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Alex y Luz son dos amigos que se casaron muy pronto, su matrimonio se está muriendo y el destino tiene una mano para cada uno de ellos. Alex es un director general joven y un buen tipo. Luz es una joven diseñadora gráfica que se siente atraída por su compañero de trabajo, un chico aparentemente dulce, pero que esconde un secreto. ¿Qué hará Luz cuando, ante la falta de dinero para sus abuelos, ese chico le presente un contrato? «Cásate conmigo y te daré lo que pidas» «Acepto, aunque ya estoy casada con Alex» «Ahora estás casada conmigo» Esa fue la propuesta del joven mafioso, una propuesta que pondrá su mundo de cabeza.
Luz Miller se dejó ver en una fotografía celebrando su boda con Alex Johnson, donde mostraba su felicidad junto a él. Lo recordaba claramente y ese recuerdo la hizo sonreír, era el motivo de su felicidad a pesar de que llevaba mucho tiempo sola en aquella enorme casa.
En su trabajo como diseñadora gráfica, el único amigo que tenía era Dante Lucchese, un chico que, como ella, era diseñador gráfico y uno muy atractivo. Sus ojos azules combinaban perfectamente con su cabello negro, era un hombre realmente guapo con un temperamento muy dulce. El tipo de hombre que cualquier mujer desearía tener en su vida, pero para ella Dante era totalmente inalcanzable.
Un día ajetreado, Luz tuvo que trabajar horas extras para conseguir un trabajo que su jefe estaba pidiendo desesperadamente. Ese trabajo salió rápido gracias a Dante, se quedó cada minuto con ella y finalmente pudieron cumplir con ese proyecto.
Cuando Dante inconscientemente se durmió en su sofá favorito de la oficina, Luz aprovechó para llamar a su esposo, quien respondió de mala gana en cuanto se dio cuenta de que era ella y no su amante.
Después de una larga discusión que terminó muy mal, Luz comprendió que ese hombre ya no era el mismo con el que se había casado, que tan bien había conocido y que nunca volvería a ser el mismo.
La noche brilló junto a las estrellas escandalizadas por sus lágrimas, esas lágrimas que corrían por sus mejillas y que Dante miraba desde el marco de la puerta con mucha atención.
-¿Por qué estás llorando? Lo que haces no es propio de ti, mi querida Luz.
-Lo siento, es Alex... todo está muy mal.
-¿Otra vez? -Dijo con las cejas levantadas y una expresión molesta-. ¿Es esta... la cuarta vez esta semana? Deberías pensar en mi idea de divorciarme y ser feliz con otro hombre.
-¿Y quién diablos sería feliz conmigo? Nadie me amará nunca, Alex se encargó de mostrarme que no soy suficiente para un hombre bien educado, atractivo y de buenos modales.
-No te atrevas a repetir eso otra vez, Luz.
-Es cierto, no hay nada de malo en eso y para colmo, tengo que pagar muchas cosas por mis abuelos -Luz dejó escapar un suspiro y respiró hondo con total incomodidad mientras sollozaba-. Es una deuda enorme que no puedo pagar porque Alex se niega a ayudarme.
Una risa estalló en la garganta de Dante junto con una sonrisa malvada.
-Tengo una propuesta para ti que pagará las deudas que tienes, incluidas las de tus abuelos y es con un hombre que te aseguro te hará feliz.
-No entiendo... -dijo ella, desconcertada, arrugando las cejas-. ¿Quién sería tan estúpido como para estar con una mujer tan poco atractiva como yo?
Dante arrugó el rostro, en él se dibujó el fastidio como el retrato de un cuadro donde el pintor impregna en él por completo su esencia.
-Cásate conmigo y te daré todo lo que pidas.
-Acepto, aunque ya estoy casada con Alex.
-Ahora estás casada conmigo.
Esas pocas palabras que tuvieron esa noche fueron suficientes para Luz. Aceptando el contrato sin rodeos, solo sabía que necesitaba un cambio y alguien que le demostrara lo que valía, alguien que le volviera a decir que era oro puro.
Dante Lucchese sabía que él sería quien le mostraría a Luz cuánto valía, para él y para cualquiera que quisiera hacerla sentir menos de lo que vale, le demostraría cuánto la amaba hasta que ella misma se dijera lo valiosa que era.
-Quiero que hagas las maletas y te mudes conmigo.
-¿Qué? ¡No puedo irme así, Dante! Alex...
-No me importa Alex, me preocupo por ti y dicho esto, te quiero el viernes lista para ir juntos.
-Pero...
-Sin excusas, Luz, te quiero lista y sin pensar en ese fracasado.
Fueron sus últimas palabras antes de que su figura desapareciera en la intercepción de la puerta.
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