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"Un descarado y una perra, son perfectos el uno para el otro ", se burló Ashley por dentro, con una leve sonrisa en las comisuras de sus labios. Su sonrisa era tan deslumbrante que nadie podía apartar la mirada de ella. Con un trago rápido, vació la copa de vino de un trago. Nunca se había imaginado que esta copa de vino, drogada por su propia madre, la llevaría a un hombre increíblemente rico y guapo y cambiaría toda su vida. Había sido una noche de locura y perdió su virginidad con el hombre que nunca antes había visto. Se sintió como si estuviera en un sueño que no era real, pero ese sueño se hizo realidad y el hombre estaba parado justo frente a ella cuando se despertó al día siguiente. "¡Besame!", le ordenó él. ¿Qué pasaría después?
"Papá, mamá, Ashley, gracias por asistir a nuestra ceremonia de compromiso. Raymond y yo estamos muy felices de que estén aquí con nosotros. ¿Puedo proponer un brindis por todos? ¡Por el comienzo de nuestra nueva vida, por el amor y por la familia! ¡Salud!", propuso la encantadora chica mientras levantaba su vaso con una radiante sonrisa.
Con un vestido de satén blanco que caía desde sus hombros hasta las rodillas, la mujer con cara de ángel estaba embargada por una felicidad infinita. Sostenía íntimamente el brazo de un hombre, con expresión tranquila y contenta.
Por el contrario, el hombre vestido de blanco, con un traje hecho a medida, parecía inquieto. Al mirarlo, cualquiera comprendía que no era feliz. En lugar de fijar los ojos en su radiante prometida, los puso en otra chica. Trató de retirar su mano de un tirón a su futura esposa, pero esta no quería dejarlo ir.
"¡Raymond!", la elegante mujer de mediana edad a su lado gritó su nombre de manera despreocupada, advirtiéndole que se comportara correctamente. Su voz estaba llena de alegría y un tinte de disgusto.
La voz de la mujer sacó a Raymond Luo de sus pensamientos. Con la copa aún en la mano, retiró su mirada de la chica y la dirigió hacia su prometida de mala gana.
Forzó una leve sonrisa y saludó a los padres de su prometida con respeto: "Papá, mamá".
A pesar de las advertencias de su madre, no podía evitar robarle algunas miradas a aquella chica de vez en cuando.
Al notar la ausente mirada en el rostro de Raymond, Lena Mu le pellizcó la mano con fuerza. Mientras apretaba los dientes, se burló de Ashley Mu, quien mantuvo la cabeza baja con resentimiento en los ojos.
"¿Qué estás haciendo, Ashley? Lena y su prometido están haciendo un brindis. ¡Levanta tu copa, por amor de Dios!", Peggy Su le dio un codazo a Ashley, quien mantenía un perfil bajo tratando de permanecer invisible. Le entregó una copa de vino a la tímida chica.
"Ashley, agradezco que hayas venido", le dijo Lena Mu a su hermana en un tono suave mientras levantaba su copa.
Tímidamente, Ashley Mu se vio obligada a tomar la copa pero, mirando a Lena Mu y Raymond Luo, los desdeñó en su corazón: 'Uno es guapo y la otra es linda. Un infiel y una perra. Son perfectos el uno para el otro'.
Una leve sonrisa apareció en los labios de la joven. Su sonrisa era tan deslumbrante que nadie podía apartar la mirada de ella cada vez que mostraba su perfecta dentadura. En ese momento, la chica pronunció su breve discurso: "¡Felicidades! ¡Que vivan felices por siempre!", y de un solo trago vació la copa de vino.
"¡Gracias, Ashley! Estoy segura de que ambos viviremos una vida llena de felicidad", respondió Lena Mu dulcemente, apoyando su cabeza en el hombro del joven, como una tímida gatita. Con este movimiento, desvió la mirada de su prometido hacia Ashley, observándola desafiante de pies a cabeza.
