fueron desenvolviendo las vendas de mi cabeza, dejando ver el algodón y las gasas sobre mis ojos, al removerlas, sentí una luz intensa caer sobre mí, no puedo describir cómo me veía exactamente, pero apuesto que tenía legañas, las podía sentir pegadas a la parte inferior de mis ojos. Me lavaron para quitármelas, y luego me dijeron que tratara de abrir los párpados lentamente. Y así lo hice, fue un momento único, vi a mis padres, y a los médicos con mucha nitidez, nunca había visto el mundo con tanto color, con tanta vida, sin embargo, mi felicidad duro poco, se perdió como el aroma de un perfume que se pierde con el viento. La sonrisa en mi rostro desapareció, y en su lugar quedó la incertidumbre, y el miedo, mucho miedo. Sé lo que están pensando, y sí, tienen razón, aquello que vi acercándose en dirección hacia mí, fue el primero de muchos que vería: «Un monstruo».
Durante sus tres años de matrimonio con Colton, Allison ocultó su verdadera identidad y se esforzó de todo corazón para apoyarlo. Sin embargo, fue traicionada y abandonada por su esposo infiel. Desanimada, ella se propuso redescubrir su verdadero yo: una perfumista de talento, el cerebro de una famosa agencia de inteligencia y la heredera de una red secreta de hackers. Al darse cuenta de sus errores, Colton expresó su arrepentimiento: "Sé que metí la pata. Por favor, dame otra oportunidad". Sin embargo, Kellan, un magnate que se suponía que era discapacitado, se levantó de su silla de ruedas, tomó la mano de Allison y se burló desdeñosamente: "¿Quieres que te acepte de nuevo? Sigue soñando".
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Dorian Borges es un empresario bastante reservado, al punto de que algunas personas creían que no le gustaban las mujeres incluyendo su secretaria de repuesto. Pero estaban muy equivocados, este hombre era un amante del sexo morboso. Follar era su pasión, y aunque nadie lo pillara con una mujer en las noticias, no quería decir que no se llevara a la cama a muchas. Y una de estas era su secretaria de repuesto, luego de que su actual asistente dimitiera, él contrato a una mujer nueva que con solo verla una vez supo que tendría sexo con ella en la oficina. Puesto que su mayor fantasía era follar con una secretaria en su despacho, pero como su antigua asistente tenía 8 meses de embarazo nunca logro hacerlo. Pero ahora era distinto con Catrina Hans, Dorian seducía a su secretaria a cualquier hora, hasta conseguir que ella le abriera las piernas para poder comerle el coño... él no creía en el amor, solo le gustaba tener sexo sin compromiso, pero todos terminan bebiendo una sopa de su propio chocolate. Cada capítulo es muy caliente hasta el punto que te humedecerás... ¡que te diviertas!
Tras dos años de matrimonio, Sadie por fin estaba embarazada, llena de esperanza y alegría. Pero su corazón rompió cuando Noah le pidió el divorcio. Durante un atentado fallido contra su vida, Sadie se encontró tendida en un charco de sangre, llamando desesperadamente a Noah para pedirle que la salvara a ella y al bebé. Pero sus llamadas quedaron sin respuesta. Destrozada por su traición, abandonó el país. Pasó el tiempo y Sadie estaba a punto de casarse por segunda vez. Noah apareció enloquecido y cayó de rodillas. "¿Cómo te atreves a casarte con otro después de haber dado a luz a mi hijo?".