Ante la insultante y prejuiciosa mirada, Ashley solo esbozó una amplia y alegre sonrisa como respuesta.
Sin dejar su arrogante actitud, Lena Mu miró a su hermana con resentimiento y llevó a su prometido a otra mesa para saludar a los demás invitados.
Sorprendida por un momento, Ashley respiró hondo y se unió a sus padres cuando regresaron a sus asientos, sonriéndoles burlonamente, pensaba: 'Sé lo que están haciendo. Hoy es la fiesta de compromiso de Lena y Raymond. Insistieron en que viniera porque querían que renunciara a él.
Les gusta hablar con sus amigos, pero ahora prefieren permanecer conmigo. ¿Temen que pueda arruinar esta ceremonia de compromiso?'.
Sentada sin hacer nada, Ashley comenzó a aburrirse así que les dijo a sus padres: "Papá, mamá, estoy un poco cansada. Me gustaría ir a casa".
"No, no puedes", declinó severamente Peggy Su de inmediato.
"Pero, ¿por qué?", preguntó la joven con el ceño fruncido. La respuesta era inesperada, dejándola un poco confundida: 'Si le preocupa que yo arruine la fiesta, no hay necesidad. Lena y Raymond ahora están comprometidos y no puedo hacer nada al respecto. Se supone que deben estar tranquilos al respecto.
O...
¿acaso están tramando algo a mis espaldas?'.
De un momento a otro, comenzó a sentir una palpitación en su cabeza, sosteniéndola entre sus manos, mientras una ola de calor recorría su cuerpo. '¿Qué está pasando? Me siento mareada y este dolor de cabeza me está matando. ¿Acaso tengo fiebre?
Solo bebí una copa de vino. No es posible que esté borracha', se preguntó, tratando de mantenerse sobria.
Al ver su lucha, Peggy Su se le acercó y le dijo: "¿Qué pasa, Ashley? No te ves bien. Te llevaré a una habitación para que puedas descansar un poco". Sin pedir la opinión de su hija, le ayudó a levantarse y la llevó escaleras arriba.
Cuando llegaron al segundo piso, la chica intentó liberarse de las manos de su madre. Tenía la sensación de que algo no estaba bien. "¡Suéltame!", gritó mientras se abrazaba. Estaba desesperada por quedarse sola y luchaba por alejarse con todas sus fuerzas.
Sin embargo, sus intentos fueron en vano. Apenas podía ponerse de pie, y mucho menos deshacerse del fuerte agarre de Peggy.
Mientras su hija seguía tratando de retirar su mano de ella, Peggy la arrastró a un rincón tranquilo y la abofeteó furiosamente.
"Chica malvada. Tienes suerte de que el Sr. Du está interesado en ti. Si lo haces feliz, podrás vivir una vida cómoda y nuestra familia obtendrá varias ofertas importantes de él. Así que cállate y sígueme", maldijo la mujer con una mirada cruel.
La bofetada devolvió a Ashley a sus cinco sentidos. Al escuchar la dura declaración de Peggy, no pudo evitar darle una mirada despectiva.
'¿Qué les pasa? Me están usando para ganarse el favor de ese Michael Du que está en el negocio inmobiliario. Ese hombre tiene la edad suficiente para ser mi padre.
Además, es gordo y le encanta abusar sexualmente de las chicas jóvenes. Sus víctimas siempre han acabado viviendo una miserable vida.
Me quieren meter en un gran problema aunque ella lo haya hecho ver como si me estuvieran haciendo un favor.
Sé que no soy su hija biológica, pero he vivido con ellos durante más de diez años. ¿No significo nada para ellos? ¿Cómo pueden tratarme así?', reflexionó la chica amargamente.
Sintiendo pena por sí misma, Ashley Mu reunió todas sus fuerzas, empujó a su madre y corrió hacia la dirección opuesta al lugar al que la estaba llevando.
Su reacción dejó a Peggy aturdida y sorprendida. Cuando la anciana salió de su desconcierto, vio a Ashley correr y se lanzó hacia adelante. Tenía una mirada maliciosa
y estaba furiosa por la descuidada acción de su hija, además de sentir que se le helaba la sangre mientras corría tras su hija.
Cuando Ashley escuchó pasos acercándose desde atrás, se mordió el labio inferior con fuerza y con todas sus energías corrió lo más rápido que pudo, con la intención de que su madre no la alcanzara.
'No, no puedo dejar que me atrape.
De lo contrario, estaré muerta. ¡No puedo dejar que me arruinen la vida!', pensó, decidida a escapar de su terrible destino.
Cuando miró hacia atrás, vio a Peggy Su que venía en su dirección. Su mente estaba acelerada, buscando una escapatoria. Entonces, una puerta entreabierta llamó su atención y, sin dudarlo, entró a escondidas en la habitación, cerró la puerta y se apoyó contra el marco.
Sin fuerzas, se desplomó en el suelo y se sentó contra la puerta.
Parecía que las habitaciones del hotel eran insonorizadas, pues no volvió a escuchar ningún otro ruido del exterior. Con un suspiro de alivio, levantó la cabeza y examinó el lugar. Las cortinas opacas estaban cerradas, pero pudo ver el diseño cuando los rayos de la luz de la luna atravesaron un espacio entre ellas.
Repasó la habitación con la mirada y notó que había una cama de tamaño king en el medio. Además, había un televisor de gran tamaño justo enfrente de la cama, y un escritorio en el lado izquierdo. También notó que había ropa esparcida por el suelo, un par de calcetines y un abrigo, un cinturón, una corbata y el bulto de lo que parecían ser unos pantalones negros y una camisa. Obviamente, pertenecían a un hombre.
Le dolían la cabeza y las sienes. Como estaba, anticipó con seguridad que en cualquier momento se desmayaría. El entumecimiento se extendió por todo su cuerpo y solo pudo escuchar el sonido del agua goteando en el piso desde el baño.
A medida que su temperatura ascendía, deseó quitarse la ropa y darse una ducha de agua fría.
Sintiéndose un poco adormilada, se mordió el labio inferior para dejar de prestarle atención al calor que su cuerpo estaba emitiendo. Ciertamente, cualquier idiota se habría dado cuenta de lo que estaba sucediendo. No podía creer lo tonta que había sido, sacudiendo su cabeza con incredulidad.
Estaba segura de que su madre adoptiva la había drogado.
Empujando sus manos contra la pared logró ponerse de pie y se le ocurrió que era necesario pedir una disculpa sincera, considerando el hecho de que había irrumpido en esta habitación sin autorización. Además, iba a pedir permiso al propietario para que la dejara usar la ducha, ya que necesitaba tomar un baño de agua fría.
Antes de que pudiera llegar al baño, se abrió la puerta.
Cegada por la repentina y brillante luz que procedía del interior, Ashley Mu entrecerró los ojos y vio a un hombre alto y fuerte. Solo llevaba una toalla de baño envuelta alrededor de su cuerpo. Como estaba perdiendo el conocimiento, no podía ver su rostro con claridad.
A pesar de eso, especuló que el hombre debía medir más de 188 centímetros de altura y tenía una cara bien formada. Además, irradiaba una vibra poderosa.
Si hubiera estado en su sano juicio y su madre no la estuviera presionando como a una ramera, se habría dado la vuelta y habría huido. Pero como la mujer probablemente seguía afuera, no tenía más remedio que quedarse.
Vio al hombre semidesnudo, mientras el agua continuaba goteando por su pálida piel y el aroma del gel de baño que salía del interior impregnaba su nariz. Con todo aquello activando sus sentidos, sintió un ardiente deseo dentro de ella, abrumada por la sensación.
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